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Tribuna abierta

La vergüenza de no ser aquel que pude ser

Parecemos empeñados en fabricar una versión optimizada de nosotros, en lugar de mejorarnos a nosotros mismos

Antonio Benítez Burraco

DAN título a la tribuna dos versos del poeta polaco Czesław Miłosz, unidos en una suerte de retrato epigramático de toda una época: la nuestra. El poema al que pertenecen habla de la incapacidad del ser humano para desligarse de las ataduras que suponen sus ... instintos y construir, así, un mundo mejor, una tara que Miłosz hace equivaler al pecado original: «la primera victoria del ego». Nada nuevo bajo el sol. Se me ocurre, no obstante, que este fracaso esencial del hombre resulta hoy más oneroso e incomprensible que nunca, por ser mayor también que nunca nuestro entendimiento de las cosas y, por consiguiente, nuestro potencial para cambiarlas. El conocimiento fluye en nuestros días como una poderosa corriente por libros, revistas, aulas y redes, pero a la vista de las decisiones irracionales que seguimos tomando, parecemos sordos a este impetuoso rumor del saber. Se vuelve, por ello, más insoportable, si cabe, la vergüenza de no ser todo lo que podríamos llegar a ser.

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