EL MOMENTO DE LA VERDAD
Más veedores y menos asesores artísticos: ¡vaya corridita de Juan Pedro Domecq!
El desbravado conjunto, con toros impropios del templo de Sevilla, arruinó la ilusión de la primera tarde de 'No hay billetes' del ciclo continuado de la Feria de Abril
Búfalo, cuéntale lo de Perera
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Iniciar sesiónDoblaba la tarde de Juan Pedro y la memoria reciente volaba cada vez más hasta Santiago Domecq, su armónico trapío y la categoría de su bravura. Y en medio de la decepción una pregunta se repetía en el tendido: ¿por qué el ... conjunto jerezano no fue el elegido por las figuras? Si indigno había sido el de García Jiménez de Resurrección, tampoco se entendía el que el ganadero de Lo Álvaro envió este jueves a la Maestranza tras un año en el banquillo. Nada que ver con las alegrías cinqueñas de Fallas. No era ya sólo por desbravada, sino por desigualdad, con cuatreños que de tan bonitos que los pintaban pasaron a ser impropios del templo de Sevilla. ¿Cómo serían los cinco rechazados?
Tanta asesoría que gastan ahora los toreros para luego pegar un petardo en el primer 'No hay billetes' del ciclo continuado. Más veedores y menos conductores. Porque en el ruedo de la tradición ha brotado una tendencia, de vanguardista barniz, que está revolucionando los patios de cuadrillas: ¡el asesor artístico! Un concepto que para algunos es tan extravagante como ponerle volantes y lunares a un capote de paseo, pero que para otros debería tener hasta su epígrafe entre los profesionales taurinos y llevarse el boletín. Ay, si levantase la cabeza don José Flores Camará... ¿Dónde están los mentores de verdad?
El apoderado, ese viejo lobo de mar de las plazas, observa con recelo cómo su papel se ve adornado, o enturbiado, con consejos que van más allá del oficio y la estrategia. En esta nueva Fiesta de la imagen, donde hay espejos en cada burladero y los focos iluminan como los soles del mediodía, lo clásico ya lo es menos.
El torero, ese escultor de embestidas, ahora cuenta con un crítico de arte a su lado, dispuesto a convertir cada lance en una obra digna de exposición. ¿Evolución hacia la modernidad? Quizás sencillamente sea una forma de mejorar la técnica y de perder improvisación, de que el Espíritu Santo se esconda tras la barrera. Quiera Dios que a Morante, la torería más completa del escalafón –suya fue la pieza de mayor poso, aunque, cómo no, se llevó el animal más vacío–, no le dé por contratar a uno. ¿Alguien se imagina a Picasso con un 'catedrático' detrás indicando cómo debía colocar el pincel mientras pintaba el 'Guernica'? Los asesores artísticos están listos para agregar color a la faena, aunque una pregunta baila en el aire, como esa media de Aguado -a un Barroco (muy 'ito') con su ritmito- que nunca termina: ¿moda pasajera o revolución? Sólo el tiempo, ese picador incansable, lo dirá.
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