la tribu

Educación

Tendrían que animar a los niños a visitar el campo, a estar cerca de los animales y de sus tareas o costumbres; cerca de los frutos

JUAN de Mairena —heterónimo de don Antonio Machado— era enemigo de la llamada educación física, expresión que consideraba ambiciosa y absurda. Por esto, decía que era preferible educar al niño en otras tareas. Y como amaba el campo, decía al respecto: «Si lográsemos, en cambio, ... despertar en el niño el amor a la naturaleza, que se deleita en contemplarla, o la curiosidad por ella, que se empeña en observarla y conocerla, tendríamos más tarde hombres maduros y ancianos venerables, capaces de atravesar la sierra de Guadarrama en los días más crudos del invierno, ya por deseo de recrearse en el espectáculo de los pinos y de los montes, ya movidos por el afán científico de estudiar la estructura y composición de las piedras o de encontrar una nueva especie de lagartijas».

No vas a dejar de pedirlo hasta que te hagan caso. Hasta ahora no ha habido suerte, por más que la idea fuera bien acogida por las autoridades locales, pero no dan el paso, ay. ¿Para cuándo? Lo dijiste: Tendrían que animar a los niños a visitar el campo, a estar cerca de los animales y de sus tareas o costumbres; cerca de los frutos, de los sembrados, de los cultivos, para que siempre amen ese hermoso y ejemplar mundo. Y en la tribu, con tantísimo término y tantas opciones, ¿cómo no organizan —una unión de padres, ayuntamiento y niños— una actividad tan placentera como la de plantar árboles? Que los niños, acompañados, fueran a terrenos de propiedad municipal y en algún claro de los pinares plantaran pinos, acebuches, madroños, encinas, y que esos niños bautizaran con su nombre los árboles plantados, y que, de tarde en tarde o de vez en cuando, fueran en jira, con sus maestros y sus padres, a ver cómo crece su «bosque de los niños». Habrían plantado árboles y, sin saberlo, estarían plantando hombres y mujeres que mañana amarán más el bosque, el campo, los animales, la naturaleza toda. ¿Por qué no se dan ahora lecciones de amor a lo que está tan cercano, río, alameda, caminos, sembrados, explotaciones agropecuarias…? Algunos de esos niños van a ser mañana gobernantes y padres de niños que querrán jugar en el pinar o la dehesa y, si están educados en el respeto al campo, no dejarán un reguero de bolsas y botellas. Y amarán este paisaje por el que andas hoy con tanto amor y cuidado, que hasta te duele pisar las margaritas y las yerbillas que sembró la Mano…

Artículo solo para suscriptores
Tu suscripción al mejor periodismo
Bienal
Dos años por 19,99€
220€ 19,99€ Después de 1 año, 110€/año
Mensual
3 meses por 1€/mes
10'99€ 1€ Después de 3 meses, 10,99€/mes

Renovación a precio de tarifa vigente | Cancela cuando quieras

Ver comentarios