Pachá como empresa estratégica o la intoxicación moral del sanchismo
El 'presimiente' Sánchez nos dice que la luz está más barata que hace años, que la inflación es coyuntural, que hemos salido más fuertes de la pandemia y, ahora, que Pachá es estratégica. Pues... falta a la verdad, si no, ¿por qué nuestra economía pide a gritos empresarios de verdad y políticos de fuste para lograr una irrigación animada en la circulación de nuestro tejido productivo?
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Iniciar sesiónVale, venga, aceptamos Pachá como empresa estratégica. A semejante estado de resignación se ha reducido la capacidad de aceptación de los españoles, sometidos a un agotamiento tal que precisa un esfuerzo constante para mantenerse en pie. A buen seguro el mismo comité de ... expertos que decidió sobre el rescate de Plus Ultra, y empleando sin duda idénticos argumentos, ha entregado 18 millones de euros a una discoteca previa catalogación de empresa estratégica. Las empresas bandera de España no son ya para nuestro Gobierno los Santander o las Telefónica, sino Pachá, un lugar representativo en el imaginario colectivo por muchas cosas pero muy pocas revestidas del barniz estratégico que requiere semejante subsidio público, máxime si se efectúa bajo el paraguas europeo. El rescate de Pachá con un par de decenas de millones de euros seguro que ilustra a la perfección a los países frugales, que con tantas dudas han accedido a soltar los fondos procedentes de los impuestos de sus ciudadanos, sobre la firme mano de nuestro Ejecutivo para repartir unos dineros que no son suyos. El rescate de un botellón, en suma, es la imagen de la España de Sánchez, el resumen de una intoxicación moral acompañada del escamoteo de la verdad y el enérgico respaldo de la mentira. El PSOE S. A. cuenta con sus nuevos Leonardos, Erasmos y Gutenberg; Rosauros, Paces y Barrosos son la nueva generación de avispados llamados a conquistar el futuro, el colectivo constructivo e iconográfico de esta España de pandereta y cubalibre.
El presidente Sánchez nos dice que la luz está más barata que hace años, que la inflación es coyuntural, que hemos salido más fuertes de la pandemia y, ahora, que Pachá es estratégica. Pues habrá que creerlo, porque todo depende del país que se quiera edificar y las intenciones de cada cual. No vale el prestigio, sino la fama. Y así nos va. Es así como se entiende que deba ser un empresario de la noche el que guíe los destinos de una España a ritmo de discoteca. ¿Quién mejor? Un ejemplo más del capitalismo de amiguetes latente siempre en este santo país. ¿A alguien no le suena ya las veces que, de nuevo como ejemplo, Varo ha salido en los medios tras algún movimiento de sillas o tras visitar a su amigo el 'presimiente' del Gobierno? Y no lo digo yo, es que entre bambalinas de sedes de diferentes partidos políticos, de colores variopintos créanme, muchos señalan desde hace tiempo al joven empresario como uno de los visitadores más presente y frecuente en La Moncloa, con su prestigioso cargo bajo el brazo de consejero de Prisa, íntimo de Javier de Paz (reconocido en el mundo político empresarial como representante de facto de Telefónica ante el Gobierno Sánchez), e hijo de una exdiputada del PSOE, Juana Amalia Rodríguez , compañera de bancada de Sánchez entre 2016 y 2019. Cerrado el círculo, se entiende el ejemplo. El caso es que si fuera el único... Lo dejo para otro día, hoy no toca y son muchos ya...
Porque ahora el verdadero y dramático problema que nos ocupa es que ni hemos salido más fuertes ni podemos hacer frente al recibo de la luz, ni casi a la cesta de la compra, porque nuestra economía necesita un plan y gente de Estado, no un ron-cola ni a Chimo Bayo y su ruta del bacalao justa, de coalición e inclusiva. La economía necesita -decía- empresarios de verdad y políticos de fuste para lograr una irrigación animada en la circulación de nuestro tejido productivo. Urge una desintoxicación moral y un cambio de rumbo urgente. La desconfianza mutua se revela mucho más fuerte que la confianza y las malas noticias gozan de mayor credibilidad que las esperanzadoras.
Por ello merecen mención especial como recordatorio para todos ustedes las cifras más relevantes de cierre del año que dejan en evidencia la toxicidad de los mensajes del Gobierno y la manipulación que hace de ellos el propio Sánchez: los precios cierran el año con una subida no vista desde hace 29 años, con un incremento del 6,7%, que a su vez revela que el precio de la electricidad volvió a tener un gran peso en esta escalada del IPC, que ridiculiza por cierto la promesa de Sánchez de pagar lo mismo que en 2018 ya que la media del precio de la luz de 2021 fue 112 euros MWh, un 230% más caro que el de 2020 y un 95% más caro que el de 2018. Mientras, el avance de Ómicron hunde a la hostelería: 80% de cancelaciones y pérdidas de 1.500 millones.
Goethe vio claro que el entusiasmo no es un arenque salado que pueda conservarse muchos años. El nuestro empieza a oler de puro agotamiento moral, y viene envuelto en papel con noticias de ayer. Decencia y vergüenza torera, señoras y señores, y luego si eso ya lo celebraremos en cualquier chiringuito estratégico. Punto y final. ¡Ah! Que no se me olvide, sobre todo a toda la gente de bien, les deseo buen año.
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