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«Si las regiones quieren dinero, que suban impuestos y no pidan al Estado»

Ángel de La Fuente, economista y director de Fedea, ya ha presentado su propuesta de modelo de financiación, en el que considera que «el Estado no debe recentralizar competencias, sino supervisarlas»

Javier Tahiri

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El entrevistador encuentra a Ángel de la Fuente (Gijón, 1962) en su despacho de Fedea, trabajando con la música a todo volumen. Director de la fundación, que cuenta entre sus patronos a empresas del Ibex 35, este economista es el mayor experto en balanzas fiscales de España –es el autor de las que publica cada año Hacienda– y ya ha presentado su propuesta de modelo de financiación.

—¿En la reforma, el Estado debe dar más recursos a las comunidades?

—Gratis, no. Si quieren más dinero, se tienen que mojar y subir impuestos. Que se lo regalen sin contrapartida genera incentivos muy perversos.Lo que sí habría que darles son más herramientas para que obtengan los recursos que puedan necesitar, pero pidiéndoselos a sus ciudadanos y no a Madrid. De ahí mi propuesta de darles el control colegiado sobre los tipos de un tramo autonómico del IVA y los Impuestos Especiales.

—¿Qué es más importante para el futuro modelo, garantizar la igualdad en la prestación de los servicios públicos, el principio de ordinalidad –que el ranking de recaudación de regiones no se altere– o la solidaridad

—Las tres cosas. Para que haya igualdad debe haber solidaridad. La ordinalidad la veo como una restricción casi de sentido común. El modelo debería reducir las desigualdades, pero sin alterar la ordenación original por recaudación. Las dos cosas son consistentes, de hecho el principio de ordinalidad es consistente con la igualdad total en financiación por habitante ajustado. Yo sería partidario de la igualdad total, pero dudo que ahora mismo sea políticamente viable, así que me conformaría con que el abanico de financiación por habitante ajustado sea reducido, digamos de menos de 10 puntos, lo que sería una gran mejora frente a la situación actual en la que es de 30 puntos (todo ello sin contar a las forales).

—¿Qué contraprestación habría para las autonomías que pierdan?

—Un período de transición para que nadie salga perdiendo en términos absolutos. A poco que crezca la economía, esto se puede hacer sin problema. Y un sistema más justo y sostenible para todos.

«En las metas de déficit hay que distinguir por regiones, como la UE lo hace por Estados»

—¿Qué le parece condonar el FLA como forma de aportar recursos?

—No soy partidario de regalar nada, tampoco el FLA, porque eso agravaría los enormes problemas de incentivos que ya tenemos. Pero a juzgar por la experiencia pasada, es fácil que el Gobierno Central termine aportando recursos de alguna forma. Si es así, habría que minimizar los daños y para eso convendría evitar una condonación indiscriminada de todo el FLA, porque eso supondría premiar a los que peor se han comportado. Tendría que ser una condonación parcial y con algún criterio de reparto más razonable, posiblemente ligado inversamente al nivel de financiación en el pasado, y con alguna compensación para los que mejor han cumplido con los objetivos de déficit.

—¿Cree que el FLA debe eliminarse?

—Sí. El FLA tuvo sentido en su momento como mecanismo de emergencia ante una situación de cierre de los mercados a las autonomías. Pero ahora crea más problemas de los que resuelve. Hay que empujar a las comunidades a ir volviendo a los mercados, cobrándoles intereses un poco por encima del mercado para que tengan incentivos a buscar otras alternativas.

—¿Apoyaría objetivos de déficit diferenciados?

–Sí, creo que habría que distinguir por comunidades, igual que Europa distingue entre estados miembros en función de su situación.

—¿Y armonizaría IRPF entre comunidades autónomas?

—No. Que compitan, que es muy sano, aunque hay que tener cuidado en casos como Sucesiones en los que puede resultar demasiado fácil robarle la base tributaria al vecino.

«Hay que empujar a las autonomías a que vuelvan a los mercados»

—En una comparativa con el modelo alemán, alababan que allí el sistema tuviera clarosus objetivos: apoyar a las regiones del Este.

–Sí, me gusta la claridad en el objetivo y el que se sepa desde el principio que las ayudas se irán reduciendo poco a poco. Lo que no me gusta tanto es mezclar las ayudas al desarrollo regional con la financiación de los servicios básicos. Entre otras cosas, porque creo que hay que aplicar criterios distintos en cada caso. En materia de financiación para sanidad o educación, no puede haber diferencias importantes dentro de un mismo país y esa garantía de igualdad no puede tener un límite temporal. En el caso de los programas de desarrollo, sin embargo, yo creo que hay que ser más exigente y seguramente tiene sentido poner plazos.

—En campaña nadie ha detallado qué modelo de financiación se defiende.

—Esto suele pasar. Los partidos no precisan sus propuestas para no perder votos en según qué territorios. 

—¿Qué piensa del modelo federal?

—Decir «modelo federal» es no decir nada. Lo que tenemos ya es un modelo federal y hay muchos modelos federales distintos.  

—¿Cómo valora la gestión del Gobierno de Rajoy, el no haber reformado el modelo

—La reforma debería haberse hecho en la pasada legislatura. Era el momento ideal porque el mismo partido que tenía mayoría absoluta a nivel nacional gobernaba la mayor parte de las comunidades y porque en una situación de crisis la gente está más abierta a hacer cambios importantes. El Gobierno sostenía que no era el momento porque no había dinero adicional que repartir, pero a mi entender esto también era buena cosa porque neutralizaba la tentación de hacer regalos.

—¿Centralizaría competencias?

—No. Estaría bien que el Estado ejerciese realmente algunas competencias de inspección, supervisión y coordinación que ya tiene, pero no recuperaría la gestión de la sanidad o la educación.

—¿Y las forales?

—La gran reforma en ese ámbito no sería eliminar el Concierto sino aplicarlo de acuerdo con la ley, en particular a la hora de calcular la contribución de las haciendas forales. Con esto, saldrían números muy distintos de los actuales, y ni el País Vasco ni Navarra tendrían una financiación tan beneficiosa. Para esto también haría falta un periodo de transición, seguramente muy largo.

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