tiempo recobrado
Creer y no creer
Soy agnóstico como una maldición y porque no puedo ser otra cosa. Confieso que no albergo ninguna idea de lo que nos espera en el más allá
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Iniciar sesiónDios guardia silencio. Desde san Agustín a Hans Küng su mutismo ha provocado el pasmo de los filósofos y teólogos. A mi edad, en puertas de la vejez, he buscado una respuesta al misterio y no lo he encontrado. Tengo sobre mi mesa 'Dios, la ... ciencia, las pruebas', el libro en el que Michel-Yves Bolloré y Olivier Bonnassies intentan demostrar la existencia del Ser Supremo con datos científicos.
Sostienen que los recientes hallazgos en el campo de la relatividad y la mecánica cuántica decantan la balanza del lado de Dios y que el relato del evolucionismo ateo plantea contradicciones que carecen de explicación. Según su tesis, lo más probable es que Dios haya creado el Universo, aunque reconocen que la afirmación no es concluyente.
Siguiendo su esquema mental, el mundo se podría dividir entre creyentes y no creyentes, con los agnósticos en una zona intermedia. Pero a mí siempre me ha parecido más significativa otra división más personal: quienes no temen a la muerte porque tienen fe en el más allá y quienes la temen porque no la tienen y creen que es el final de todo.
Existen otras variantes, como las personas que tienen miedo a la muerte a pesar de ser fervorosos cristianos y los ateos que no la temen porque asumen que todo se acaba aquí y que hay que disfrutar de este mundo sin complejo de culpa. Por tanto, podríamos decir que hay cuatro formas de encarar el final de la existencia.
Dicho esto, me tengo que contradecir porque yo he pasado por todos esos estados de ánimo y he llegado, como un barco a puerto después de la tormenta, a un agnosticismo poco militante. Soy agnóstico como una maldición y porque no puedo ser otra cosa. Confieso que no albergo ninguna idea de lo que nos espera en el más allá.
Siempre me ha atraído la concepción de Leibniz de que Dios es un relojero que ha dado cuerda al Universo. Según él, vivimos en el mejor de los mundos posibles. Pero eso choca con mi experiencia. Miro mi alrededor y veo los desastres de la guerra de Gaza y las catástrofes que nos asolan. Dios no puede haber sido el padre de este mecanismo infernal. Pero tampoco tiene demasiado sentido pensar que somos el resultado de un improbable capricho del azar.
El hecho es que el Hacedor guarda silencio y ello abona todo tipo de creencias y de religiones. Einstein señaló que el hombre encuentra a Dios detrás de cada puerta que abre la ciencia. Otros creen lo contrario: que la ciencia convierte en innecesaria la hipótesis de Dios. Ni una ni otra cosa me parecen convincentes.
Los autores del libro afirman que, si se reflexiona a fondo, resulta que el Universo no puede ser eterno porque el pasado no puede ser infinito. Alguien lo ha debido de crear. Me pierdo en estas disquisiciones. Dios sigue siendo un enigma y ello nos condena a la incertidumbre a los que carecemos de fe.
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