La estratégica industria eólica se queda sin aire en Europa
Mientras China acelera hacia el liderato global, las trabas burocráticas y el complejo contexto económico avivan los fantasmas de la deslocalización y el cierre de fábricas en el Viejo Continente
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Iniciar sesiónUn vendaval sopla en contra de la industria eólica europea, que afronta en estos momentos una crisis sin precedentes en su historia. Las interrupciones en la cadena de suministros, los elevados precios de las materias primas, la subida de los costes energéticos y de la ... inflación, la lentitud con la que se tramitan los proyectos para la construcción de nuevos parques eólicos y la irrupción de fabricantes de turbinas y otros componentes chinos en el mercado europeo, a precios más competitivos, han desencadenado la tormenta perfecta para poner contra las cuerdas a este prometedor sector. Una industria que está llamada a cumplir un gran papel en la transición a una economía neutra en carbono y en la que se han depositado muchas esperanzas porque, además, contribuirá de forma significativa a reducir la dependencia energética que tiene el Viejo Continente.
De este contexto no escapa la eólica española, cuya industria está muy bien posicionada en el mercado global. Nuestro país cuenta con empresas en toda la cadena de valor de la energía que proviene del viento, somos la quinta nación del mundo con mayor potencia instalada, el tercer exportador de aerogeneradores del planeta y el sexto en patentes eólicas. El sector aporta 3.100 millones de euros a nuestra economía y da empleo a 30.000 personas (una cifra que se duplicará en los próximos años). Una posición privilegiada que generará muchas oportunidades de crecimiento en el futuro en el mercado de las renovables europeas, pero que en estos momentos podría estar en serio riesgo de acabar.
El sector ha pedido a la UE y los gobiernos que la cadena eólica se considere esencial y estratégica
La situación ha llegado a tal extremo que la propia industria ha solicitado a la Unión Europea y a sus gobiernos nacionales la declaración de este sector como «estratégico y esencial». Lo ha hecho recientemente la hispano alemana Siemens Gamesa, uno de los líderes europeos y en el mercado global en la fabricación de aerogeneradores. La compañía ha elaborado un libro blanco en el que se hace eco de la debacle y recoge una serie de propuestas para revertir la crisis. El documento ha llegado a diferentes organismos e instituciones europeas y nacionales, entre ellos a nuestro Ministerio para la Transición Ecológica.
Y no es la primera vez. Ya a principios de este año en una carta enviada a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, la patronal eólica del continente WindEurope destacaba «la mala salud» de este sector y hacía un llamamiento a la UE y a los gobiernos para que «reconozcan y recompensen el valor» que la industria eólica europea «aporta a la sociedad, el medio ambiente y a la transición energética».
Cierres de factorías
Cuesta cree que en un momento en el que asistimos a un 'boom' de las renovables, con ambiciosas aspiraciones de la UE y de los gobiernos nacionales para descarbonizar la economía, la industria eólica se enfrente a su mayor crisis. La propia WindEurope lo reconocía en su carta a la CE: «La industria eólica europea está perdiendo dinero, cerrando fábricas y eliminando puestos de trabajo, justo cuando debería estar creciendo para satisfacer la enorme expansión de la energía eólica que quiere Europa. Si esto continua, el Green Deal tiene problemas, sin mencionar los objetivos de seguridad energética de Europa».
Solo hay que tirar de hemeroteca para comprobar el continuo goteo de plantas de grandes fabricantes de aerogeneradores que cierran. Le ha ocurrido a la danesa Vestas, a Siemens Gamesa y a la alemana Nordex (participada por Acciona), que son referentes mundiales desde hace tiempo. Las dos primeras aún lideran el ranking global en la producción de turbinas, según el Consejo Global de la Energía Eólica, ocupando la primera y tercera posición. En la segunda aparece la empresa china Goldwing.
La eólica de nuestro continente es líder a nivel mundial. Con datos de WindEurope, cinco de los 10 principales fabricantes de turbinas del mundo son europeos y en conjunto tienen una cuota del mercado global del 42%. El sector factura 60.000 millones de euros al año, da trabajo a 300.000 personas y cuenta con 248 fábricas que producen los componentes de los gigantes del viento. Cada nueva turbina instalada genera una media de 10 millones de euros de actividad económica. Sin embargo, «todos los actores de esta industria tienen una situación financiera delicada», reconoce Jon Lezamiz, director global de Relaciones Institucionales de Siemens Gamesa.
Han llegado a esa situación por un cúmulo de factores. La pandemia causó verdaderos estragos en la cadena de suministros y problemas logísticos, que todavía perduran. «Sobrecargó los puertos y ha limitado la disponibilidad de componentes clave para los aerogeneradores. Y la guerra en Ucrania ha empeorado estos problemas», señala el libro blanco de Siemens Gamesa.
Cuando parecía que se atisbaba una recuperación, «se produjo una aceleración a la vez de todos los mercados, solicitando todos las mismas materias primas y generando cuellos de botella», explica Juan Virgilio, director general de AEE (Asociación Empresarial Eólica).
Sobrecostes
La primera consecuencia fue que los proyectos de parques eólicos comenzaron a retrasarse por problemas de entrega. La segunda: la alta demanda y la feroz competencia generaron una subida de precios de los equipos, componentes y materias primas necesarios para los aerogeneradores. Siemens Gamesa pone un ejemplo: el coste del acero ha aumentado más del 100% y, en algunos casos, se ha triplicado.
«Ahora la industria tiene que hacerse cargo de un conjunto de contratos que se formularon hace años con una situación geopolítica y precios diferentes. Además, hoy día están afectados por la inflación. La industria está cubriendo la demanda de parques eólicos de entonces a unos costes mayores y no está generando beneficios», destaca Virgilio.
Objetivos ambiciosos
Se da otra circunstancia: los ambiciosos objetivos para avanzar en la transición energética han hecho crecer la demanda de nuevos parques eólicos. Las empresas tienen en su portfolio un número de encargos a futuro récord.
La pregunta es: Sin beneficios, ¿cómo va a acometer la industria las inversiones necesarias para construir nuevos parques eólicos que se han multiplicado? «Aumentando los precios de los productos eólicos para ponerlos a precios razonables», recomienda Virgilio. «Asegurando que en los contratos se compensen los efectos de la alta inflación y proporcionando apoyo cuando los aumentos de precios no puedan ser absorbidos», reza en el documento de Siemens Gamesa. «También los gobiernos deberían incluir en las subastas una cláusula de indexación de precios, así se pueden ajustar los precios cuando aumenten los de la energía y las commodities», propone Lezamiz.
Aunque puedan afrontar las inversiones, la lentitud administrativa en la concesión de permisos para instalar parques eólicos es un freno para el crecimiento de esta industria y para alcanzar los objetivos del Pacto Verde. Y ocurre en todos los países europeos. Lo exponía la WindEurope en su carta a la CE. «Es el principal cuello de botella», sostenía. «Casi ninguno de los Estados miembros —afirmaba en la misiva— cumple con los plazos para los procedimientos de autorización. Las reglas y los procedimientos de permisos son demasiado complejos. Y las autoridades no siempre cuentan con el personal adecuado».
Radiografía de la energía eólica
Evolución de la potencia instalada en el mundo
Terrestre
Marina
En GW
Total
95,3
93,6
6,9
21,1
88,4
60,8
53,5
50,7
72,5
6,2
4,5
4,4
54,6
49,0
46,3
2017
2018
2019
2020
2021
Potencia terrestre
acumulada por países
Potencia marítima
acumulada por países
Resto del mundo
17%
Francia
3%
Canadá
2%
R. Unido
2%
Suecia
2%
Brasil
3%
España
4%
Dinamarca
4%
China
48%
China
40%
India
5%
Países Bajos
5%
TOTAL
57,2 GW
TOTAL
780,3 GW
Alemania
13%
Alemania
7%
R. Unido
22%
EE. UU.
17%
Fuente: AEE/GWEC/WindEurope / ABC
Radiografía de la energía eólica
Evolución de la potencia
instalada en el mundo
Terrestre
Marina
En GW
95,3
93,6
Total
6,9
21,1
88,4
60,8
72,5
53,5
50,7
6,2
4,5
4,4
54,6
49,0
46,3
2017
2018
2019
2020
2021
Potencia terrestre
acumulada por países
Francia
3%
Canadá
2%
R. Unido
2%
Suecia
2%
Brasil
3%
España
4%
China
40%
India
5%
TOTAL
780,3 GW
Alemania
7%
EE. UU.
17%
Potencia marítima
acumulada por países
Resto del mundo
17%
Dinamarca
4%
China
48%
Países Bajos
5%
TOTAL
57,2 GW
Alemania
13%
R. Unido
22%
Fuente: AEE/GWEC/WindEurope / ABC
Por este motivo, Europa está construyendo menos energía eólica de la que necesita para cumplir con el Pacto Verde. El pasado año instaló 11 GW y está previsto llegar a los 18GW anuales en el periodo 2022-2026. Es insuficiente, porque se debería alcanzar los 30GW anuales para conseguir que el 40% de la energía que se consuma en el continente provenga de fuentes renovables en 2030, como era el objetivo inicial de la UE. Aunque esta meta cambió el pasado mes de mayo: los eurodiputados elevaron al 45% el porcentaje de renovables para final de la década. Por tanto, todas esas previsiones de gigavatios deberán ser mayores. «Se han fijado unos objetivos muy ambiciosos y las administraciones tienen importantes problemas de recursos para la tramitación», indica Robert Navarro, presidente de APPA Eólica.
La lentitud administrativa para tramitar los parques está frenando la transición energética
«Desde que se tramita un proyecto hasta que se construye, instala y conecta pasa una media de seis años. Los más de 800 megavatios de eólica instalados en España el año pasado vienen de tramitaciones administrativas de hace cuatro años», cuenta Juan Virgilio.
La declaración de impacto ambiental necesaria para construir un parque eólico parece ser una de las mayores barreras. «Es un proceso lento, sensible y genera oposiciones sociales. Se utiliza como arma arrojadiza a nivel político y muchas veces no sale adelante porque la administración no termina de tomar la decisión», se queja Virgilio. En el caso de España, además interviene un entramado de departamentos, consejerías y concejalías de tres niveles administrativos: ministerios, comunidades autónomas y ayuntamientos.
Grandes inversiones
Luis Atienza, presidente de la consultora Argo Capital Partners, ofrece una visión de la magnitud de estos retrasos. «La ralentización en el desarrollo de proyectos eólicos es relevante en Europa —señala— por la complejidad de los procesos administrativos, por los permisos de conexión a la red eléctrica y por un creciente rechazo social a esto parques por su impacto paisajístico. Todo esto es un freno. Y es precisamente en estos países donde se desarrollan los grandes proyectos, porque hay una estabilidad regulatoria que permite estas grandes inversiones. Son inversiones que se recuperan a muy largo plazo, entre 25 y 40 años».
De no solucionar toda esta ecuación existe el riesgo de que las empresas eólicas se deslocalicen. Y esta es una de las grandes preocupaciones del sector. «Ahora que Europa es líder y tiene peso a nivel global, si seguimos con la tendencia de que los permisos para construir parques son demasiado largos, si aumentan los objetivos para instalar nuevos parques y la industria se encuentra en una situación financiera delicada, existe un serio riesgo de que la industria eólica europea se deslocalice. Y serán otras compañías de fuera del continente las que se instalarán y acometerán la transición energética generando problemas de seguridad en la cadena de suministros. Por eso, tenemos que desarrollar cadenas de suministros made in Europa, para no depender de terceros», considera Jon Lezamiz. «Como ha demostrado esta crisis, la seguridad de la cadena de suministros es un valor extraordinario para nuestras sociedades», asegura también Luis Atienza.
La entrada de China
Y es que, además, a nadie le pasa desapercibido que las empresas chinas están mirando hacia el mercado de renovables europeo. El gigante asiático está construyendo más parques eólicos que toda Europa. El pasado año el 51% de las instalaciones del mercado eólico llevaban su sello, convirtiéndose así el líder del sector. Su industria avanza en África, Asia y Latinoamérica, pero también está empezando a ganar pedidos (y subvenciones) para construir plantas de aerogeneradores en la propia Europa. Ya tienen proyectos en Francia, Italia, Croacia, Ucrania y Serbia. Por ejemplo, la empresa china MingYang ha proporcionado las turbinas del primer parque eólico marino del Mediterráneo, ubicado en el sur de Italia. Y China Three Gorges cuenta con más de una veintena de parques eólicos en España.
Potencia terrestre y marina instalada
en Europa en 2021
Terrestre
Marina
Nuevas instalaciones. En MW
R. Unido
15%
Alemania
11%
Francia
7%
Rusia
7%
Turquía
8%
Países
Bajos
8%
Suecia
12%
Otros
32%
Fuente: AEE/GWEC/WindEurope / ABC
Potencia terrestre y marina instalada
en Europa en 2021
Nuevas instalaciones. En MW
Terrestre
Marina
R. Unido
328
2.317
Suecia
2.104
Alemania
1.925
Turquía
1.400
P. Bajos
952
392
1.192
Francia
1.139
Rusia
149
605
Dinamarca
España
842
4
672
Noruega
671
Finlandia
660
Polonia
359
Ucrania
338
Grecia
Otros
1.402
R. Unido
15%
Otros
32%
Suecia
12%
Alemania
11%
Rusia
7%
Turquía
8%
Países Bajos
8%
Francia
7%
Fuente: AEE/GWEC/WindEurope / ABC
Muchos consideran que se está poniendo en riesgo la transición energética de la UE, que puede caer en manos del gigante asiático en lugar de que sea acometida por las empresas europeas que conforman la cadena de valor eólica. No quiere tomar el mismo derrotero que el sector fotovoltaico, en el que más del 90% de los componentes para fabricar los paneles solares se producen en China, con la consiguiente dependencia como hemos podido comprobar en estos dos últimos años.
Los fabricantes chinos traen precios más competitivos y otras reglas de juego. «Los costes de la industria china son un 15% menor a los de la europea, que compiten con otros requerimientos», asegura Virgilio. «Esto añade presión a nuestros fabricantes que tienen que ofrecer precios suficientemente bajos para competir, con lo cual sus márgenes se estrechan», añade Navarro.
Por eso, la industria europea solicita a los gobiernos competir en las mismas condiciones. Una solución que ayudaría, como propone el sector, sería rediseñar las subastas de adjudicaciones de parques eólicos. Que en lugar de estar basadas en el precio más barato, un 30% de las adjudicaciones tengan en cuenta criterios cuantitativos. Es decir, «otros aspectos de naturaleza técnica, social o industrial que aumenten la contribución total del proyecto a la sociedad», indica Oliverio Álvarez, socio responsable del sector de Energía y Recursos de Deloitte. Como «la riqueza que la instalación aporta al territorio, los puestos de trabajo, si promueve la cadena de suministros local, su impacto medioambiental...», detalla Navarro. Atienza pone un ejemplo: «Para recibir incentivos en las subastas americanas se establecen unos requisitos de americanidad, como la vinculación con el tejido industrial americano». La UE ya ha dado la directriz de que el 30% de las subastas se otorguen con estos criterios. Ahora falta que lo hagan los gobiernos nacionales.
Mercados protegidos
Tampoco las exportaciones ayudarán a que el sector salga adelante. Porque se produce un efecto colateral: para proteger a la industria nacional, los gobiernos están dificultando la entrada de aerogeneradores extranjeros. «Las empresas españolas que fabrican las torres de los aerogeneradores están pagando aranceles del 73% en Estados Unidos. Es un impuesto bestial. Tanto es así que los fabricantes han virado hacia otros mercados», comenta Virgilio. Hay otras estrategias. «Por ejemplo, —dice Álvarez— las tierras raras se utilizan en los imanes que hacen funcionar las turbinas eólicas. El suministro mundial está en China. La demanda de estas materias primas se multiplicará en las próximas décadas, mientras asistimos a la progresiva implantación de medidas para limitar la exportación de estas materias en algunos países y favorecer así la industria local».
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A pesar de batirse en este vendaval, la eólica europea todavía está a tiempo de mantener su posición privilegiada en el mercado global. Eso sí, siempre que los vientos cambien.
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