La Alberca
A Sevilla le cabe 'to'
Nuestra verdadera dualidad se vio con AC/DC en la víspera del Corpus: aquí conviven el cielo y el infierno
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Iniciar sesiónLa dualidad de Sevilla no es un mito. Es si acaso una tímida expresión para explicar las mil caras de esta ciudad. El maestro Antonio Burgos, que el día de San Fernando fue nombrado Hijo Predilecto a título póstumo, dejó escrito todo el glosario de ... dualidades sevillanas, desde Joselito y Belmonte a la Semana Santa y la Feria. Pero en los últimos años hemos asistido a la explosión de Serva la Bari como territorio inabarcable mucho más allá de esa visión bifronte que siempre nos ha descrito como una sociedad de espejos. Quizás la coincidencia este pasado miércoles de los altares del Corpus, cuya procesión por cierto merece una revisión para recuperar el tan sevillano sentido de la medida, con el concierto de AC/DC en la Cartuja haya sido la cumbre de la convivencia de los antagonismos. Las legiones de camisetas negras delante del Santísimo resumen, en un sólo golpe de vista, la capacidad que tiene Sevilla para mezclarlo todo. Aquí conviven lo moro y lo judío a través de nuestro patrimonio secular. Ahora también se ha firmado la concordia entre la más elevada ciudad sacramental y la más mundana rebelión rockera. Mientras Angus Young tocaba la guitarra en la Cartuja con su inenarrable dulce violencia, rompiendo el silencio con su sublime sinfonía de martillazos, las corales cantaban avemarías en el Salvador. Yo vi sevillanía en las manos de Angus Young y el rugido de Brian Johnson como veo rock en la queja metálica de Lole y Manuel. Porque en realidad aquí no hay distancias. La ciudad que fue centro del mundo, madre de las conquistas de ultramar, cuna de varias grandes civilizaciones y templo de tres religiones no entiende de diferencias, asimila los contrastes con naturalidad. Por eso aquí se puede celebrar un maratón mientras pasa un palio o se organiza un concierto de la banda que más le ha cantado al infierno el día en que sacamos el Cuerpo de Cristo a la calle.
Esa capacidad para la amalgama convierte a Sevilla en un paradigma, pero la ciudad necesita siempre un médico que le corte la hemorragia del ensimismamiento. La realidad es que aquí no existe modelo más allá del que ya nos proporciona la historia. Y hay que tener cuidado con la dualidad más perversa de todas las que podemos atribuirle: el ombliguismo frente a la indolencia. Curiosamente, igual que se puede hacer deporte detrás de un crucificado o se puede visitar un templo que ha sido mezquita, sinagoga e iglesia, podemos presumir de los barcos que construimos para dar la vuelta al mundo y permitir a la vez que nos escatimen el metro para ir al Cerro del Águila. La mañana del Corpus, mientras por las calles del Centro se mezclaban las melenas rockeras con los hábitos de los seminaristas, me pareció que la guitarra por los suelos de Young era la antípoda de las danzas blancas de los seises, pero igual de sevillana. Como Los Pajaritos y Los Remedios. Y cuando fui a celebrar que a Sevilla le cabe 'to', se me vino a la boca una dualidad dolorosa: la Sevilla a la que le cabe 'to' frente a la Sevilla a la que le cabe 'to'. El cielo de nuestra historia frente al infierno de nuestra desidia.
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