TRAMPANTOJOS
Sueño del tiempo en el museo
Somos tan conscientes de la larga espera del Arqueológico que cualquier anuncio burocrático nos asalta con emoción
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónPermanecen guardados en unos almacenes, ajenos al bullicio de los días, libres del sol y el tiempo de los calendarios. La piel lechosa de mármol de las diosas se esconde en la oscuridad de cajones precintados. Estuvieron bajo tierra durante siglos, por eso para ellos ... la espera será como un abrir y cerrar de ojos. Apenas un instante en la inmortalidad.
El Ministerio de Cultura ha licitado las obras de reforma y rehabilitación del Museo Arqueológico con un plazo de tres años y cuatro meses. Y la Junta acaba de llevarse las últimas piezas para la custodia en un almacén preparado especialmente en La Rinconada. Somos tan conscientes de cuánto tiempo tardaremos en volver a ver las maravillosas piezas de ese museo que un anuncio burocrático nos asalta con emoción. Al leer cualquier noticia sobre el Arqueológico comprendemos la paradoja del poema de Luis Cernuda sobre los siglos que caben en las horas de un niño.
Nos queda una eternidad para volver a ver la estatua de Trajano y sus bellas mutilaciones del tiempo. O las cabezas colosales de Vespasiano, Augusto y Adriano. Mientras, leeremos a Marguerite Yourcenar invocando el alma del emperador Adriano: «Animula vagula, blandula, hospes comesque corporis... Mínima alma mía, tierna y flotante, huésped y compañera del cuerpo».
Recuerdo ahora a la Diana hallada en Itálica. Joaquín Romero Murube, entonces conservador del Alcázar, contaba cómo le informaron una noche que unos obreros habían encontrado «una muñeca desnuda y llena de barro». Murube acudió al traslado de aquella «muñeca desnuda» que resultó ser una diosa romana. Fue en una noche fría de los años cuarenta y aquel traslado con antorchas parecía una procesión casi fantasmagórica procedente de los tiempos paganos. O quizás el traslado de una de nuestras Vírgenes en una Madrugada cualquiera.
Quedémonos con los recuerdos de ánforas, vasijas y vasos campaniformes. Y los bustos de patricios que tenían villas de recreo en las afueras. Esas efigies con rasgos de las familias de la Bética que la arqueóloga Pilar León cree reconocer a veces en algunos rostros cuando pasea entre la multitud.
La semana que viene se celebrará una nueva edición de las Jornadas Internacionales sobre la Candidatura de la Ciudad Adrianea de Itálica como Patrimonio Mundial, ese otro sueño que esperamos que alguna vez se cumpla. Un deseo también dilatado en el tiempo por culpa de la burocracia, los caprichos administrativos y alguna desidia de las altas instituciones.
Así que mientras las piezas permanecen guardadas y el edificio del Arqueológico continúa bajo los designios de los plazos oficiales, seguiremos recordando con nostalgia las obras que nos recuerdan nuestro brillante pasado. Como en un sueño donde bailaran las ménades y sátiros del ara báquica de Itálica y dentro de un mosaico triunfara Baco contra todas las batallas del tiempo.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete