la tribu
Otoñada
Viene la lluvia y todo viene, porque todo con la lluvia se pone de pie, se crece, se anima, resucita
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Iniciar sesiónNI un verde como ese verde, ni un cielo como ese cielo; ni un aire más transparente que el que ha despejado el viento. Vuelve la luz a tener la hermosura de lo nuevo, y todo dentro de ella tiene perfiles perfectos. Todo parece pintado ... en el natural abierto. Lo hermoso que tiene el campo nos parece contrahecho. ¿Qué pasó para este cambio? Que Dios nos bajó lloviendo.
Son otras las naranjas, y son otras las plantas todas. El acanto, que por más riegos no acababa de levantar, es ahora un esplendor de preciosas hojas que revientan de verde en la estrechez del arriate. Y así, los agapantos, y el arrayán, y los cactus, y el perejil, y la yerbabuena… Y si sales de la casa y te echas al campo, mira las tierras que calmaron su sed; mira esos verdes que se extienden sobre los mostradores de diciembre, ese frío textil de la yerba que parece pintada. Y mírale la cara al olivo, y mira cómo van asomando las criaturas que andaban rezagadas en la espera del miedo. Viene la lluvia y viene el milagro. Sí, el milagro, porque no sólo viene el agua, que el agua puede venir con el riego, pero no es lluvia. Milagro. Esto -esta hermosura, esta vida- que obra el agua de lluvia sólo la lluvia puede obrarlo. Puede faltar el abono, la labranza, el mimo, la desmaroja, y todo, mal que bien, seguirá su curso; pero si falta la lluvia, nada sirve, por más amor que le pongamos. Mira los animales, son otros; mira los pájaros, es otro vuelo; mira la creación, está completa, es el séptimo día, está todo para que Dios descanse y el hombre empiece a reinar en el paraíso. Viene la lluvia y todo viene, porque todo con la lluvia se pone de pie, se crece, se anima, resucita. La luz que el día se pone es seda recién tejida, y al tren se le ve la cara como a un santo restaurado. Todo es preciso, perfecto, retratado en el paisaje. Para saber cómo late el corazón de la tierra, mira la salud que tiene todo lo que de ella vino, todo lo que de ella brota, todo lo que en ella asoma. Nunca pude soñar un diciembre más luminoso. Me asomo al alba a la vega y la mañana se enciende cual despaciosa candela. Y no hay luz como esta luz, ni hay cielo como el que miro. Me pongo a mirar el campo y estoy mirando a Dios mismo.
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