De los jugadores del Real Madrid, poco que decir. Que una mala tarde, la peor desde que Xabi Alonso se sienta en el banquillos blanco, la tiene cualquiera. Pero deben analizar en profundidad las actuaciones global e individuales de cada uno de ellos.
Los centrales, punto débil del Atlético. Sus errores y los de Lenglet dieron aire al Madrid en el primer tiempo.
Algunos le quieren jubilar, pero dio otra clase magistral de liderazgo y de fútbol en la sala de máquinas atlética.
Pieza principal en el engranaje atlético, tanto en ataque como en defensa. Dueño absoluto de su banda.
Crea peligro de la nada, saca todas las faltas y córners, y posee un remate letal de lejos y de cerca (penaltis).
Lento y sin confianza, desesperó a Simeone y a la grada... hasta que firmó el 2-2 con un gran cabezazo.
Muy lejos de su mejor forma, pudo hacer algo más en alguno de los goles. No sale, se le cae la portería encima.
Su floja actuación resume el desastre general de la defensa blanca, especialmente en balones aéreos.
Intrascendente. Su inesperada titularidad coincidió con la debilidad del centro del campo madridista.
Lideró la remontada inicial del Madrid —asistencia y golazo—, pero tras el descanso desapareció.
El gol habitual, pleno de potencia y precisión, y poco más. El francés apenas recibió balones.
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