«Aquí es el trabajador el que tiene la sartén por el mango»
La visión lapona de José Mijares, un español que montó su propia empresa turística en Honningsvåg
P. RODRÍGUEZ
Desde 1997, el español José Mijares vive en la parte noruega de Laponia. Hace ocho años, junto a su mujer, Gloria Pamplona, fundó su propia compañía de servicios turísticos en la localidad de Honningsvåg. Proyecto que incluye una tienda, un bar de hielo y visitas ... para cruceros. Desde su experiencia de primera mano, tiene bastante claro que «aquí es el trabajador el que tiene la sartén por el mango». Ya que, según explica, «la fuerza sindical es impresionante y cualquiera que se considere víctima de un incumplimiento de convenio puede provocar que en diez minutos al empresario le pongan las pilas con una inspección».
A pesar de las apariencias de flexibilidad laboral, Mijares destaca que el mercado laboral en Noruega está regulado al milímetro y no precisamente a favor de las empresas: «A toda persona que empieza a trabajar se le asigna un número y una tarjeta de impuestos. Se cobra por horas, en función de tarifas establecidas para cada gremio. Y no se permite cobrar ni un céntimo menos. No te pueden pagar en dinero negro, no te pueden hacer trabajar horas extras sin la debida compensación, sábados y domingos tienen una bonificación del 40% y si una empresa necesita a un empleado para algo imprevisto, le tienen que pagar como mínimo tres horas».
En términos comparativos, Mijares insiste en que lo que realmente separa a los trabajadores españoles y noruegos «es un diferente concepto de vida». «En España —argumenta— trabajamos un montón sin cobrar horas extras; cuando hay que apretarse el cinturón, nos lo apretamos; y cuando se generan beneficios, nunca se comparten con los empleados. En Noruega, la sociedad es todo lo contrario. Lo que más valora la gente es el tiempo libre, tener una vida propia que pueda ser conciliada con la familia».
Con todo, Mijares también cree que es más fácil embarcarse en un proyecto empresarial en Noruega que en España: «En cuestión de burocracia, nuestra experiencia es que pudimos completar todos los trámites en el plazo de una a dos semanas. Y todo funciona con ayuda de Internet. A mí me sorprendió». Aunque este aventurero español también recalca el enorme esfuerzo económico que supone montar una empresa donde «un carpintero para acondicionar un local te está cobrando 60 euros a la hora y no encuentras nada más barato». Eso sin mencionar los costes disparados que supone operar en una zona tan remota como Laponia.
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