EN LÍNEA
Las vallas de El Ejido
La campaña de Vox es xenófoba y demagoga, pero también injusta con quienes sustentaron el despegue económico de lo que era un erial
Emboscada a causa del abundante material de corrupción política nacional, la noticia de las vallas de propaganda de Vox en El Ejido generó, eso sí, un importante revuelo tanto en la localidad del Poniente almeriense como en la escena regional. En unos carteles publicitarios cargados ... de bajeza, la formación de extrema derecha preguntaba a los ciudadanos: «¿Qué Almería quieres?». Y daba a 'escoger' entre una imagen de una mujer tapada con un burka identificada con PP y PSOE y una chica muy agraciada con el pelo suelto y rostro sonriente vinculada a las siglas de la formación de Santiago Abascal, que alegó que, con este movimiento, quería alertar de «la islamización» de la provincia.
Partiendo de la base de que el fenómeno de la inmigración masiva y el choque de culturas necesita de una profunda reflexión, de un enfoque realista y mucha menos condescendencia progresista de salón, comprobando los elementos con los que se ha lanzado este burdo plan publicitario debe concluirse que la iniciativa no es sólo un lamentable arranque xenófobo y el enésimo ejemplo de la patética demagogia basada en la generalización en torno al rol y a la aportación de la población extranjera, sino sobre todo un tremendo acto de injusticia y de desmemoria. Es paradigmático el caso ejidense. El municipio existe como tal sólo desde 1982, cuando se independizó de Dalías y Celín. Al innegable y encomiable esfuerzo innovador de los empresarios locales y vecinos para levantar el 'mar de plástico' y toda la industria auxiliar se sumó rápidamente la población extranjera. El efecto llamada de entonces provocó que en apenas varios lustros la población se multiplicase y lo que era un villorrio del tres al cuarto se convirtiera en una de las localidades más ricas de España. Era famosa la densidad tanto de cajeros automáticos en las calles como de Mercedes en las calzadas. Y lo hizo gracias en buena medida al flujo de migrantes magrebíes, subsaharianos y también rumanos. De los que nadie se quejaba entonces, cuando de las fuentes manaban billetes. Ahora que hay más apreturas y que ha ido calando el discurso radical, se pone el objetivo de manera irresponsable e injusta en quienes sustentaron el despegue económico de lo que era simplemente un erial. Como está ocurriendo en Roquetas o Níjar, antiguos secarrales que se han llenado de invernaderos en los que, por otra parte, los españoles no quieren trabajar.
Resulta incuestionable que los guetos y la marginalidad perjudican la convivencia, y contra ambos aspectos hay que trabajar con sosiego y sentido común. No hay fórmulas mágicas. Pero todos esos chavales que van a ir a votar por primera vez subiéndose a la ola de Vox deberían tener en cuenta que 'los moros' y 'los negros' a los que tanto señalan jugando a las camisas azules han sido y son pilares básicos en el crecimiento del país del que ellos pueden disfrutar.
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