PASAR EL RATO
Gloria y barro
Córdoba debería convertirse en frontera para la estupidez
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Iniciar sesiónSe ríen de España en Europa y en América . En Asia y en África no ha influido aún lo suficiente como para que la insulten. Iglesias y Sánchez , que se abrazan buscando el punto de apuñalamiento, están ... haciendo gestiones para que el asombro del mundo, que fue un día nuestra patria, se convierta en la burla del mundo. Esta pluricosa humillada que llamamos España se acaba. Se va al carajo, para decirlo en términos intelectualmente asequibles a los dos sepultureros. Ocupémonos, entonces, de Córdoba, una parte del antiguo esplendor. Eso no impide que sigamos amando a España y despreciando a Pedro Sánchez. El plagiario, ese orador de taberna, incapaz de un acto intelectual completo, se comporta como una mala persona. Esta definición resume y agota el contenido moral de su personalidad. Ya hemos recogido otras veces en estas columnas la opinión de Julián Marías sobre la bondad: es el grado más alto de la inteligencia. La inteligencia tiende al bien por su propia naturaleza. Un pícaro no puede ser inteligente, mucho menos si alcanza la presidencia del Gobierno lubricándola con el delito y el olor a sangre. Es legítimo buscarse una pensión vitalicia en la política, cuando uno teme que no lo contraten en la empresa privada por sus capacidades limitadas. Una pensión vitalicia puede conseguirse como presidente infamante del Gobierno de España o como encargado de prostíbulo con trienios. Los dos empleos carecen de dignidad, pero el segundo perjudica a menos gente. España lleva camino de convertirse en el prostíbulo de Sánchez, con un encargado que sodomice a los españoles para procurarse un salario perpetuo y un sillón y un avión eventuales. Mientras, la oposición mira y espera, agitando sus manitas en tímidas protestas ante magistrados que bostezan. Oposición de brillantes oradores y mediocres políticos.
En esta hora de la historia de España en que tantos parecen tontos por pasarse de listos, resultaría original que en Córdoba nos dedicásemos a lo que importa, con la cabeza fría y el corazón caliente. Para diferenciarnos de alquiladizos, consentidores, cascaciruelas y zarramplines. Y también de truhanes, belitres y badulaques. No puede afirmarse sin provocar nuestra carcajada que dos primates detenidos en su evolución, como Puigdemont o Torra , son superiores al más modesto de los cordobeses. Vamos a lo que importa, que no es la pensión vitalicia del marido de Begoña. Ya ha cambiado el Ayuntamiento , y las cosas mejoran. Si los nuevos lo hacen bien, y en eso parece que están, los devotos de Sánchez y de Iglesias, amigos de Esquerra y de Bildu, tardarán en volver, si es que vuelven. Córdoba existe, preexiste, sobreexiste. Córdoba es. De la gloria de ser hablamos. Maternal, acogedora, integradora debería convertirse en una frontera inexpugnable para la estupidez y la maldad, que son la misma cosa política. En cuanto Córdoba atisbe la sonrisa bobalicona de Puigdemont o la barriga racial que precede a Junqueras, no digamos el olor a sangre que viene de Otegui, levantará muros, pondrá vallas, colocará guardias curtidos que impidan el paso de los individuos más inicuos de nuestro tiempo. Y si Córdoba olfatea a Sánchez, si lo intuye convertirá el Guadalquivir en un tsunami poético que arrastre de una metáfora a ese sujeto dañino al fondo más hondo del barro fluvial. No cabe mayor honor para un sinsorgo con ambición de poder que fundirse en el «gran rey de Andalucía». Y sobre un pasado de gloria y de barro, los cordobeses empezarán a edificar el futuro de España. En eso consiste hoy existir como pueblo.
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