patrimonio natural
Historias que anidan entre las raíces de los árboles
Muchas tardes de juego, reuniones o confesiones de amor se han desarrollado durante generaciones bajo el único testigo de un solitario y viejo árbol
Unas niñas jugaban siempre cerca de un árbol, al que trepaban a sus ramas y le cantaban canciones para conocer el amor. Un día de primavera, una de esas niñas conoció allí mismo a un chico, que casualmente vivía muy cerca de ese árbol. Y los cánticos se hicieron realidad, pues ambos nunca se separaron hasta el final de sus días.
Esta es la historia que le contaba Silvela a su nieta, quien ahora disfruta subiéndose a las ramas como su abuela y sus padres cuando eran más pequeños. Tres generaciones unidas por las raíces de ese enclave, que alimenta esta historia y otras muchas más, al igual que muchos árboles singulares de viejos pueblos que la Asociación Nacional Micorriza se ha empeñado en rescatar, para que no caigan en el olvido.
La «Guía de Árboles y Arboledas Singulares de la Comarca de Molina de Aragón-Alto Tajo» es el nuevo (aunque no último) paso de la agrupación Micorriza, que, formada por unos 10 jóvenes con raíces molinesas, han recorrido la comarca hablando con sus gentes, consultado decenas de libros antiguos y recopilado las historias hasta formar lo que, según su presidente, Ossián Leyva, no es solo un simple «catálogo de árboles».
«Hace tres años comencé con un proyecto para catalogar los diferentes árboles singulares. Eran unas fichas donde se ponían las características y la foto de cada árbol de la comarca de Molina, y lo presentamos al concurso Think Big de la Fundación Telefónica. Pero quisimos dar un paso más allá, y contar la relación de los árboles y las personas. Nos juntamos un grupo con diferente formación: desde ambientólogos, a gente que ha cursado estudios de Comunicación Audiovisual o Administración y Dirección de Empresas. Así creamos la Asociación Micorriza», asegura Leyva.
La idea era centrarse no sólo en los aspectos «técnicos» de los árboles, sino también en la relación de la naturaleza con los seres humanos. «A sus pies jugaban y juegan los niños, se les han puesto nombres propios, tienen historias trágicas o románticas… son esas cosas que les hacen diferentes», explica el presidente de esta agrupación.
Descubrieron decenas de árboles con una historia detrás, como la que abre este artículo, que ha ganado el premio especial del certamen que la asociación Micorriza organizó entre el colegio y el instituto de Molina de Aragón y que se hizo público el pasado 22 de marzo durante la segunda jornada de presentación de la guía.
Pero no solo se concedieron los premios, sino que también impartieron diferentes charlas expertos como Óscar Prada, representante del Foro de Asturias Sostenible y de la Asociación de Ciencias Ambientales y el propio Ossián Leyva; Bernabé Moya, director del Departamento de Árboles Monumentales de la Diputación de Valencia; Emilio Blanco, doctor en biología y especialista en botánica y etnobotánica; Ignacio Abella, escritor y naturalista y experto en arbolado singular reflexionará sobre los árboles singulares en la historia; o Raúl de Tapia, experto en Educación Ambiental, representante de la Fundación Tormes y secretario del Foro de Redes y Entidades de Custodia del Territorio, además del gerente del Geoparque de la Comarca de Molina de Aragón y el Alto Tajo, Juan Manuel Monasterio, que dio a conocer los pormenores de la candidatura la Red Europea de Geoparques, y cuya incorporación se anunció unos días más tarde, consiguiendo ser el primero en la región.
«El concurso con los niños es de las mejores experiencias de todo esto. E incluso el programa de Radio 3, ‘El bosque encantado’, retransmitió la jornada. Pero aquí no acaba todo, queremos llegar más allá y poner en valor el patrimonio vivo de la comarca de Molina y de la provincia», asegura Ossián Leyva.
Conocer, proteger, visitar
De hecho, la idea es seguir recopilando información sobre la vegetación singular de Guadalajara -e incluso de otras provincias-, y que cada pueblo apruebe la ordenanza municipal de «protección del arbolado de interés local». Para lograr este objetivo han comenzado una campaña de crowfounding debido a que han agotado sus fondos y aún les quedan «muchos pueblos por visitar y mucho trabajo importante por hacer», como explican en su página web. «Hay que tener en cuenta que es patrimonio vivo, y que hay que atender a sus necesidades, como posibles enfermedades o cuidados necesarios para cada especie», puntualiza Ossián.
Tras conseguir esto, la intención es poder mostrar al público todas las historias recopiladas a través de rutas especializadas, pero siempre respetando el medio ambiente. «Los pasos son: uno, conocer; dos, proteger; y tres, visitar. Y si esto incentiva el turismo de una zona tan deprimida como la comarca de Molina, pues mucho mejor, porque también forma parte de nuestra historia», asevera Ossián, que explica que Guadalajara, gracias a sus pequeños pueblos y a ser una gran desconocida, aún guarda un patrimonio vegetal muy importante.
Por eso, los integrantes de Micorriza, quienes han visto que la práctica del «ecoturismo» es algo ya asentado en otros países del mundo, están convencidos de que su comarca guarda maravillas a la altura de muchos rincones naturales alabados a nivel mundial. «Aún queda mucho por hacer, pero los parajes de Guadalajara no tienen nada que envidiar a otros lugares».
Singularidad entre lo singular
Entre los ejemplares más representativos que se recogen en la «Guía de Árboles y Arboledas Singulares de la Comarca de Molina de Aragón-Alto Tajo» destaca, por ejemplo el Roble de las Ermitas, árbol que lleva asociado un importante valor cultural y religioso además de un gran respeto entre los vecinos de Olmeda de Cobeta. El chozón sabinero de Escalera, es otro de estos «árboles singulares» que además puede ser una de las grandes revelaciones, ya que su tronco sirve como pilar para una antigua paridera (lugar donde se recogían los animales), construcciones que normalmente requerían talar el árbol muerto, pero que, en este caso, sigue creciendo tras siglos de historia. También los «árboles fantasma», aquellos ejemplares que estuvieron durante mucho tiempo presidiendo las plazas mayores de muchos pueblos (sobre todo olmos, ya desaparecidos por una enfermedad que atacó a la especie hace unas décadas) y que ahora han dejado un hueco importante en la memoria de los más ancianos del pueblo.
Los árboles donde se reunían a debatir los temas más importantes, en los que se juntaban los pastores después de una dura jornada de trabajo, aquellos que indultaron por dar buena savia… «Si nos fijamos, casi en cada pueblo podríamos encontrar un árbol singular, porque son parte de nuestro patrimonio, patrimonio vivo», sentencia Leyva.