El emprendedor español que ilumina una nueva energía
Con la startup Bioo, el joven inventor Pablo Vidarte busca cumplir su sueño de crear ciudades limpias con la generación de electricidad a partir de la tierra

Despertarse, iniciar el día teniendo contacto con la naturaleza, salir a pasear y encontrarse con una ciudad biotecnológica cuya energía es potenciada por la naturaleza… El sueño de una ciudad idílica donde se respira aire fresco, no esmog, y los cielos son azules y ... no verdosos. Son las ciudades que imaginamos desde hace décadas, pero que nadie se ha preocupado por construir. Hasta ahora.
Bioo es la empresa biotecnológica de Pablo Vidarte con sede en Barcelona que se encarga de crear diferentes tecnologías para transformar las ciudades. Han creado dos soluciones: Bioo Panel y Bioo Switch. La primera de ellas consiste en «generar electricidad a partir de la propia tierra, con baterías biológicas que puedes enterrar debajo de parques, de jardines y generar energía sin dañar ni alterar ningún ser vivo». La segunda, en cambio, utiliza «plantas como interruptores biológicos, es decir, somos capaces de activar, al tacto con una planta, luces y sonidos», explica el CEO y fundador de una de las cincuenta empresas más innovadoras del Viejo Continente según el Parlamento Europeo.
¿Cómo pueden estas dos soluciones transformar ciudades? No solo generan energía (aproximadamente 15Wh/día en un área de 7x7 metros), también ahorran agua (hasta un 50% gracias a su sistema de irrigación subterráneo, capaz de evitar evaporaciones), reducen el calor (hasta 4º de temperatura) y absorben CO2 de forma activa (anualmente al menos 334,4 g. de emisiones de carbono por metro cuadrado). Es decir, «no son soluciones neutras en carbono, sino que literalmente lo absorben» aclara el CEO.
Las dos tecnologías se utilizan para crear macroproyectos que traen como resultados espacios que juntan naturaleza, tecnología y ciudades. «Construimos el primer Jardín Botánico biotecnológico del mundo en Ibiza. Es un sitio que cualquiera puede visitar. Lo que hemos hecho es recrear diferentes entornos: salinos, lunares, de bosques, desiertos, mediterráneos, etcétera», explica el director ejecutivo de Bioo. Este jardín ha logrado recuperar especies, «algunas incluso que se creían extinguidas».
Si bien es cierto que la empresa se está enfocando en Europa, también cuenta con proyectos «en sitios más estrafalarios como Neom», la ciudad planificada al noreste de Arabia Saudí que ha dado mucho de que hablar en los últimos meses.

La aventura o revolución que supone la creación de estas ciudades empezó hace más de siete años, cuando Vidarte despertó en medio de la madrugada después de haber soñado con una ciudad llena de naturaleza cuya tecnología se escondía bajo el suelo. «A las tres de la mañana yo me despierto y pienso que eso sería brutal hacerlo. Estuve al principio dos semanas estudiando todas las formas de conseguir algo así», recuenta Vidarte. Fue en ese momento cuando descubrió que las baterías biológicas existían desde los setenta.
Dejó la universidad y empezó entonces el trabajo acompañado de un grupo de profesionales voluntarios que creían en el proyecto. Un año después, en 2015, fundó la empresa de forma oficial, aunque no ha sido hasta finales de 2021 cuando ha desembarcado en el mercado, lo que significa que esta empresa biotecnológica lleva casi siete año desarrollando su tecnología y sus estrategias de I+D.
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Bioo, que fue reconocida en 2016 por Google y South Sumith como la empresa más disruptiva del mundo ese año, ha logrado levantar cinco millones y medio de euros de los cuales tres millones provienen de financiación privada y dos millones y medio de la Comisión Europea. Entre los objetivos a futuro cercano se avista el cierre de una ronda de por lo menos cinco millones de euros en febrero. A más largo plazo, finales de 2023, planean el lanzamiento de una línea agrícola que consistirá en el Bioo Sensor, el primer sensor sostenible para agricultura alimentado energéticamente por la tierra (es el doble de barato que las baterías y diez veces más económico que los paneles solares en sensores agrícolas). Y para dentro de unos años, 2050, se plantean «un objetivo bastante ambicioso», reducir hasta el 1% de las emisiones de CO2 a nivel mundial.
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