la madeja

Andalucía se rebela

Tres políticos que vienen de la discrepancia han terminado coincidiendo en una queja: la España constitucional está en peligro y el culpable de la situación es Pedro Sánchez

Tres de los protagonistas políticos de la Transición en Andalucía coinciden hoy en la misma idea en ABC a pesar de sus antiguas diferencias ideológicas: la España constitucional está en peligro y el responsable de esta situación es Pedro Sánchez. Soledad Becerril, que fue la ... primera ministra de la democracia en el gobierno de Aznar; José Rodríguez de la Borbolla, que abrió para el PSOE la puerta de la presidencia de la Junta de Andalucía; y Alejandro Rojas Marcos, líder del movimiento andalucista entonces, mantienen aún hoy discrepancias profundas. Pero los tres se distancian mucho de la política contemporánea porque tienen sentido de Estado, vocación institucional y una incontestable altura intelectual. Han pasado más de cuatro décadas de aquel proceso autonomista que construyó la actual organización territorial del país y han cambiado muchas cosas desde entonces, obviamente. Pero atendiendo los razonamientos que exponen hoy en este periódico es inevitable concluir que muchos cambios han sido para peor. La primera evidencia de esto se comprueba en el nivel parlamentario. La segunda, en la liquidez de los ideales contemporáneos. Sánchez ha puesto en venta el esfuerzo de muchos españoles para conquistar la igualdad territorial y abolir el sistema de privilegios que históricamente ha beneficiado a Cataluña y País Vasco. Andalucía fue especialmente importante en esta lucha y el PSOE tuvo un papel fundamental en las movilizaciones del 4 de diciembre del 77, que por cierto reivindicó Rojas Marcos en el Foro ABC el pasado martes ante Juanma Moreno. Primero en la fundación de la Junta de Andalucía en Granada durante la que se aprobó acogerse al artículo 151 de la Constitución. Después en la comisión formada por nueve representantes de todos los partidos parlamentarios andaluces para desarrollar en Carmona un primer anteproyecto de Estatuto. Por último en el referéndum del 28 de febrero de 1980, en el que los socialistas pidieron el voto a favor bajo el lema 'Por derecho' y pusieron en marcha una campaña rompedora que le costó setenta millones de pesetas de la época. Rodríguez de la Borbolla fue uno de los padres del Estatuto. Por eso es tan ilustrativo verle ahora pidiendo auxilio para conservar aquel modelo que trajo a España el mayor periodo de prosperidad de su historia. Andalucía fue un faro para otras muchas regiones frente al bloque de las llamadas «comunidades históricas». Y ahora el partido que con más fuerza promovió aquel movimiento igualitario está negociando la destrucción de ese sistema en beneficio de las minorías separatistas y nacionalistas del Norte.

La propuesta del lehendakari Urkullu para investir a Pedro Sánchez aboga por el rupturismo y propone un Estado «multinivel» que otorgue más autoridad al País Vasco y Cataluña. Es especialmente sorprendente en este contexto que una ministra andaluza, María Jesús Montero, que durante años estuvo reclamando al gobierno central la reforma de la financiación autonómica para saldar con Andalucía la deuda histórica, ahora sea la responsable directa de este agravio. El poder va por delante de los principios, si es que alguna vez los tuvo. La realidad es que los autores de aquel éxito resumido en el gran lema de Clavero Arévalo, «café para todos», están hoy desolados por el panorama que plantean los secesionistas en claro pasteleo con el sanchismo. Como dicen Borbolla, Rojas Marcos y Becerril, lo que está en juego no es sólo el futuro de Andalucía, desdeñada sin pudor por un PSOE que después de su apabullante derrota electoral ante el PP de Juanma Moreno está firmando su agonía, sino de España. Merece la pena leer las reflexiones de tres políticos distintos, a veces incluso enfrentados, componiendo una alianza frente a los ataques al sistema. Después de hacerlo podríamos preguntarnos qué piensa de todo esto el actual secretario socialista andaluz, Juan Espadas, pero no hay que olvidar que antes de romper España, Sánchez ha tenido que romper su partido. El espíritu crítico ya sólo viene de fuera: González, Guerra, Ibarra, el expulsado Redondo... Pero Andalucía se ha cansado. El PSOE pierde aquí unas elecciones tras otras porque ahora la bandera del andalucismo y de la solidaridad territorial la lleva el PP. Cuidado, que esta tierra se rebela poco, pero cuando se rebela...

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