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Antonio Gil, 60 años de sacerdote
Su carrera sacerdotal es amplia y variada, enriquecedora para él y para cuantos nos lo hemos encontrado como mensajero en el camino
La reconquista de Córdoba
Córdoba
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Iniciar sesiónAntonio Gil, sacerdote y periodista cordobés, ha cumplido sesenta años de su ordenación sacerdotal y de su primera misa. La ordenación fue en Córdoba, en la parroquia de la Compañía, el 20 de junio de 1965, siendo consagrado por el obispo don Manuel Fernández-Conde, ... y la primera misa tres días después en la iglesia de San Juan Bautista de su localidad natal, Hinojosa del Duque. Ampliamente conocido, lleva sesenta años de sacerdote y cincuenta y cinco de periodista «civil», siempre en «primera línea», compaginando ambas profesiones/vocaciones en una tarea que se nos antoja difícil pero que él resuelve de forma complementaria, aparentemente sencilla, unido a la caravana de la vida, entre el cielo y el suelo.
Su carrera sacerdotal es amplia y variada, enriquecedora para él y para cuantos nos lo hemos encontrado como mensajero en el camino. Superior del Seminario Menor de los Ángeles (Hornachuelos), capellán del Colegio Marista Cervantes, párroco en la aldea de El Vacar, alférez capellán del Hospital Militar de Córdoba, párroco de San Lorenzo en Córdoba, canónigo de la Catedral de Córdoba y el convento de jerónimas de Santa Marta de Córdoba, el monasterio en activo más antiguo de nuestra ciudad, donde es su capellán.
En su columna de Iglesia en Córdoba ha recordado esta semana su primera misa: «¡Cómo me vienen a la memoria las palabras de don Juan Jurado (vicario general) en su sermón, toda una pieza oratoria, ensalzando la grandeza del sacerdocio: Todos seguimos al Cordero, pero hoy el Cordero te seguirá a ti». Y concluía su artículo: «En la Misa de Acción de gracias, el pasado lunes, ante la imagen del Santo Cristo de las Injurias, de Hinojosa, brotaron de mis labios y de mi corazón tres palabras: Gracias, perdón… ¡misericordia!».
El nuevo papa León XIV comenzó su pontificado con el mensaje, «¡Es la hora del amor!». Sin duda me atrevo a apuntar que el éxito de Antonio Gil, en el sacerdocio y en el periodismo, es que, ante todo, la gente se siente querida por él y, en lógica correspondencia, le quieren.
Demuestra ese amor de muchas formas: saludando y despidiendo con una sonrisa; deteniéndose siempre un momento y escuchando a las personas que se acercan a sus misas o conferencias; respetando el tiempo de la gente, con homilías y charlas magníficamente preparadas y estructuradas pero ajustadas al tiempo; regalando por escrito esas homilías y charlas al concluir; no dejando de contestar ninguna carta o correo que le llega; creando inmediatamente paisajes de amable comunicación con cada persona que conoce; y derramando humanismo en los miles de libros, artículos y folletos que ha escrito.
A veces la fórmula del éxito es más sencilla de lo que creemos: para ser amado, ama tú primero. Felicidades, Antonio.
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