La minería submarina se abre paso sumergida en un océano de dudas
El reglamento para explotar aguas internacionales, que la ONU debe tener listo antes de julio de 2023, abre la puerta a un negocio que enfrenta a gobiernos, ecologistas, empresas y divide a la Unión Europea
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Iniciar sesiónSumergidos hasta 6.000 metros de profundidad en los océanos, hay yacimientos con minerales tan conocidos como el oro, plata, cobre, níquel, zinc, litio, cobalto, paladio, estaño, platino... Otros, sin embargo, resultan verdaderos extraños como el indio, rutenio, wolframio, bismuto, telurio, galio, germanio o tierras ... raras como el neodimio... Todas son materias primas críticas sin las que no sería posible el mundo en el que vivimos. Están en nuestros móviles, tabletas, en los coches eléctricos, en el frigorífico y hasta en los aerogeneradores de los parques eólicos y en los paneles fotovoltaicos. Sin ellos ni avanzaría la tecnología ni la transición energética a una economía sostenible. Pero los yacimientos terrestres de donde ahora se extraen estos minerales están sometidos cada vez a mayor presión.
De ahí, que se haya despertado el interés por buscar otros filones alternativos de donde obtener tan codiciados materiales. Además será necesario cubrir la demanda futura de estos minerales estratégicos, que crecerá como también lo hará la población. Por eso, empresas y gobiernos han puesto su mirada en explorar los fondos marinos y explotar de forma comercial los yacimientos oceánicos. Un nuevo negocio no exento de polémica, ya que están involucrados diferentes intereses y grupos de presión con visiones contrapuestas sobre el impacto sostenible de esta actividad.
Desde luego, la minería submarina en el océano profundo (por debajo de 200 metros) supone, sin duda, un gran desafío tecnológico para diseñar enormes máquinas que recojan estos minerales, los suban a la superficie y, además, soporten grandes presiones y bajas temperaturas. Pero también es un reto financiero hacer que estas explotaciones sean rentables y sobre todo respetuosas con el medio ambiente.
Impacto ambiental
Este es el gran caballo de batalla de la minería en aguas profundas. Diversos estudios e investigaciones han advertido que explotar yacimientos submarinos tendría graves efectos sobre la biodiversidad y ecosistemas de los océanos a gran escala, liberaría contaminantes, acabaría con muchas especies e incluso amenazaría la productividad pesquera. Y de hecho, son muchas las voces que han pedido a los gobiernos una moratoria (e incluso la prohibición) para frenar el desarrollo de la minería submarina hasta que se conozcan sus potenciales impactos en el medio ambiente y exista una regulación que los tenga muy en cuenta. Reivindicaciones que no solo llegan de asociaciones ecologistas, también científicas, de gobiernos e incluso grandes empresas como Samsung, BMW, Google y Volvo se han comprometido a no utilizar estos minerales en sus negocios.
Un informe de la Comisión Europea recomienda «explorar» «la minería de los fondos marinos»
Pero el conflicto de intereses en torno al desarrollo de esta tecnología provoca incluso que algunas instituciones defiendan una postura y sugieran a continuación otra totalmente opuesta. Por ejemplo, al mismo tiempo que el Congreso de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) (que reúne cada cuatro años a miles de líderes y representantes de gobiernos, de la sociedad civil, de empresas y del mundo académico) pedía la moratoria sobre la minería en aguas profundas, la Comisión Europea publicaba el «Informe de Prospectiva Estratégica 2021», recomendado que «es necesario explorar nuevas formas de abastecimiento, como la minería espacial y de los fondos marinos, de conformidad con los principios acordados internacionalmente». Y eso que, poco antes, el Parlamento Europeo había solicitado a la CE y a los Estados miembros que apoyen la moratoria. Lo han hecho gobiernos de diferentes países y muchas organizaciones de muy distinta índole. En España, la industria pesquera, ayuntamientos, comunidades autónomas, partidos políticos...
Incluso en el propio seno de la UE no se ponen de acuerdo. Mientras países como Italia, Suecia, España, Alemania, Austria, Italia y Portugal se pronuncian a favor de una moratoria, otros como Noruega no quieren oír hablar de ello, como tampoco Bélgica. Esta última patrocina a la empresa belga Global Sea Mineral Resources (GSR), que ya ha desarrollado un prototipo de robot para llegar a yacimientos en el Pacífico que se encuentran a 4.000 metros de profundidad. Y aunque, por ejemplo, Francia se abstiene en este asunto, sí que cuenta con una Estr ategia Nacional para los Fondos Marinos Profundos.
Pero es que se da otra circunstancia más: la UE está financiando diferentes proyectos para investigar y mapear posibles yacimientos y todo lo que hay en las aguas del Viejo Continente e incluso proyectos para avanzar en tecnologías para la extracción de minerales críticos de fondos profundos.
Por tanto, el discurso ecologista parece no detener los intereses empresariales y de los países por avanzar en la minería submarina y las primeras explotaciones podrían llegar más pronto de lo que muchos quisieran.
El regulador
Así está la situación: la Autoridad Internacional de Fondos Marinos (ISA, por sus siglás en inglés) es una agencia que Naciones Unidas creó en la década de los noventa con el fin de elaborar un régimen jurídico para regular la prospección, exploración y explotación de minerales marinos en aguas internacionales (es decir, aquellas que no están en las jurisdicciones nacionales), que suponen el 50% de la superficie terrestre y que son precisamente donde se encuentran la mayor parte de los yacimientos que pueden resultar interesantes para obtener minerales críticos. En esta agencia participan 168 países, entre ellos España, y observadores de diferentes organizaciones.
ISA ya ha firmado 31 contratos a 15 años para explorar yacimientos en los fondos marinos con 22 contratistas (gobiernos y empresas públicas y privadas). Entre ellos están Bélgica, Alemania, Polonia y Francia, también el Reino Unido, Japón, China, La India, la República de Corea... «La Autoridad ha elaborado reglamentos, que incluyen disposiciones relativas a la protección ambiental, para regular las actividades de exploración», reza en la carta de presentación de Michael Lodge, secretario general de ISA.
Hay 31 contratos para explorar yacimientos de minerales críticos en aguas internacionales
Pero diversas asociaciones ecologistas se han quejado de la falta de transparencia de esta agencia y consideran que está más involucrada en defender los intereses de industria minera de aguas profundas que en proteger nuestros océanos. Se da el caso además, como advertía un informe de Greenpeace de 2020, que un puñado de compañías se estaban haciendo con el control de esta industria a través de otras empresas subsidiarias, subcontratistas o asociadas: la canadiense The Metals Company, el grupo belga GSR y la estadounidense Lockheed Martin. Entre las tres ya tiene contratos para explorar medio millón de kilómetros cuadrados del lecho marino internacional del Pacífico.
Pruebas
Hasta ahora lo que se está haciendo son «experimentos en pequeñas parcelas donde se extrae un pequeña cantidad de minerales de los fondos marinos para ver cómo reacciona la fauna y flora, para ver qué se puede o no hacer y dónde. Los fondos marinos son más desconocidos que la Luna. Tienen muchos interrogantes. Es necesario invertir más en investigación para saber dónde explotar, con qué herramientas y que se haga con una regulación coherente. Antes o después llegará la minería submarina», afirma Francisco Javier Gónzalez, investigador del Instituto Geológico Minero de España (IGME). Porque «cada vez es más difícil encontrar grandes yacimientos y buenas reservas de estos minerales en tierra. Si no tenemos aprovisionamiento de minerales críticos vamos a tener graves problemas para afrontar la transición energética. Por eso hay mucho interés por parte de empresas y países en tener conocimiento en este campo», explica el investigador.
Pero quedan muchos retos por delante, como también apuntan otros investigadores. «Permitir la explotación de estos recursos sin el conocimiento necesario de lo que hay en los fondos marinos es un auténtico suicidio. Apenas conocemos un 5% de lo que hay y muchos de los recursos se encuentran en hábitats muy sensibles. Hay que hacer un mapeo de los yacimientos explotables y también de todo lo que tenemos en los fondos oceánicos. Ahora no existe una tecnología medioambientalmente aceptable para explotar estos yacimientos. Para las empresas sería costoso y no rentable hacerlo de forma sostenible», comenta Ricardo Aguilar, Senior Advirsor&Expedition Leader de Oceana en Europa, una organización internacional en defensa de la conservación de los océanos. «En los fondos oceánicos tenemos una reserva importante de materiales estratégicos que si se pudieran explotar de manera rentable estaría siempre disponible. Hay que poner en equilibrio el impacto ambiental y las necesidades del hombre, investigar para tomar decisiones», también cree Manuel Regueiro, presidente del Colegio Oficial de Geólogos (ICOG).
Cambio de escenario
Pero esta fase de exploración dio un gran giro el año pasado, cuando entró en escena un desconocido Nauru, el tercer país más pequeño del mundo (tiene 21 km2), situado en la Micronesia, queriendo ponerse en cabeza en la carrera por tener la primera mina submarina del mundo en aguas internacionales. Comunicó a la agencia ISA que en 2023 solicitará la extracción comercial de minerales de los fondos marinos de la Zona Clarion Clippertona (que se extiende entre México y Hawai) a través de la empresa que patrocina, NORI (Nauru Ocean Resources Inc). Da la casualidad que esta es propiedad de The Metals Company, una compañía canadiense antes conocida como Deep Green.
Con este acto, Nauru obliga a la agencia ISA a desarrollar la normativa necesaria para empezar a explotar comercialmente yacimientos oceánicos en aguas internacionales en un plazo de dos años, que cumple en julio de 2023. Se abrirá así la puerta a la industrialización de la minería submarina antes de lo esperado. Esta regulación «sería una imagen en la que podrían reflejarse los países para desarrollar sus propias legislaciones, como ha hecho Noruega», indica el investigador Javier González.
El plazo para elaborar una regulación de explotación de yacimientos océanicos expira en julio de 2023
Métodos de explotación submarina
Depósitos de
sulfuros masivos
Nódulos
polimetálicos
Cortezas de
ferromanganeso
Carga de lodos deshidratados en buque de carga
Buque de extracción
y procesado
Buque de extracción
y procesado
Buque de
carga
0
500
Bomba de
succión
Tubo de
vertido
Tubo de
succión
1.000
Pluma de
colas
1.500
Conductos
flexibles
Corales y monte
submarino
2.000
Profundidad:
800-2.400 metros
2.500
3.000
Vehículos de
excavación
continua
3.500
Profundidad:
1.000-4.000 metros
4.000
4.500
Profundidad:
4.000-6.000 metros
5.000
5.500
Vehículos de
recolección
6.000
Fuente: Informe "La mineria submarina en España", Ecologistas en Acción / ABC / CG. Simón
Métodos de explotación
submarina
Depósitos
de sulfuros
masivos
Nódulos
polimetálicos
Cortezas de
ferromanganeso
Carga de lodos deshidratados en buque de carga
Buque de
extracción
y procesado
Buque de
extracción
y procesado
Buque de
carga
Bomba de
succión
Tubo de
vertido
Tubo de
succión
Pluma de
colas
Corales
y monte
submarino
Conductos
flexibles
Profundidad:
800-2.400 m
Vehículos
de excavación
continua
Profundidad:
1.000-4.000 m
Profundidad:
4.000-6.000 m
Vehículos de
recolección
Fuente: Informe "La mineria submarina en España",
Ecologistas en Acción
ABC / CG. Simón
A grandes rasgos, así es la tecnología para extraer minerales del fondo de los océanos: «No es excavar un túnel —detalla Javier González—. Los nódulos de manganeso son como pelotas de tenis que están en la superficie del fondo. Y las costras de manganeso recubren las rocas del fondo marino. Hay que bajar con máquinas hasta 4.000 metros y trabajar sobre estas superficies. Los buques operan en remoto a los robots que hacen la recolección del mineral y las bombas succionan ese mineral hasta el buque, que lo almacena y lo lleva a plantas de tratamiento en tierra firme». En este proceso muchas cosas pueden ocurrir: enturbiar y remover el fondo marino, arrastrar poblaciones de fauna, destruir ecosistemas como esponjas y corales, liberar sustancias tóxicas y gases de efecto invernadero secuestrados durante millones de años en los fondos... como expone un informe de Ecologistas en Acción. Todo esto «se intenta solventar para afectar lo menos posible al fondo marino», asegura González.
Pero caben las dudas: «En zonas profundas no habrá tanto problema porque la biodiversidad va desapareciendo con la profundidad. Pero en los montes submarinos hay hábitats muy vulnerables. La extracción de estos depósitos se lleva toda la superficie del fondo y los organismos que viven encima. Son como bulldozer que van arrancando toda la costra. Tenemos suficiente tecnología pero no conocemos otra forma de extraer los minerales», cuenta Juan Tomás Vázquez, investigador científico del Instituto Español de Oceanografía (del CSIC). Aunque así sea, y aunque falte conocimiento y se trate de un asunto polémico, parece que la minería submarina está más cerca que lejos.
Recuperar minerales ya usados
«Hay alternativas a la minería submarina», asegura Cristóbal López, coordinador del área de Minas de Ecologistas en Acción. Por ejemplo, «buscar sucedáneos a estos minerales estratégicos, que quizá no sean tan rentables para la cuenta de resultados de las empresas pero medioambientalmente son beneficiosos para el planeta». Desde esta organización sobre todo se propone impulsar la recuperación de estos metales de los residuos eléctricos y electrónicos que se generan cada año. «En un teléfono móvil inteligente el oro se encuentra 100 veces más concentrado que en las minas. Tendríamos suficiente para cumplimentar la demanda para el despliegue de nuevas tecnologías y de energías renovables», considera López.
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