AJUSTE DE CUENTAS
Samuráis europeos
El decrecimiento no es una pesadilla lejana, está en los planes del Gobierno y en los de una Europa sin capitán
Argentina, año 1 de Milei (11 /12 / 24)
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Iniciar sesiónHay dos grandes transformaciones económicas en marcha en el mundo: la transición ecológica y la Inteligencia Artificial (IA). Los principales analistas coinciden en señalar que China lidera la primera y Estados Unidos la segunda. Así lo decía, por ejemplo, el analista Ian Bremmer en ... una conferencia reciente en Chile, donde invitaba a los países iberoamericanos, crecientemente dependientes de los intercambios comerciales con China, a no decantarse por ninguna de las dos superpotencias para no perderse una de esas dos grandes revoluciones que se materializarán en las próximas décadas. «No opten», les aconsejó Bremmer.
Mucho más cerca, en la sede del Iese en Madrid, Nemesio Fernández-Cuesta, exsecretario de Estado de Energía con Aznar, recordó en un coloquio celebrado la semana pasada, que China domina con comodidad toda la cadena de valor de la transición ecológica, desde las tierras raras hasta las baterías eléctricas pasando por las placas fotovoltaicas. ¿Cómo un proceso iniciado en París (Acuerdo de 2016), financiado e impulsado políticamente por la Unión Europea, ejecutado mediática y reglamentariamente por Bruselas, ha terminado transformándose en el modelo de negocio de China es una cuestión que no se ha aclarado ni discutido suficientemente? Más aún, cómo ha sido posible que ese proceso se haya diseñado para darle la puntilla a la industria europea del motor diésel es digno de una película de samuráis.
Parte de la respuesta podría estar en una lámina que apareció en otra conferencia celebrada la semana pasada, esta de Jesús Fernández-Villaverde. El economista mostró en una imagen los dos últimos avances tecnológicos en EE.UU. y la UE que más impacto han tenido en los medios: el cohete de SpaceX que aterriza sobre su base, en el primer caso, y la tapa rosca colgante de las botellas plásticas, en el segundo. Fernández-Cuesta, por su parte, apostó por reformar el sistema universitario y de investigación para tener «más patentes y menos papers».
Para los escépticos que piensan que el decrecentismo es una pesadilla lejana, de difícil concreción, Fernández-Cuesta les recordó que esta ideología impregna completamente el Green Deal europeo y el Plan Nacional de Energía y Clima (PNIEC) vigente, del que en parte es autora la nueva vicepresidenta Sara Aagesen. De hecho, este plan, que calificó de «esotérico», se fija como objetivo reducir el consumo de energía y, por lo visto, no sólo por ganancias de eficiencia. ¿Cómo se estimulará la inversión en nuevas redes con un consumo decreciente es otro misterio económico por resolver?
Con esta situación, reducir la brecha de crecimiento y productividad que se ha abierto entre EE.UU. y Europa en el siglo XXI se está convirtiendo en una tarea titánica. Se necesita, sobre todo, algo de lo que hablaba Bremmer en América, una visión geopolítica independiente que pueda aprovechar el conflicto y no padecerlo. Pero la falta de liderazgo en el continente es agónica.
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