Curso 2010-2011, la gincana de Zapatero
La agenda del presidente está repleta... pero de problemas. salvar los Presupuestos, huelga general el día 29, reformas pendientes, continuar con la remodelación del Gobierno...
susana alcelay
Septiembre, afrontar la huelga general del día 29; octubre, comenzar las negociaciones para sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado para 2011 y primarias del PSOE en Madrid; noviembre, elecciones catalanas; antes de que acabe el año, reforma del sistema de pensiones, estudiar posible copago ... sanitario y posible reforma de las prestaciones por desempleo, sin olvidar subida de impuestos y cerrar una remodelación de Gobierno ya abierta... El presidente del Gobierno comienza un curso político más que caliente, incandescente, con una agenda que echa chispas y una crisis en su gabinete en marcha abierta con la dimisión/cese del ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, un secreto a voces por esperado desde hace ya meses. El ministro no pudo aguantar la presión y el jefe del Ejecutivo, acorralado por la crisis, sobre todo por el galopante desempleo, y el pánico electoral, ha dado el paso a pocos días de su primera huelga general, un nuevo desgaste.
Futuro a corto
Los múltiples asuntos por cerrar prometen convertir la vuelta del verano en una pesadilla para el jefe del Ejecutivo, que se la juega en pocos meses. Como telón de fondo, una crisis económica que dura ya tres largos años y que ha permitido al Partido Popular situarse por delante del PSOE en todos los sondeos desde hace más de un año, incluso en feudos como el andaluz. Pintan bastos para ZP.
Primera misión. Salvar los Presupuestos Generales del Estado incluso a cualquier precio, condición sine qua non si Rodríguez Zapatero quiere acabar su «legislatura horribilis». Ahora lo más difícil está encontrar compañero de viaje y, a día de hoy, sólo cuenta con un candidato, y nada fácil, el PNV, con el que coquetea a riesgo de provocar una rebelión en toda regla en el País Vasco por estar en juego transferencias que el lendakari, Patxi López, no está dispuesto a dejar en manos de un partido que está en la oposición. Políticas activas, ruptura de la caja única de la Seguridad Social...
A menos de un mes para aprobar las cuentas del Estado para 2011, los responsables económicos trabajan a toda máquina en la sede de Alcalá para cuadrar las cuentas públicas, las que reclama Bruselas, las que no se podrán desviar ni una sola décima porque ya no nos lo va a permitir. España se la juega con estos presupuestos dentro y fuera de nuestras fronteras. Quizás nunca como ahora el Ejecutivo español ha estado tan vigilado. Y quizás nunca como ahora un Gobierno ha tenido que hacer tantas cábalas para cuadrar los intereses de España con intereses políticos y con sus intereses electoralistas.
La economía española tendrá que afrontar en 2011 un ajuste brutal, que obligará a todas las administraciones públicas a apretarse sin dudarlo el cinturón. Para que las cosas marchen el déficit del conjunto de sus administraciones deberá reducirse hasta al 6% del PIB en 2011, desde el 9,3% previsto para este año 2010, lo que en términos absolutos supone un recorte de más de 33.000 millones de euros. Y para lograrlo, el Estado tendrá que reducir sus gastos en casi 10.200 millones de euros respecto a este año. Y de este recorte habrá partidas que no sólo no disminuirán, sino que seguirán creciendo, como la destinada al pago de los intereses de la deuda, que ya en 2010 absorberá más de 23.000 millones de euros, el 12,5% del gasto total. El Ministerio más afectado por el ajuste volverá a ser el de Fomento, pese a los recientes anuncios del propio presidente Zapatero de que se recortarán 500 millones menos de lo previsto inicialmente. El empleo también se resentirá en un momento más que delicado para el mercado de trabajo.
Impulso reformista
Sacar adelante los Presupuestos es, en estos momentos, el principal reto político del presidente que, además, mantendrá su impulso reformista. Zapatero tendrá que dar continuidad a unos ajustes que obligarán a nuevos recortes, a apretarse el cinturón y quizá a una nueva subida de impuestos, pero también tendrá que dar continuidad a reformas estructurales como la del mercado de trabajo con una vuelta de tuerca al sistema público de pensiones. Inmediatos serán los cambios en este terreno porque se pondrán en marcha antes de que acabe el año en respuesta a una caída de cotizantes que amenaza el sistema, sin olvidar que la Seguridad Social sigue siendo la única administración que registrará superávit este año, del 0,2% del PIB.
Los planes parecen estar claros. Antes de que acabe el ejercicio, la edad de jubilación pasará de 65 a 67 años y se sopesa ampliar de 15 a 20 los años que se tienen en cuenta para calcular la pensión y de 15 a 17 los años mínimos que se tienen en cuenta para cobrar pensión. Los planes pasan también por castigar las prejubilaciones, la vía más utilizada durante la crisis para adelgazar plantillas.
En estudio está también una reforma de las prestaciones por desempleo. El galopante aumento del paro ha puesto contra las cuerdas a un sistema a punto de reventar y las opciones son pocas, únicas: menguar las prestaciones en cantidad y tiempo son las únicas opciones. Ya lo dijo el saliente ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, en una entrevista con ABC, quizá la última concedida: «Habrá que reformar las prestaciones por desempleo», aunque emplazó los cambios a que pase la crisis, ya que el sistema de protección, dijo, «está evitando que el paro provoque una explosión social». Sólo queda conocer los planes de su sustituto al frente del Ministerio que abandona, que no llegarán hasta que pase el paro general, un desgaste que el presidente Zapatero cree innecesario para el candidato que está a las puertas.
Blanco propone y Salgado...
Difícil lo tendrá el jefe del Ejecutivo para explicar los nuevos ajustes en el Estado de Bienestar, como también lo tendrá para justificar nuevas subidas impositivas, si es que finalmente llegan, dada la confusión que los propios miembros del Gobierno están sembrando con esta posibilidad. Hace sólo unos días, el ministro de Fomento, Jose Blanco, preparaba a la sociedad española para esta subida, pero fue desmentido a las horas por la vicepresidenta económica, Elena Salgado. Ésta dejó claro que «salvo algún pequeño ajuste para favorecer la equidad» no se subirán los impuestos el próximo año.
Argumentaba la vicepresidenta Salgado que en estos momentos «tenemos un plan de austeridad que nos llevará a un 6% de déficit en el año 2011 y a un 3% en el año 2013; y para cumplir ese objetivo de déficit entendemos que la estructura fiscal que tenemos en este momento es adecuada». Recordó, en este sentido, que en los Presupuestos del año pasado ya se incluyeron subidas del IRPF (la supresión de la deducción de los 400 euros y la subida de tipos a la tributación del ahorro) y del IVA, y que la evolución de la recaudación en lo que va de año está en línea con lo estimado, e incluso algo mejor. Pero Blanco insiste: «los impuestos españoles son muy bajos».
Lo que está claro o, al menos, así lo ha dicho el presidente es que esfuerzos los habrá. Fue el pasado julio, como foro, el Debate sobre el estado de la Nación. Entonces dijo que los «nuevos esfuerzos» que el Gobierno va a pedir, y que incluirá en los Presupuestos, irán dirigidos a los ciudadanos con «alta capacidad económica». Habrá que ver qué es «alta capacidad económica» para el gabinete socialista.
Y por si fuera poca la papeleta, Rodríguez Zapatero tendrá que salvar la difícil prueba de enfrentarse a su temido choque con los sindicatos en la huelga general que para el día 29 han convocado UGT y CC.OO., sus aliados y fieles escuderos hasta la primavera pasada. Los líderes sindicales no están dispuestos a pinchar esta vez como les ocurrió en la huelga de la Función Pública del pasado mes de junio y esta vez están preparando concienzudamente desde hace meses la protesta, con el claro objetivo de impulsar una de las mayores movilizaciones desde la huelga general del 14-D, algo que, sin embargo, no espera, ni de lejos, el Gobierno, confiado en una repercusión limitada.
El sindicalismo, en marcha
El presidente del Gobierno no ha tenido vacaciones, pero Ignacio Fernández Toxo y Cándido Méndez parece que tampoco. Han recorrido durante todo el verano la geografía española, centros de trabajo en asambleas, sectores y ciudades para explicar a los trabajadores que no hacer nada, seguir de brazos cruzados viendo pasar medidas, es sinónimo de más y mayores ajustes. A los sindicalistas no les han faltado argumentos para calentar el paro y de la mano de problemas como el atasco que sufre la negociación colectiva, otro factor añadido de conflictividad social, la rebaja de la salarios aplicada a los empleados públicos, una reforma laboral que creen lesiva para los trabajadores y, lo último, un posible recorte de las prestaciones por desempleo ante el galopante aumento del paro están diseñando la estrategia que se pondrá en marcha ya en muy pocos días.
Aunque la credibilidad de las centrales sindicales se ha erosionado en los dos últimos años por su pasividad ante la crisis económica, en la cocinas sindicales que preparan las protestas se da por descontado que ahora hay razones más que objetivas para que buena parte de los trabajadores terminen saliendo a la calle, como finalmente lo hicieron en 1988, el 14-D, una movilización histórica que aglutinó el cansancio y hastío de la sociedad española de aquel momento y puso al Gobierno de Felipe González al borde del abismo. Su estrategia de erosionar a las centrales sindicales erosionó también de forma grave la base electoral socialista y favoreció el cambio de Gobierno en 1996. Es lo que a toda costa ha querido evitar Zapatero; se aprendió muy bien la lección; ha trabajado en pro de este objetivo desde que ganó las elecciones hasta que la fuerza de los hechos, el peso del ajuste y su giro drástico en la política económica ya no se lo permitió.
...Y encima colocar a «Trini»
Prueba de fuego en las calles... y también en los pasillos. Por si fuera poco, con la que está cayendo en materia económica, José Luis Rodríguez Zapatero tendrá que cerrar unas primarias en Madrid en las que debería «colocar» sin remedio a su candidata, Trinidad Jiménez, si no quiere que se ponga en entredicho su autoridad dentro del PSOE tanto por sus compañeros como por sus enemigos en el partido y fuera de él. Prueba de fuego en Madrid y prueba de fuego también en Cataluña, donde el tripartito de Montilla está condenado a la derrota y el partido socialista se la juega. Un reto mayúsculo en noviembre, antesala también de los comicios municipales y autonómicos del mes de mayo. Sin duda, los próximos meses prometen.
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