Apuntes al margen
El sitio de la virtud
La Diputación renuncia a tocar el solar de la Merced por la presencia de restos arqueológicos. Vaya
Fuentes fulmina el plan para construir un aparcamiento junto al Palacio de la Merced
Sala arqueológica de la Galería de las Colecciones Reales
Durante el año 2023, Patrimonio Nacional puso en marcha la Galería de las Colecciones Reales que es el último gran museo que se ha abierto en España -o sea, en Madrid- tras invertir -sorpréndanse- unos 170 millones de euros. El resultado ha sido ... un magnífico centro expositivo que reúne una curiosísima colección de arte de Austrias y Borbones donde pueden verse verdaderas joyas. Un crucificado de Bernini -sí, ese Bernini- que dan ganas de llevarse a casa. Una grisalla pintada por Goya que es para ponerle un piso. Un Greco y un Caravaggio al que se le pueden cantar saetas. O un caballo de Velázquez al que le falta el noble a la grupa y una primera edición del Quijote. Una cosa chulísima, que diría Yolanda Díaz.
Viene a cuento el introito porque el edificio realizado para albergar la colección es un ejemplo de lo bien que se hacen las cosas cuando hay dinerito. Salva la diferencia de cota entre la horripilante catedral de la Almudena y el Campo del Moro, que es enorme, mediante un paseo vertical que da acceso a las salas. El impacto estético exterior es espectacularmente reducido.
Pues durante la construcción, ay, a Patrimonio Nacional les salió parte de la puerta de la muralla de Magerit, ese poblacho fundado por el califato omeya de Córdoba que con el tiempo se convirtió en Madrid, el sitio con el mejor agua y pescado de España. La culpa, al final, es nuestra, cordobeses.
Lo que hicieron los arquitectos del edificio, Luis M. Mansilla y Emilio Tuñón (aplausos), fue que los restos se convirtiesen en una parte más del museo público. Pocas veces se ha integrado un vestigio histórico -que en Córdoba no hubiéramos dudado en cepillarnos- con tan buen gusto y sentido informativo. Vayan a verlo que merece la pena.
La Diputación de Córdoba ha anunciado esta semana que renuncia a cualquier tipo de edificación en el solar que le sirve de aparcamiento junto a su sede institucional. La razón, explica su presidente, Salvador Fuentes, es que han aparecido restos arqueológicos de lo que parecen ser instalaciones del antiguo convento mercedario.
Fuentes ha explicado además que hay vecinos que no quieren que se tape el lateral norte del palacio sin aclarar qué vecinos son esos y si la Merced se ha convertido de buenas a primeras en El Tesoro de Petra o en la pirámide de Guiza. Como para gustos colores, les adelanto que el trampantojo de la fachada de la Diputación es, digamos, mejorable. Lo mejor de ese monumento se encuentra en su interior.
La solución va a ser no hacer nada: la alternativa cero. Se entiende plenamente que no se haga un aparcamiento subterráneo que sería algo bastante agresivo con los restos encontrados. Pero la salida va a ser poner unas canastillas de minibasket y -hombre, Salvador- tampoco es eso. Digamos que entre que no se mueva un ladrillo y cargarse los restos a cara de perro debe de existir una salida que, como la virtud aristotélica, ande en el punto medio.
Aceptemos que no hacen falta más plazas de parking ni despachos para la Diputación. Pero alguna necesidad habrá en materia social -cultural, por ejemplo- que se pueda satisfacer encargando a equipos bien pertrechados de conocimientos una cimentación respetuosa en sitio tan principal y un impacto limitado a la histórica construcción.
Incluso se animan y todo e integran esos vestigios del antiguo convento de forma que sea posible conocer cómo eran esas poderosas casas de oración. Y, en concreto, ésta en la que un tal Cristóbal Colón anduvo alojado mientras se relajaba haciendo hijos naturales y convencía a los Católicos Reyes, monta tanto, de que aflojaran la viruta para el asuntillo de las Indias.
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