Ídolos adolescentes con problemas de salud mental

Mina era una joven desconocida que, durante su adolescencia, había tenido que enfrentarse incluso a algún momento de racismo y de bullying. Sin embargo, su verdadero caballo de batalla ha sido la fama. Cuando se estrenó Élite, poco podía imaginar que pasaría del anonimato al éxito mundial en apenas unos días. De repente, no podía salir a la calle sola, tal como ella misma ha referido en alguna ocasión. Aquella ansiedad la llevó a ponerse en manos de especialistas un par de años atrás.

El pasado mes de julio, durante los Juegos Olímpicos de Tokio, Simone Biles se retiraba y decía adiós a varias posibilidades de medalla:

La federación de gimnasia estadounidense aplaudía su decisión, pero lo cierto es que hubo ruido en torno a esa salida de la competición de la más grande de ese deporte. A nadie se le escapa que entre sus demonios está el de haber sido una de las víctimas del depredador sexual Larry Nassar.

Jaime Lorente se hizo famoso en todo el mundo con su rol de Denver en La casa de papel. A partir de ahí, y al igual que Mina (con quien también coincidió en Élite ), las consecuencias de la fama le empezaron a angustiar. Ese éxito que aparece en tan poco tiempo contrasta con la falta de herramientas para gestionarlo, tal como él mismo expresaba en una entrevista. Contaba que incluso se despertaba entre gritos en mitad de la noche. La terapia también le hizo retomar su equilibrio mental.

A principios de año, Miguel Herrán, compañero de Jaime, dejó un post (ya borrado) en Instagram, en el que se veía al actor inundado en lágrimas. Y junto a él, este comentario: «6 días han sido suficientes para destrozarme. Ya no quiero hablar. Ni comer». Mucha gente, incluida Úrsula Corberó, se interesaron por su estado. Y aunque a los pocos días explicó que quería mostrarse en un momento de bajón, lo cierto es que durante su adolescencia sufrió depresión y trastornos obsesivos que derivaron en   vigorexia por suerte, ya superados con ayuda.

Arón Piper es otro de los jóvenes que tuvieron una etapa oscura en la adolescencia. Ansiedad, depresión y, como él mismo confesó, malas compañías, estuvieron a punto de hacerle tirar por la borda su incipiente carrera. Solo tenía 17 años. Sus padres fueron el salvavidas definitivo para animarlo a dar el salto, irse a vivir a Madrid y comenzar su sueño.