tribuna abierta

Ministerios laicales en la actualidad

Para acceder al ministerio se necesita el estímulo y formación por parte de la comunidad eclesial, la aceptación y envío por la autoridad eclesial legítima

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Alberto Álvarez Pérez

Llamamos ministerio laical al que reciben en la Iglesia algunos laicos católicos, para desempeñar funciones específicas en la organización eclesiástica y cooperar con la jerarquía. Por tanto, la Iglesia es ministerial y se articula desde los ministerios.

El primer texto oficial que nombra los ministerios ... de los laicos es la carta apostólica 'Ministeria quaedam' del año 1972, en la que Pablo VI afirma que los ministerios pueden confiarse a los laicos de manera que dejan de estar reservados a los candidatos al sacramento del orden.

Entre otros documentos tenemos, por ejemplo, el Catecismo de la Iglesia (1994) que al hablar de los fieles cristianos (números 871 a 873) reconoce que entre los bautizados se da una verdadera igualdad en cuanto a la dignidad y acción, pero existen diversos ministerios, carismas y dones.

Algunos, incluso, pueden ser llamados a colaborar con los pastores (n. 910). Todo para la común edificación del único cuerpo de Cristo.

También tenemos la exhortación apostólica 'Evangelii nuntiandi', del Papa San Pablo VI en el año 1975. Este documento ya señala (número 70) que los seglares, en primer lugar, tienen como vocación específica la evangelización en medio del corazón del mundo, en los complejos ámbitos de la política, de lo social, de lo económico, de la cultura, de las ciencias y de las artes. Y están llamados a ejercer ciertos ministerios dentro de la Iglesia.

Y en la exhortación apostólica del Papa San Juan Pablo II 'Christifideles laici' del año 1988 podemos comprender mucho mejor qué son los denominados «ministerios y funciones laicales».

Los ministerios ordenados son aquellos que hacen participar a la persona el ministerio de Cristo como sacerdote y pastor, en diferentes niveles y órdenes, dependiendo de la responsabilidad eclesial. A saber: el diaconado, presbiterado y episcopado.

Los ministerios instituidos son aquellos que, previo el consentimiento y autoridad del ordinario del lugar, se le confiere una función estable a persona para un fin especifico: ya sea lector, acólito o ministro extraordinario de la Eucaristía. Tienen carácter laical.

También se habla de los ministerios de cooperación, que son otros encargos que realizan los laicos en nombre de la Iglesia. Tienen formas diversas según los países y situaciones sociales. No implican permanencia en el tiempo. Este tipo de ministerio suele ser conferido por toda la zona de América, tanto de la zona central como de la sur, por su propia idiosincrasia.

Ahora bien, Dios ha querido no solamente la existencia de ministerios en todas y cada una de las comunidades eclesiales, sino que además ha querido también la diversidad y la creatividad de acuerdo con las necesidades que se han ido presentando. (Hch 1,21-26; 6,1-3).

Estamos plenamente convencidos de que los ministerios laicales son signo de vitalidad de la Iglesia, un don del Señor a la comunidad de creyentes y una exigencia de fidelidad a la vocación de servicio que debe caracterizar a los seguidores de Jesús de Nazaret.

Estos ministerios (acolitado, lectorado y catequesis) están intrínsecamente relacionados con el ministerio ordenado, pero no son una prolongación del ministerio ordenado. Se fundamentan en la gracia bautismal; ésta es la condición indispensable para el ministerio, y los fieles participan en la vida y misión de la Iglesia desde su condición de laicos.

Los tan repetidos ministerios laicales tienen su dignidad; y esto significa, obviamente, señalar su propio lugar dentro de la Iglesia. Por ello, el servicio del ministro laico necesita una capacitación especializada, una competencia demostrada y una específica aceptación pública al interior de la misma Iglesia.

Es el llamamiento de la Iglesia lo que convierte el carisma personal en ministerio eclesial. Para acceder al ministerio se necesita el estímulo y formación por parte de la comunidad eclesial, la aceptación y envío por la autoridad eclesial legítima. Algo significativo de estos ministerios laicales es que tienen una duración temporal, a diferencia de los ministerios ordenados.

En definitiva, la formación humana y cristiana del laico debe ser un verdadero desafío dentro y fuera de la comunidad eclesial. El proceso formativo debe incidir en la profundización teológica de los sacramentos y especialmente de la Eucaristía, a fin de que la participación no quede únicamente al nivel externo de lecturas, cantos o ceremonias.

Y termino con aquella breve reflexión que en cierto momento ofreció el sacerdote salesiano Antonio María Calero de los Ríos cuando dijo: «Las asociaciones de los fieles laicos deben ser corrientes vivas de participación y de solidaridad para crear unas asociaciones más justas y fraternas en la sociedad que nos ha tocado vivir».

SOBRE EL AUTOR
Alberto álvarez pérez

Es diácono permanente de la parroquia de San Vicente

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