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La Tribu

Un cachito

No dicen minifundio, ni pegujal, ni aranzadas o unas fanegas; dicen «un cachito tierra»

Antonio García Barbeito

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Entre los hombres del campo tuvo siempre un significado allende el natural del diminutivo, y ese significado lo graduaba el tono de voz y lo convertía en sencillez, favor, humildad o lástima, que no era lo mismo cuando un padre, sentado a la mesa, decía « ... dame una mijilla pan», que la voz de la gitana que sonaba en el zaguán de las casas con aquel repetido «dame un cachito pannnn…», »dame un poquito aceiteee…» Ni sonaba lo mismo que el de aquella invitación a compartir un rato de tertulia, «anda, siéntate una mijilla…» El diminutivo tiene una fuerza especial, única, en la voz de nuestra gente, que incluso al acercarnos a un mostrador va incluido el por favor en el diminutivo de, por ejemplo, «¿me pone un vasito agua…?» Obviamos la preposición, y decimos «un cachito pan», «un vasito agua», «un poquito aceite» y queda dicho y entendido. Tanto como cuando la gente de la labor dice «un cachito tierra». No dicen minifundio, ni pegujal, ni unas aranzadas o unas fanegas; dicen «un cachito tierra», y esa dimensión no está sujeta a más metro que el del cálculo del entendimiento general. Todos saben que un cachito tierra no es ni muy grande ni muy chico, sino… «un cachito tierra».

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