LA TRIBU

Y lo hizo

A febrerillo, tradicionalmente loco, le dio un volunto de tormentas y plantó chaparrones

ABC

Nadie tenía fe, nadie creía en este bisiesto que venía a un territorio seco y sin esperanzas. Es verdad que hasta el rabo todo es toro y que el viento da un bandazo y te convierte el vino en agua y la flor en fruto ... malogrado. Es verdad que, en la tierra, en el campo, nada es hasta que el pájaro está en la mano, que a orillas de muchas cosechas hemos visto reveses que enlutaron un año de gloria. No te puedes fiar, que te duermes sin proteger el almiar con yerba maná y la noche de verano se viene tonta de nubes feas y te pudre la paja que guardabas. Es verdad que no puedes dormir, campo, sin tener un ojo abierto. Pero tampoco vamos a llorar cuando hay razones para la alegría, así que celebremos la gloria de este tiempo y lo pasado, pasado.

A febrerillo, tradicionalmente loco, le dio un volunto de tormentas y plantó chaparrones como quien improvisa un delgado bosque. Daba gloria ver cómo te rebosaba el agua, y cómo le rebosaba al río, y cómo éste iba más allá de las huelgas, y cómo iba señalando lagunas para que sepamos cómo es el mapa del agua por la vega, y cómo ahora, en el reposo, quedan perfectamente señalados los sitios del antojo de la lluvia, los más secos, los más húmedos, dónde se acuesta la tierra o dónde se levanta. Eres vida, campo. La sementera es una fiesta de verdores, y la semilla que espera un beso de calor para despertarse se levantará mandando, segura, orgullosa, sana, feliz. Si nada la tuerce, la primavera puede abrir sus puertas con trompetas de júbilo, cantar su esplendor por el aire donde la luz ya lo domina todo. Fui a buscarte a la dehesa… Nada como tú. Encinas, acebuches, gamones, aulagas, todo tiene un grito de vida en su porte. Y las laderas, qué echada perfección del verde. Y al lejos, los llanos calmos de la mejor tierra, qué locura de vida en el sembrado. Cuando este sol acabe de sacar de tus cajones las piezas de colores que viven en tus florecillas, qué zoco extenderás por todo tu cuerpo, qué lujo aparentemente textil mirarán los pájaros que te sobrevuelen. Le pedimos a febrero que bastardeara, y bastardeó. Le pedimos a la lluvia que viniera, y vino. Todo fue porque le pedimos a la Mano que hiciera un milagro, y lo hizo.

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