TRAMPANTOJOS

Divagando por Triana

Ejercicio curioso es vivir la jornada de reflexión en el ambiente festivo de la Velá

En estos tiempos líquidos no es mala cosa dedicar un día a reflexionar, a pensar, a meditar sobre los destinos de nuestro presente e inminente futuro. Ese futuro se dibujará mañana en una urna donde se encierra el sagrado ejercicio de la democracia. Así que ... en este día de divagaciones podríamos pasear por la Triana de la Velá, de la fiesta, de ese retorno a las escenas costumbristas del pasado.

Triana es nuestro Trastévere romano o un Montmartre parisino de antiguas bohemias flamencas. Tiene algo del misterioso barrio praguense de Malá Strana también junto a otro río, el Moldava. Y de la Alfama lisboeta cuando, como en las fiestas de San Antonio portuguesas, se llena de una niebla fluvial y viscosa, aunque sin saudade ni melancolía. La nuestra en estos días de Velá es la niebla de las sardinas braseadas para más gloria del omega-3. Como un espejismo en el tiempo de aquel barrio de los humeros donde los pescadores de ribera ahumaban los albures del río.

Sorolla pintó el puente intentando atrapar las luces imposibles de Triana, que son las mismas de Sevilla pero multiplicadas por los reflejos del río. Paseamos por este otro lado del espejo sufriendo un calor de horno, de horno de alfareros, claro. Y al pasar por la iglesia de Santa Ana vemos en la portada el ajedrezado medieval que nos hace pensar en matemáticas políticas y tetris electorales.

El hermoso atardecer de la jornada de reflexión se reflejará en espejuelos barrocos con luz de melaza o con el color de cangrejo que el pintor Zóbel decía que tenían las casas trianeras. Nos perderemos en su cuadro 'Triana (Estudio en gris y rosa)'.

Y ya que la jornada está dedicada a pensar nuestro futuro, podríamos recordar que en Triana tuvo Manuel Machado algo semejante a una aparición a lo Mañara que le hizo reflexionar sobre la brevedad de la juventud y lo efímero de las glorias del mundo. El poeta se topó con un anciano de «cara arrugadísima, avellanada y enjuta» que le dijo: «¡To's'acaba, señorito!». Así que, como al menos la campaña se ha terminado, vivamos la fiesta, que no sabemos qué es lo que vendrá.

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