La Sevilla sin Sevilla de Almudena Grandes
La escritora madrileña no será reconocida por el Ayuntamiento por su obra, sino por sus ideas
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Iniciar sesiónLa ciudad que ha dejado caerse a pedazos durante décadas la casa natal de Cernuda en la calle Acetres como los espejos de la cristalería polvorienta que albergó, la que no ha sido capaz de recrear la vida de Murillo en su casa del barrio ... de Santa Cruz, la que lleva medio siglo con el tesoro del Carambolo escondido en una caja fuerte, la que no sabe cómo evitar el exilio de algunas de las principales obras de sus pintores más universales como el 'San Pedro penitente' de Abengoa, la que no le ha puesto calle a Antonio Domínguez Ortiz ni a Antonio Burgos, la que ha despreciado a poetas de la talla de Aquilino Duque, esa Sevilla acaba de crear su primer premio nacional de novela con presupuesto público con el nombre de Almudena Grandes. Manuel Mantero, otro de los grandes poetas olvidados por la Sevilla institucional, escribió en sus memorias un sencillo pasaje sobre su añoranza desde Estados Unidos que siempre me retumba en la cabeza cuando me duele la desmemoria: «Aquí en mi despacho de mi casa georgiana, junto a una calavera Dios sabe de quién, hay depositadas flores de muchas partes. Entre ellas, jazmines del Parque de María Luisa cogidos en diciembre». Es probable que Almudena Grandes no pudiese entender la belleza de estas palabras porque no conocía las rosas del Parque. La ciudad que olvida a sus hijos más ilustres homenajea a personajes que no han sentido nada por ella. Como por despecho. Castigando a sus profetas con lisonjas al primero que pasa por la puerta. Lo de Grandes es un mero delirio ideológico. No es necesario entrar siquiera en el análisis literario ni en comparaciones cualitativas con los autores sevillanos a los que se desprecia. Allá cada cual con sus gustos. Tampoco sería preciso aclarar que la escritora madrileña no es mejor que Chaves Nogales, que Manuel Halcón, que Manuel Ferrand..., pero a la vista de los acontecimientos parece obligatorio recordar el listado de escritores nativos que nunca entran en la rueda de la Alcaldía por muy acostumbrados que estemos a tanto desdén. El Ayuntamiento ya le puso una calle a la actriz Pilar Bardem porque había nacido de paso en Sevilla, un gesto que ella agradeció con una frase devastadora: «Hay que nacer en algún lado». Ni a Bardem ni a Grandes se les ha honrado por su sevillanía. Y lo que es peor, tampoco por su obra. Están ahí por sus ideas.
En su primera novela, 'La ciudad', Chaves Nogales resumió así su tierra natal: «Por eso se ha llamado a Sevilla la ciudad misteriosa e indefinible; por eso los espíritus selectos se elevaron hacia la exaltación y las almas torpes cayeron en el panderetismo». Exactamente un siglo después, las almas torpes continúan cayendo en el panderetismo, en la Sevilla sin Sevilla de Almudena Grandes, y aquel 'Escrito en el agua' que Cernuda suprimió en la segunda edición de 'Ocnos' suena hoy más sevillano que nunca: «Yo no existo ni aun ahora, que como una sombra me arrastro entre el delirio de sombras, respirando estas palabras desalentadas, testimonio (¿de quién y para quién) absurdo de mi existencia».
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