pásalo
Ciento cincuenta años
La historia de Las Teresas no es la de una taberna, es la historia del barrio
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Iniciar sesiónLas tabernas top de Sevilla, que no son mucho más de cinco o seis, suelen tener escritas en la piel sensible de sus paredes, la historia de sus vidas. De sus intensas y centenarias vidas. En este aspecto, no se diferencian muchos de algunos templos ... babilónicos y egipcios, donde la epigrafía y la pintura, dejaban la huella indeleble de su historia, credo y alabanzas. Hay en nuestra ciudad templos paganos, más báquicos que apolíneos, donde antes de entrar hasta la barra para hincarte un mollate de alguna vega o ribera al uso, te reclaman sus paredes. Donde los nuevos murales de la fotografía y la caligrafía periodística que cantan sus dones también resumen los momentos estelares de su historia. Es un caso de libro, sobre todo de documental, el de la taberna Las Teresas, con ciento cincuenta años en su saludable almanaque, que en cierta forma es la historia de un barrio. Así lo cree y afirma Paco Robles, director del documental de la productora Metrosoneto, que acaba de presentar en sociedad una estupenda pieza audiovisual dedicada a una de las tabernas más eruditas, ilustradas y mollatosas del barrio de Santa Cruz.
Así que Las Teresas es Santa Cruz, aquel barrio de antes del desarrollo donde sus vecinos vivían en casas de ídem, compraban tocino de jamón en las coloniales del barrio y se lo llevaban envuelto en papel de estraza para espantar al carpanta de la época. Sus calles eran propiedad de niños que jugaban sin maquinitas y de los vecinos del barrio que se asomaban a las puertas de los colmaos para ver pasar en coche de caballo a una actriz americana de celeste sonrisa, que llevaba todas las papeletas de ser princesa de Mónaco. Al documental se asoman ilustres como Manuel Jesús Roldán, Julio Mayo y Marina Bernal entre otros que la memoria me confunde. Cada uno en su palo para contarnos cosas y casos ocurrido en las Teresas.
Hay una época en su jubilosa existencia, la de los años ochenta, donde Las Teresas se convierten en la recreo gastronómico y tertuliano de los cursos de la Menéndez. Y los ilustrados bendijeron su jamón del bueno y sus espinacas con garbanzos con la fuerza de la razón. Jorge Luís Borges bien pudo entender la figura del Golem en el mono de la etiqueta del anís. Torrente Ballester rebajó sus dioptrías viendo las papas con tomate de aquella cocina. Gala y Jesús Quintero pregonaban una televisión culta. Y Arturo Pérez Reverte descubrió para su novela La piel del tambor a un personaje de la casa, José Gómez Pichardo, el camarero con más trienios de Sevilla. Las velas de la tarta de Las Teresas no caben en el Juan Sebastián El Cano, lo que debe ser una enorme satisfacción para Luís García, su sostén espiritual y profesional, que sueña con que siga la tradición. Ojo con Lola Chaves y Paco Robles, porque para mayo nos anuncian una ración más de documental en un rinconcillo donde cantan como sirenas las pavías. Enhorabuena y que no falte de ná…
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