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PASAR EL RATO

Gloria y barro

Córdoba debería convertirse en frontera para la estupidez

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante un acto electoral en Córdoba Valerio Merino
José Javier Amorós

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Se ríen de España en Europa y en América . En Asia y en África no ha influido aún lo suficiente como para que la insulten. Iglesias y Sánchez , que se abrazan buscando el punto de apuñalamiento, están ... haciendo gestiones para que el asombro del mundo, que fue un día nuestra patria, se convierta en la burla del mundo. Esta pluricosa humillada que llamamos España se acaba. Se va al carajo, para decirlo en términos intelectualmente asequibles a los dos sepultureros. Ocupémonos, entonces, de Córdoba, una parte del antiguo esplendor. Eso no impide que sigamos amando a España y despreciando a Pedro Sánchez. El plagiario, ese orador de taberna, incapaz de un acto intelectual completo, se comporta como una mala persona. Esta definición resume y agota el contenido moral de su personalidad. Ya hemos recogido otras veces en estas columnas la opinión de Julián Marías sobre la bondad: es el grado más alto de la inteligencia. La inteligencia tiende al bien por su propia naturaleza. Un pícaro no puede ser inteligente, mucho menos si alcanza la presidencia del Gobierno lubricándola con el delito y el olor a sangre. Es legítimo buscarse una pensión vitalicia en la política, cuando uno teme que no lo contraten en la empresa privada por sus capacidades limitadas. Una pensión vitalicia puede conseguirse como presidente infamante del Gobierno de España o como encargado de prostíbulo con trienios. Los dos empleos carecen de dignidad, pero el segundo perjudica a menos gente. España lleva camino de convertirse en el prostíbulo de Sánchez, con un encargado que sodomice a los españoles para procurarse un salario perpetuo y un sillón y un avión eventuales. Mientras, la oposición mira y espera, agitando sus manitas en tímidas protestas ante magistrados que bostezan. Oposición de brillantes oradores y mediocres políticos.

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