FEria de Burgos
La clase de Morenito y el tractor amarillo de Morante
El torero de Aranda sale por la puerta grande y salva la debacle ganadera de Bañuelos
43 pasos y 22 escaleras para volver
Burgos
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Iniciar sesiónHabía expectación por el que desde que se anunció la feria se dio en llamar el cartel del arte. Morante junto a dos diestros que atesoran calidades demostradas, y una corrida del ganadero local Antonio Bañuelos. Y todo se eligió pensando no se sabe ... en qué. En beneficio de los toreros, de los aficionados o vete a saber tú. Tanta elección, tanto mimo para nada, o casi nada.
Los toros de Bañuelos, lejos de ser los esperados 'buñuelos' colaboradores de las supremas elegancias de La Puebla, del buen gusto de Curro Díaz y de la clase de Morenito de Aranda, resultaron un fiasco de principio a fin. Demasiada elección para seis, que al final fueron ocho con los dos sobreros, animalillos poca cosa, al límite de presentación para esta y cualquier plaza. Aunque su menguado trapío no fue lo peor, que seguramente todos esperaban que el arte hiciera olvidar la terciada presencia, lo peor fue su falta de fuerzas, de casta, su invalidez desde el primero hasta el último, que para colmo acabó rajado y huyendo hacia chiqueros. Noblotes, sí, pero para qué. Seis toros, seis broncas en el arrastre, y dos más de propina para los dos que fueron devueltos a los corrales.
Pese a todo, la corrida tuvo cosas que contar, algunas rayanas en lo surrealista. Llevábamos tres toros, Morenito había cortado una oreja paisana, y cuando acabó de dar la vuelta al ruedo todo se detiene. ¡Alto! Debió decir el director de lidia, Morante de la Puebla. «Que salga el tractor con un rastrillo, que hay que arreglar el ruedo». Y salió un tractor con su rastrillo que dio una primera vuelta al ruedo. Le parecía poco rastrillo al sevillano y sacaron otro más pesado. La gente contemplaba con sorpresa las vueltas y vueltas del tractor, hasta que desde el tendido comenzó a cantar aquello de «tengo un tractor amarillo», la pegadiza melodía de Zapato Veloz, como música de fondo festiva y guasona. Y ahí siguió el tractor hasta que Morante dio el visto bueno, porque Morante, eso sí, dirigió la operación sin perder detalle.
Emilio de Justo y Tomás Rufo, entre espadas y naturales
Ángel González AbadLos dos salieron a hombros ante una deslucida corrida de Núñez del Cuvillo
Quedó el ruedo a su gusto y salió el cuarto, que enseguida vio el pañuelo verde. Al sobrero lo recibió a pies juntos rematando con una airosa revolera. Con la muleta se lo sacó con salero a los medios, para apuntar algún muletazo a derechas. El torillo ya no daba más de sí, y tras una estocada le ovacionaron. Ahí terminó la tarde del tractor. El primero se derrumbó sin darle opciones y escuchó pitos.
Si algo tenían dentro los Bañuelos, todo se lo sacó Morenito de Aranda, que no quiso dejarse nada dentro ante sus paisanos. Se fue a recibir a portagayola al tercero, que pareció con más brío y más toro, aunque igual de claudicante. Lo toreó con suavidad a media altura y se sobrepuso a la invalidez a base de buen oficio, y se lo agradecieron. El templo fue su mejor arma para mantener en pie al animal. El público, ávido de acontecimientos, le pidió la oreja tras una efectiva estocada.
En esa línea de salvar la tarde anduvo con el sexto, noble y rajado. Aprovechó Morenito todas y cada una de las embestidas consiguiendo encelar al de Bañuelos en series que tuvieron su mejor factura al manejar la mano izquierda. Temple y mando en el toreo al natural, y torería en el cierre de faena, ya con el toro completamente rajado. Le reconocieron el esfuerzo y con otra oreja se lo llevaron a hombros. Salvó así de la debacle más absoluta una tarde que caminó siempre bajo el filo del desastre.
En esa situación se vio a Curro Díaz, que en la feria del año pasado realizó una importante actuación, cornada incluida. El de Linares apenas pudo apuntar su buen concepto. Algunos chispazos que se diluyeron ante dos toros imposibles, más tiempo por la arena que en pie.
Feria de Burgos
- Plaza de toros del Plantío. Miércoles, 2 de julio de 2025. Última corrida. Lleno. Se lidiaron toros de Antonio Bañuelos, escasos de trapío e inválidos; cuarto y quinto como sobreros.
- Morante de la Puebla, de azul y oro. Tres pinchazos y cinco descabellos (pitos). En el cuarto, estocada (ovación).
- Curro Díaz, de rioja y oro. Pinchazo y estocada (ovación). En el quinto, media (silencio).
- Morenito de Aranda, de azul y oro. Estocada (oreja). En el sexto, estocada y descabello. Aviso (oreja). Salió a hombros.
Así que si al festejo le quitamos el capítulo del rastrillo, la guasa del tractor amarillo y la buena clase de Morenito de Aranda en su afán por salvar todo de la ruina, nos quedamos con unos toros de Antonio Bañuelos, tan elegidos, tan a modo para deleitar a los artistas, que hicieron que todo discurriera de una forma calamitosa. Demasiado mimo para tanto tractor y tanto rastrillo. Las broncas que despidieron a los astados firman y confirman, por parte de un público paciente y santo, que las cosas debían hacerse de otra forma.
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