Los diez puntos de Draghi para salvar Europa y derrotar al coronavirus

El nombre de Mario Draghi suena desde hace tiempo como la personalidad italiana más relevante para ocupar un alto cargo institucional, incluyendo el de la presidencia de la República, o bien para encabezar un gobierno de unidad nacional. Pero Draghi, personaje discreto al que no le gusta exhibirse, con su artículo en el FT no se dirigió solo a Italia, sino a Europa. Al igual que en el año 2012, cuando con gran audacia salvó al euro al prometer que haría todo lo que fuera necesario por la moneda única, ahora su manifiesto se ha convertido en una advertencia y una brújula con nuevas coordenadas para las instituciones europeas.

Consciente de la gravedad del momento, Mario Draghi comunicó al jefe del Estado italiano, Sergio Mattarella , el contenido de su artículo publicado en el Financial Times, que ha recibido apoyo unánime en Italia, y fue la base con la que el primer ministro, Giuseppe Conte , se apoyó, en el Consejo europeo del jueves, para oponerse a los países del norte de Europa, con Alemania y Holanda a la cabeza, partidarios del rigor financiero. El primer ministro italiano contó también con el apoyo de Pedro Sánchez para que el Consejo Europeo concrete un plan definitivo en un par de semanas, un plan que, según Giuseppe Conte, debe seguir las líneas del «manifiesto» de Draghi.

El manifiesto para Europa de Draghi contra el coronavirus lo resumen los medios en diez puntos.

Las empresas ya están en pérdidas, la economía se contrae. Muchas empresas están despidiendo trabajadores. Una profunda recesión es inevtane. Se debe evitar una «depresión prolongada», actuando de forma rápida y fuerte.

Hay que proteger a los ciudadanos del riesgo de perder el trabajo. Si no se hace esto, se saldrá de esta crisis con índice de empleo y una capacidad de producción permanentemente más bajos.

Para proteger el empleo y la capacidad productiva en un momento de drástica pérdida drástica de ingresos, sirve un apoyo inmediato de liquidez.

Las empresas no aprovecharán la liquidez simplemente porque el crédito es barato. Las empresas que tienen una cartera de pedidos reembolsarán esta nueva deuda. Pero no será así para todos. Otros aumentarán su deuda para mantener sus empleos. Sus pérdidas acumuladas correrán el riesgo de poner en peligro su capacidad de invertir en el futuro. Su deuda tendrá que ser cancelada. Y será el Estado el que se haga cargo.

Ya está claro que se necesitará un aumento significativo de la deuda pública para evitar la depresión. Especialmente Europa tiene un sector estatal, una maquinaria pública y un sistema bancario generalizado que es lo que se necesita ahora para afrontar la crisis.

El Estado tiene un papel que desempeñar en emergencias nacionales, y debe usar su presupuesto para proteger a los ciudadanos y la economía contra los choques de los cuales el sector privado no es responsable e incapaz de absorber. Esto es lo que sucede en las guerras, sucedió en las dos guerras mundiales.

Los gobiernos deben absorber gran parte de la pérdida de ingresos causada por el cierre de empresas para proteger los empleos y la capacidad productiva. Al hacer esto, la deuda pública aumentará. Pero la alternativa es una destrucción permanente de la capacidad de producción y la base impositiva, mucho más perjudicial para la economía y las finanzas públicas. Las bajas tasas de interés ayudarán a gestionar el alto aumento de la deuda pública.

Los bancos deben prestar rápidamente efectivo, dinero, sin costo alguno a las empresas para salvar empleos. Los bancos son el vehículo para la intervención estatal para salvar la economía. El capital que necesitan los bancos para realizar esta tarea deben ser proporcionado por el Estado, por los gobiernos, en forma de garantías públicas sobre todo.

Ni la regulación ni las normas sobre garantías deben obstaculizar la creación de todo el espacio necesario en los balances de los bancos para dar liquidez a las empresas para este propósito. La burocracia no debe frenar las intervenciones estatales y bancarias.

El mercado de bonos debe ayudar a las empresas más grandes, para el resto se necesita la red de sucursales bancarias y, donde sea posible, de las oficinas bancarias de correos. El costo de la vacilación por parte de los estados podría ser irreversible. El recuerdo de los sufrimientos de los europeos de la década de los años 20 es la advertencia más que suficiente. La rapidez del deterioro de los presupuestos privados, causada por la parada de la economía, debe abordarse con igual rapidez mediante el uso de los presupuestos públicos, en la movilización de los bancos y, como europeos, por el apoyo entre los Estados europeos para una causa común.