quemar los días
Toda la vida por delante
Me cuesta procesar que hayan pasado 18 años desde que te conocí
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Iniciar sesiónCuando naciste, leía mucho a los rusos. En las novelas de los rusos, y especialmente en las de Dostoievski, cuando había algún nacimiento, los padres convidaban a alcohol, se desataba la fiesta y la música, todo era etílico y desmedido. En el Hospital Maternal del ... Virgen del Rocío, invité a los amigos y familiares que venían a darme la enhorabuena. Los invité más de la cuenta. Me sentía eufórico, inmenso, feliz. Pero también tremendamente inseguro. Al regresar a la habitación, con tu madre dolorida e incapaz de atenderte, hube de hacerme cargo de tus primeras horas en el mundo. Cómo llorabas. Tus llantos ininterrumpidos me acompañaron en el duro tránsito de la borrachera a la resaca, en una madrugada que fue toda una lección: ahora empezaba de verdad lo difícil.
Cumples 18. Y me cuesta procesar que han pasado tantos años desde que te vi la cara por primera vez. Está muy contento por estrenar la mayoría de edad. No deja de resultarme simpático que realmente creas que todo va a cambiar de un día para otro por haber superado esa arbitraria cifra. Seguirás siendo igual de tocapelotas, el mismo capullo, pero también el mismo niño sensible al que siempre tengo la tentación de proteger.
Al abuelo le habría gustado acompañarte en este día. Tenía, ya lo sabes, un vínculo especial contigo. Pero ese vínculo jamás se romperá. Porque lo llevas instalado en el rostro, ese rostro tan parecido al mío, que es tan parecido también al de mi padre. En el tanatorio, mientras despedíamos al viejo, muchos amigos y familiares te lo dijeron. Eres clavadito a tu padre. Sé que eso ahora te molesta, como me molestaba a mí que me lo dijeran del abuelo a tu edad. Créeme: acabará agradándote más que cualquier otro halago.
Al tiempo que te haces mayor, yo me hago viejo. Desde que el abuelo se marchó, me acompaña un quisquilloso pensamiento de muerte. Lo que se atisba en el horizonte deja de ser prometedor para convertirse en desasosegador. Pero, ahora que eres mayor de edad, no puedo ocultar cierto orgullo. Buena parte del trabajo ya está hecho. Has crecido erguido, sin trastabillarte más de lo debido. Por encima de tus accesos de ira, de tus manías o del gusto por esa abominable música que escuchas, eres juicioso y responsable. Pero, sobre todo, y con eso me doy por bien pagado, eres una buena persona.
Hay tres cosas por las que estaré en deuda eterna con mi padre: él me enseñó a andar, a montar en bicicleta y a hacerme el nudo de la corbata. Las tres las he intentado contigo, dos de ellas con fortuna; la última es la que aún se nos resiste. Pero no tengas prisa. Hoy cumples dieciocho. Ya puedes votar, pedir cerveza en los bares y acabar en el trullo. Pero aunque creas que sí, nada será demasiado distinto mañana. Te queda toda la vida por delante.
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