TRAMPANTOJOS

Lorca en 'prime time'

Es increíble la de vueltas que la televisión pública es capaz de dar con tal de no difundir la verdadera cultura

Federico García Lorca intuyó de forma estremecedora su propia muerte: «Cuando se hundieron las formas puras/ bajo el cri cri de las margaritas/ comprendí que me habían asesinado...». Lo hizo en el poema 'Fábula y rueda de tres amigos' desvelando incluso la incógnita sobre su ... cadáver desaparecido. En su obra y en su vida hay una mezcla fascinante de realidad y sueño poético, un atreverse a pasar fronteras del delirio, una celebración de la vida mientras se acerca la sombra de la muerte.

No sé si Lorca habría adivinado otros extraños finales para su historia, como el momento en el que en la televisión pública de su país resultó ser el finalista de un concurso. La escena en la que en el programa 'El mejor de la historia' la periodista Silvia Intxaurondo desvela su nombre -con el ridículo suspense habitual de estos espectáculos televisivos- debería estar entre las escenas más vergonzosas de la historia de nuestra televisión.

Ya tenemos a Lorca formando parte de esta época delirante en la que el ocio y el entretenimiento han devorado a la cultura, o lo que quedaba de ella. El poeta trágicamente asesinado -con toda la carga de amargo dolor que arrastra su historia- entronca definitivamente en la galería de la estupidez junto a otros ganadores de competiciones ridículas.

Es increíble la de vueltas que la televisión pública es capaz de dar con tal de no difundir la verdadera cultura. En la televisión pública andaluza ese tema ni está ni se le espera, cosa que a estas alturas es hasta mejor que denigrarla como se ha hecho en TVE. Silencio y olvido antes que enfangar las páginas de nuestra historia.

En la estupenda serie 'El Ministerio del tiempo' -una rara avis de producto televisivo de calidad que, quizás por eso mismo no ha continuado- Lorca 'viajaba' a nuestro presente. Y descubría que, aunque fue asesinado, al final había ganado la guerra porque su poesía seguía viva en la memoria de los españoles. La hermosa escena tenía lugar en la sala flamenca en la que Camarón de la Isla interpretó por primera vez sus versos en el célebre disco 'La leyenda del tiempo'.

Sin embargo, no creo que Lorca hubiera imaginado que en un día del futuro terminaría compitiendo con cantantes y deportistas. Su nombre en el 'prime time', pero no para recordar las páginas luminosas de su vida sino para quedar convertido en un cliché de no se sabe muy bien qué.

El programa 'El mejor de la historia' es un símbolo de este tiempo donde la cultura se ha convertido en un asunto de usar y tirar. Parece mentira que la misma cadena difundiera hace décadas programas como 'Todo está en los libros', de Fernando Sánchez Dragó, o las maravillosas entrevistas de Joaquín Soler Serrano en 'A fondo' donde no había ningún problema por dedicar una hora de televisión a un escritor.

En ese programa, que ni siquiera ha tenido los niveles de audiencia que se esperan de un producto de telebasura, han quedado en evidencia otros aspectos. Por ejemplo, el nefasto nivel de conocimiento de nuestra propia historia. En el programa de 'divulgación' no han participado historiadores como contertulios sino personajes populares. Por eso se ha jugado al parchís del tópico y de la superficialidad sobre nuestro pasado, basculando entre la trasnochada leyenda negra y la absurda leyenda rosa. La historia atrapada en el esperpento de la ignorancia. Al menos nos queda refugiarnos en los libros y acompañar a nuestros creadores para compartir el alma verdadera de España: «Ya no me encontraron. / ¿No me encontraron? / No. No me encontraron. / Pero se supo que la sexta luna huyó torrente arriba, /y que el mar recordó ¡de pronto! / los nombres de todos sus ahogados».

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