La incursión de Luna, la hija de Mónica Hoyos y Carlos Lozano, en la política

La hija de Carlos Lozano es consciente de la dificultad de despuntar en un mundo en el que impera la competitividad. Pero eso no hace que se venga abajo. Todo lo contrario. Recién llegada a Madrid tras finalizar el primer año de sus estudios universitarios, la joven ha optado por sacrificar su estío para ganar experiencia profesional. «He estado buscando algo para este verano porque no quería terminar el curso y no hacer nada», explica Luna a este periódico. Y así ha sido. Durante el periodo estival, estará trabajando en la embajada de Nepal en España: «Es un tema que siempre me ha interesado muchísimo. Me puse en contacto con ellos, conseguí una entrevista, les pasé mi currículum y me dijeron que les encantaría que trabajase con ellos».

No obstante, su incursión en la política fue el año pasado cuando puso rumbo a Bulgaria para participar en la celebración del Modelo de Parlamento Europeo, un programa educativo que tiene como objetivo fomentar, en la juventud, la conciencia de ciudadanía europea y la cultura de debate parlamentario constructivo. Además, los estudiantes elegidos pueden investigar sobre temas que conciernen a la actualidad europea y presentar propuestas: «Superé una serie de pruebas y debates en Madrid y me dieron la oportunidad de ir con otros seis jóvenes de toda España para representar a nuestro país. Me encantó». «A mis padres les gusta hablar en televisión, a mí en un atril», desliza.

Su sueño, pese a que «sea complicado», es «trabajar de embajadora o en alguna embajada. Me gustaría que fuera en un país como Italia o Francia». Aunque tiene pensadas otras alternativas: «Si no surgiera, opositaría para la Unión Europea y así trabajaría para el Cuerpo Europeo». También se ve «ejerciendo política en España» ya que le resulta «muy interesante»: «Es otra cosa que me gusta mucho y que me apasiona». Eso sí, Luna considera que «la política, en general, es un poco corrupta y cuando tienen el poder dicen que van a hacer muchas cosas y no las hacen». «Mi madre quiere que sea la presidenta de España», añade entre risas.

La corrupción es uno de los temas que le gustaría solventar. También la okupación. La hija de Mónica Hoyos lamenta que «nadie haga absolutamente nada. En Inglaterra, eso no lo veo. Allí nadie ocupa tu casa». Estas palabras llegan después de que la televisiva hiciera público, en 2020, que su inquilina dejó de pagarle el alquiler durante muchos meses llegando a deberle más de 10.000 euros. «He sido muy buena persona, he esperado ocho meses, no tenía que haber esperado. Tenía que haberlo hecho al mes, en el momento en que te dejan de pagar hay que hacerlo, hay que tomar las medidas», explicó, por aquel entonces, la presentadora.

Luna copó titulares desde su nacimiento por la gran repercusión mediática de sus progenitores. «Desde muy pequeña me he tenido que acostumbrar a que mis padres salgan en televisión y que se comente su vida. Cuando iba al colegio me hablaban de ellos. También cuando salgo de fiesta», asevera. Y aunque «estoy encantada con que sean conocidos por su profesión ya que ambos tienen una trayectoria increíble», Lozano ha vivido algunos «momentos de incomodidad»: «Quería que me separaran un poco del tema porque no tengo absolutamente nada que ver. Si quisiera hacer lo mismo sería más comprensible. Pero teniendo en cuenta que a mí me da exactamente igual, pues a veces me molesta». La joven no se ve participando en programas del corazón ni en ningún reality show porque «no aguantaría». No obstante, si se ve «debatiendo en programas de política. Me los veo casi todos».

A la hora de hablar de su progenitora, Luna se pone sentimental: «Nuestra relación es muy estrecha. A parte de mi madre, es mi mejor amiga. Si necesito desahogarme o contar algo a alguien, ya sea de chicos, amigas o lo que sea, acudo a ella. Siempre está ahí». Y contra los que alzan su voz para decir que Hoyos la tiene «adoctrinada», Lozano explica que «no es para nada así. Tenemos una relación muy especial y siempre que vengo de Londres es la primera persona a la que quiero ver». Por otra parte, «mi padre se ha vuelto ermitaño. Siempre le ha gustado mucho el campo. Se ha hecho un huerto, cultiva lechugas y tiene animales. Está feliz y contento».