caso ERE

El mendigo testaferro: «Cuando supe que me metieron en empresas, me quería morir»

Moutaz Al Mokhtar rompe su silencio en ABC para denunciar que fue «engañado» cuando lo reclutó Vitalia para blanquear el dinero de las sobrecomisiones

El mendigo testaferro: «Cuando supe que me metieron en empresas, me quería morir» INéS BAUCELLS

antonio R. VEga

Moutaz al Mokhtar Kasem se encontraba sentado en la puerta del mercado San Antonio , cerca del barrio obrero del Raval en Barcelona, cuando una mujer se le acercó para ofrecerle un trabajo que no podía rechazar. No requería ninguna destreza ... especial y le pagarían 1.000 euros , lo mismo que ganaba al mes en su último empleo como cocinero en el restaurante Babilonia en la ciudad condal, especializado en comida hebrea. Ni siquiera era preciso que Moutaz agitara su inseparable vaso de plástico, ese sutil movimiento con el que suplica una limosna a las amas de casa que salen apresuradas de la plaza de abastos. Bastaba con que estampara su firma en unos papeles y «nosotros te pagamos mil euros cada mes», le comentó la enigmática mujer que lo reclutó. Se hacía llamar Silvia. Una morena de pelo largo, con 45 años, «muy arreglada» y que se presentaba como «Silvia, la abogada». Una señora de leyes. Un garabato y ya está. Y se olvidaría para siempre de dormir entre cuatro cartones a la intemperie, de la vida nómada entre los fríos bancos de piedra, del mecánico tintineo de las monedas de cobre al golpear el vaso medio vacío.

« Me dijeron que sólo tenía que firmar unos papeles y ellos lo hacían todo », relata Moutaz, quien por aquellas fechas estaba pasando una pesadilla. «Habían secuestrado a mi hijo en Irak y me mandaban fotos al móvil. Me decían que les daba dinero o lo mataban. Necesitaba el dinero para mandarlo. Al final le cortaron la cabeza ». El indigente testaferro de empresas vinculadas al Grupo Vitalia Vida que facturaron sobrecomisiones de los ERE fraudulentos rompe su silencio en ABC para defenderse. A pesar de vivir desde hace años en la pobreza, este iraquí de 63 años aparecía como intermediario en empresas que una organización criminal usaba como tapadera para enriquecerse con las subvenciones de la Junta de Andalucía para financiar despidos. « Cuando supe que me metieron en empresas, me quería morir. No tengo un duro para comer», solloza con un hilo de voz por teléfono. Este musulmán es insolvente y malvive con los 400 euros mensuales que reúne con ayudas sociales, de los cuales 300 van a pagar el alquiler de una habitación en la calle Santa Engracia, número 48.

Pero para el Ministerio de Hacienda , hasta que su nombre no salió en los telediarios asociado a la mayor trama de corrupción de España , era un pujante hombre de negocios. La Guardia Civil, que lo interrogó el 22 de octubre pasado tras su detención, le imputa un delito de blanqueo de capitales . Está acusado de « actuar como pantalla de forma que quede oculta la actividad directiva de los auténticos responsables de las empresas, que no son otros que Eduardo Pascual Arxé y María Vaqué Molas », según detallaron los agentes en un atestado remitido a la juez instructora del caso, Mercedes Alaya.

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