patrimonio
El gran aljibe milenario de Almanzor para la Mezquita de Córdoba busca una segunda vida
La construcción de Almanzor era capaz de almacenar más de 1.200 metros cúbicos de agua para su reaprovechamiento
La Memoria de Sostenibilidad del monumento recoge la posibilidad futura de reactivarlo
Los diez grandes retos de la Mezquita-Catedral de Córdoba para una gestión más sostenible
Córdoba
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Iniciar sesiónLa Mezquita-Catedral de Córdoba ha sido fuente de inspiración para numerosas leyendas en la ciudad y, más de 1.200 años después de su construcción, continúa escondiendo secretos tanto para los cordobeses como para el gran número de visitantes que acoge cada año ... este Patrimonio de la Humanidad -en 2024, fueron 2,19 millones, su récord-.
El Cabildo Catedral, responsable de su gestión y su mantenimiento, baraja una idea destinada a mejorar la sostenibilidad del recinto con un elemento que lleva mucho tiempo sellado bajo tierra: la reactivación de un pozo subterráneo para la recogida de aguas pluviales y su posterior reaprovechamiento. En otras palabras, devolver la vida a una estructura que ha permanecido oculta durante siglos bajo el Patio de los Naranjos y cuya existencia no es tan conocida por los cordobeses. Aunque la operación es difícil técnicamente, en la primera Memoria de Sostenibilidad del monumento, que se presentó esta semana, se recoge que «actualmente se estudia su reactivación para la recogida y aprovechamiento de aguas pluviales que se canalizan a través de las cubiertas del edificio».
En el patio, casi mimetizadas con el empedrado, se encuentran tres losas de piedra que conducen a un espacio subterráneo donde permanece un aljibe de época califal. A diferencia de un pozo convencional, un aljibe no extrae agua del subsuelo, sino que actúa como un gran depósito destinado a almacenar el agua de lluvia. El de la Mezquita-Catedral tiene capacidad para 1.237 metros cúbicos, lo que equivale aproximadamente a media piscina olímpica.
Belén Vázquez Navajas es doctora en Arqueología por la Universidad de Córdoba, que versó su tesis sobre la Arqueología hidráulica en los arrabales occidentales de la Córdoba omeya. Incluyó un apartado para hablar del aljibe, construido bajo el mandato de Almanzor (976-1002). Ordenó edificar ocho naves más a todo lo largo del lado oeste de la Mezquita, incluido el patio, que tuvo que ser ampliado al este. Debajo, acometió el aljibe subterráneo para recoger el agua de la lluvia en Córdoba.
A seis metros de profundidad se encuentra el aljibe, de planta cuadrada y con 15 metros en cada lado. Tal y como detalla la arqueóloga, «se levantó con sillares de piedra calcarenita y se revistió íntegramente con mortero de cal pintado a la almagra. Se divide en nueve espacios cubiertos por bovedillas de aristas. Estos espacios están separados por pilares cruciformes de un metro de ancho, comunicados entre sí por arcos de medio punto».
El acceso al aljibe se realizaba por medio de tres lumbreras, ubicadas en el Patio de los Naranjos. Actualmente, están selladas por losas de piedra que son totalmente visibles. Un elemento que pasa casi desapercibido para los visitantes y que esconde debajo un ejemplo más de arquitectura andalusí. Contribuye a enriquecer todavía más el Patrimonio de la Humanidad de la Mezquita-Catedral de Córdoba.
Según explica la experta, «la creación del aljibe tuvo que ser probablemente con la necesidad de aumentar la dotación de agua del que ahora es el casco histórico de la ciudad. No sólo de las fuentes y las pilas de abluciones de la Mezquita propiamente dicha». El Cabildo ha barajado la posibilidad de reactivar el aljibe como un ejemplo de eficiencia en el uso del agua del monumento aunque su viabilidad técnica es demasiado complicada.
Pese a ser uno de los aljibes más importantes de la época, la construcción de este tipo de estructuras no era exclusiva de al-Ándalus, pues ya se venían realizando con anterioridad. «El aljibe de la Mezquita no es una construcción pionera como tal, pero sí debemos considerarla como una de las grandes obras de la ingeniería andalusí dadas sus grandes dimensiones», detalla la doctora Vázquez.
El aljibe bajo el Patio de los Naranjos es uno de los más grandes del Mediterráneo
Este aljibe tiene una capacidad de almacenamiento de 1.200 metros cúbicos, pero existieron otros aljibes (tanto domésticos como comunitarios) en al-Ándalus e incluso en la propia Córdoba califal omeya, pero de menor tamaño. «El que está debajo del Patio de los Naranjos es uno de los aljibes medievales más grandes del Mediterráneo», asegura la arqueóloga.
«Siempre estuvo ahí», sostiene. Pero con el paso del tiempo y la no utilización del mismo, ha pasado desapercibido. Aunque no ha sido inmune al paso de los años y ha sido objeto de reparaciones para mejorar su impermeabilización en determinados momentos de la historia. De acuerdo a lo recogido en la primera Memoria de Sostenibilidad de la Mezquita-Catedral -refleja su recuperación como una posible medida a futuro- y los retos para la agenda 2030, el aljibe podría tener una segunda vida aunque es difícil.
No hay datos acerca de su funcionamiento ya que las fuentes escritas solo mencionan su construcción. Aun así, «entendemos que el agua de la lluvia recogida en los canales de los tejados de la sala de oración de la Mezquita era transportada hasta el aljibe por medio de canales o tuberías». Estos canales aún siguen en pie con reformas tras el paso del tiempo.
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La borrasca Claudia, del pasado mes de noviembre dejó una estampa clara de cómo funciona el sistema de canales y gárgolas en la cubierta de la Mezquita-Catedral. Estas infraestructuras permitieron evacuar las fuertes lluvias del temporal dejando un espectáculo visual de 'ríos de lluvia'.
La red de canales, ubicados de manera estratégica en las cubiertas, recogen y dirigen el agua hacia salidas específicas a través de gárgolas, evitando que se acumule y deteriore el edificio. Las cubiertas inclinadas y los canalones llevan las aguas hacia conductos que desembocan en desagües que dan a la calle. Ese agua, en tiempos de Almanzor, se almacenaba en el aljibe subterráneo para su posterior reutilización.
«Podría haber sumideros en el patio para recoger las precipitaciones, pero no están constatados materialmente», explica la doctora. «Algunos expertos no descartan, además, un aprovisionamiento paralelo a través de conducciones urbanas como la procedente del remanente de las fuentes alimentadas por el Qanāt de las Aguas de la Fábrica de la Catedral, pero no es posible constatarlo científicamente», detalla.
¿Por qué no se puede visitar? El acceso al aljibe solo se realiza a través de unas lumbreras abiertas en el patio, cubiertas ahora por losas de piedra. A través de esas claraboyas particulares se puede acceder a unos túneles verticales, excesivamente estrechos, que llevan hasta la cubierta del aljibe. Sin embargo, dadas sus reducidas dimensiones, a día de hoy el acceso es complicado e inviable para el público general.
Hace ya más de 45 años, el archivero de la Catedral, Manuel Nieto Cumplido, y uno de los dos arquitectos conservadores del templo, Gabriel Ruiz Cabrero, se adentraron en el aljibe, pertrechados con linternas sin saber exactamente lo que se iban a encontrar. Hace 15 años ya, Ruiz Cabrero explicó que en la actualidad la corriente de lluvia se desvía hacia el sistema de alcantarillado, pero los ingenieros que trabajaban bajo la tutela del caudillo Almanzor conectaron los bajantes a las cisternas.
Ambos tenían constancia de la existencia del aljibe por la literatura abundante que había suscitado desde siempre el monumento, y sobre todo por las investigaciones realizadas por Félix Hernández en los años 60 y 70 del siglo XX. Lo recordó el archivero catedralicio, fallecido hace ya cuatro años: «Félix bajó a las cisternas, fue él quien las limpió y aportó documentación sobre las mismas».
Por su parte, el arquitecto Ruiz Cabrero explicó que la expedición se hizo «a través de una escalera metálica y no sabíamos cuánta agua podía contener: comprobamos al descender que la lámina era de poca profundidad, porque ya no van al aljibe las aguas que llegan al colector de la fachada de la Catedral desde las cubiertas, como sí ocurría cuando se construyó».
Los expertos aseguran que el uso del aljibe era puramente funcional y nunca estético. El califa pretendía garantizar que incluso en épocas de sequía, no faltara agua en el patio de las abluciones, donde los fieles tenían la obligación de purificarse antes de iniciar las oraciones. Que las cisternas fueran concebidas para el consumo humano está descartado, aunque fue una hipótesis de trabajo de los estudiosos en un inicio dado las amplias épocas de lluvias escasas en la ciudad durante distintas etapas del Califato.
En 2010, tal y como recogió ABC Córdoba, el Cabildo estudió la opción de hacer visitable el aljibe aunque la idea acabó diluyéndose con el paso del tiempo. Los expertos ya se mostraron reacios y poco optimistas con la idea pues el acceso es realmente complicado. Para acceder, habría que hacer una rampa para facilitar el acceso, que ahora sólo se puede realizar a través de la escalera metálica. Sería preciso levantar una de las losas situada en unas de las dos avenidas o paseos que seccionan el Patio de los Naranjos.
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