La morosidad encadena ya dos meses de subidas por la crisis del coronavirus

De hecho, la morosidad de la banca siguió cayendo, de forma que en mayo se situó en el 4,67%, para registrar así su nivel más bajo desde ese mismo mes de 2009 (cuando la economía española se adentraba en la gran crisis anterior). Sin embargo, el pasado julio los impagos a la banca ya empezaron a aumentar, las entidades ya empezaron a conceder menos créditos y la tasa de morosidad subió al 4,72% (su primer avance del año).

En agosto volvió a elevarse, en este caso hasta el 4,75% , según los datos provisionales que ha difundido este jueves el Banco de España.

Aunque la morosidad de la banca (incluidas antiguas cajas de ahorros, cajas rurales y otras cooperativas de crédito) fue del 4,67% en agosto, la relativa a los establecimientos financieros de crédito (EFC) se disparó hasta el 7,05%.

Ese nivel es el más elevado desde julio de 2016 , más de cuatro años, después de haber subido durante tres meses consecutivos. Entre marzo y mayo (en los meses del confinamiento) la morosidad de las financieras de consumo se estancó en el 6% y desde entonces no ha parado de subir.

En términos generales, los avances de la tasa morosidad se deben fundamentalmente a la caída del crédito concedido por las entidades , aunque también a un leve repunte de los impagos en sí, según se refleja de las estadísticas publicadas por el supervisor bancario español.

De hecho, la cartera crediticia quedó al final de agosto en 1,221 billones de euros, desde los 1,226 billones de julio, una caída que, en cualquier caso, es típica de ese mes de año. A ello se sumó que el crédito impagado se elevó de 57.920 a 57.970 millones de euros.

Pese al repunte de la morosidad en julio y agosto, el ratio actual del 4,75% está aún muy por debajo del de agosto de 2019 (5,23%), ayudado por la mejora del crédito dudoso, que ha bajado en 4.727 millones en esos doce meses.

La ratio de mora sigue contenida gracias a las medidas de estímulo aprobadas por el Gobierno para tratar de mantener en marcha la economía, afectada por la pandemia, y también a las moratorias para hipotecas y préstamos de consumo que después fueron ampliadas de forma voluntaria por las propias entidades.

Gracias a estas ayudas, muchas familias redujeron temporalmente la cuota mensual de sus créditos , al pagar solo intereses, con lo que aplazan e, incluso, evitan ser considerados morosos, condición que se da cuando han pasado al menos 90 días desde el primer impago.

Sin embargo, los expertos coinciden en alertar de que cuando se agoten las ayudas la morosidad tenderá a dispararse. La consultora Bain & Company, calcula que el saldo de préstamos morosos de la banca española puede llegar a triplicar el de la crisis financiera de 2008.

En junio, Axesor ya advirtió de que el colchón de capital de 92.000 millones de euros con que contaban entonces los bancos españoles podría ser insuficiente para afrontar un empeoramiento de la morosidad.

Según el Observatorio Assets Under Management de la consultora Axis Corporate, difundido el pasado julio, la tasa de morosidad podría oscilar entre el 11% y el 15% este año, aunque considera que el sector inmobiliario y financiero siguen suficientemente sólidos para afrontar tales perspectivas.