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La grandeza de Roma
Ahí están nuestra lengua, el derecho, las tabernas y el gusto por los espectáculos públicos como herencia de Roma
Antonio Gil, 60 años de sacerdote
La reconquista de Córdoba
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Iniciar sesiónEl Templo Romano de Córdoba de la calle Claudio Marcelo ya es visitable. Y merece la pena. No entro en si las columnas y capiteles son los originales. Lo importante es la imagen de la grandeza de Roma. Suban sus escaleras e imaginen ... desde esa altura la Vía Augusta, que iba de Roma a Cádiz y entraba por el eje de Santa María de Gracia, el Realejo y San Pablo. Recreen el circo, más o menos en la iglesia de San Pablo, y el teatro, por la zona del Museo Arqueológico. ¿Era para sentirse orgulloso de ser cordobés hace veinte siglos o no? Y piensen que el visitante contemplaba ese paisaje al revés: de lejos la majestuosidad del templo dedicado al culto imperial y al acercarse, los espléndidos edificios de espectáculos alzados extramuros de la ciudad.
La grandeza de Roma es una idea, una imagen. Córdoba, fundada mediado el siglo II antes de Cristo y capital del sur de Hispania desde entonces, sufrió los horrores de la guerra civil entre César y Pompeyo, pero con Augusto inició su recuperación y se monumentalizó.
Al teatro y al circo se unieron el anfiteatro, en Ciudad Jardín, el puerto, más templos, fuentes públicas, termas, las decenas de capiteles corintios de palacios que terminaron luego en la Mezquita, el puente, estatuas tan grandiosas como la del personaje con coraza expuesto en el Museo Arqueológico y una réplica en la calle Gondomar o los mosaicos del Alcázar.
Se suele decir que los cordobeses no valoramos más nuestro pasado romano porque no se ve y ha quedado oculto. Y, sin embargo, ahí están nuestra lengua, el derecho, las tabernas y el gusto por los espectáculos públicos como herencia de Roma.
Desconfíen de los pueblos que alardean de no haber sido romanizados. Una de las escenas míticas de 'La Vida de Brian' es cuando los rebeldes de Judea, para probar que era preciso sublevarse, se preguntan: «¿qué han hecho por nosotros los romanos?» y al responder alcantarillado, calzadas, sanidad, enseñanza, vino, orden público, irrigación, baños públicos y paz, empiezan a darse cuenta de los beneficios traídos por Roma.
Y en Alemania sienten como un defecto no haber pertenecido al Imperio, confesaba a José María Carrascal un medievalista de la Universidad de Berlín: «Si César, que se entretuvo en las guerras en Hispania y la Galia, para dirigirse luego a Roma a que le asesinaran, se hubiera atrevido a cruzar el Rin, hoy hablaríamos una lengua romance, hubiera habido algún papa alemán más, no habría habido Reforma Protestante, ni guerras de religión que asolaron Europa y retrasaron la llegada de la nación alemana varios siglos». Y es verdad que los alemanes, después de haber estudiado la cultura grecolatina mejor que cualquier griego, italiano o español, escapan al Mediterráneo siempre que pueden.
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