Belén Rueda: «La pandemia ha cambiado nuestra escala de valores»
La actriz actúa por primera vez en el Teatro Romano de Mérida, donde encarna desde el miércoles a Penélope, el personaje de Homero
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Iniciar sesión«Veinte años. Larga ha sido la espera. Demasiado larga. He resistido porque me esperaba a mí, porque me quería a mí, porque sabía que esperar era sobrevivir. Porque miraba por mis ojos, no por los tuyos. Soy veinte años mayor y veinte años mejor». ... Son palabras de Penélope, la mujer creada por Homero, hace más de 2.800 años, en su poema «Odisea», y que durante dos décadas esperó la vuelta de su marido y sorteó su destino tejiendo y destejiendo. El miércoles, Penélope revivirá de la mano de Belén Rueda, que la encarnará en el Festival de Teatro Clásico de Mérida, en una versión de Magüi Mira, en lo que supondrá el debut de la actriz en el monumental teatro romano.
- Pregunta obligada en estos tiempos; ¿cómo está viviendo la situación?
-He tenido, como creo que casi todo el mundo, un proceso; primero de negación, de no creerme lo que estaba pasando. Pero según avanzaba el confinamiento me lo fui tomando de otra manera; me parecía lógico. Estuve con mis hijas y seguimos una rutina, algo que creo que es muy importante: hacíamos deporte, comíamos juntas, nos apoyábamos cuando alguna tenía un momento de bajón -aunque éramos conscientes de ser unas privilegiadas-, cocinábamos, leíamos... Yo pensaba que Mérida, como el resto de los festivales de verano, no se iba a celebrar; ya había aceptado la propuesta de «Penélope», y como el texto me parece tan bonito decidí estudiarlo aunque no se hiciera. Leí varios libros relacionados con la «Odisea» y varias versiones... Me aprendí el texto con la intención de que se quedara para mí, pero cuando me dijeron que sí se haría fue una sorpresa y una alegría.
- Su historia de amor con Mérida no es nueva...
-Como espectadora me ha gustado siempre ir a Mérida y he pensado cómo debía ser actuar en ese escenario; y le tengo que confesar que casi siempre me alegraba de estar sentada entre el público. Pisar ese escenario, con toda su leyenda y todo lo que ha pasado por ahí, supone mucho. Cuando lo piensas, pesa mucho. Ahora me estoy dando cuenta de que cuando estás sumergida en una función con tus compañeros, estás dando forma a algo que tiene un significado intrínseco al margen del lugar donde se representa. Luego se le añade ese escenario. Y aquí se suma a lo que estás el sitio donde lo estás contando, que es espectacular y ofrece muchas emociones al espectador. Hace ya un tiempo que Jesús Cimarro, el director del festival, me decía que tenía que venir a actuar, y lo mismo a Tomaz Pandur, un director con el que tenía una relación maravillosa y con el que me sentía muy segura para abordar cualquier trabajo. Su muerte truncó la posibilidad de ir a Mérida con él. Pero Cimarro me contó después que Magüi Mira estaba preparando un proyecto muy bonito y le dije que sí, porque es una directora cuyo trabajo me encanta. Vino a casa, estuvimos hablando como tres o cuatro horas y me terminé de decidir.
- Al tiempo que ensaya «Penélope» ensaya también una película. Es una privilegiada.
-La película -«La mujer perfecta», de Arantxa Echevarría-, se debía haber rodado en mayo. Por las mañanas, de diez a cuatro, he estado con la obra de teatro, y a las cinco empezaba los ensayos de la película, que además es una comedia. O sea, pasaba de la tragedia a la comedia ¡Me he estado volviendo loca!
- Poder vivir distintas vidas y entrar en personas muy diferentes es uno de los alicientes de su profesión.
-Tanto Penélope como Lucía, en «La mujer perfecta», son además mujeres de cierta edad muy interesantes. Y ya sabe que a las actrices de cierta edad no les llegan papeles interesantes porque no se contaban historias que pudieran interesarle a todo el mundo. Pero estos dos personajes son mujeres muy potentes y sus historias interesan a todos. Da igual la edad o el sexo.
- ¿Cree que la pandemia y el confinamiento le han cambiado?
-Sí, sí. Todos, en los distintos momentos de nuestra vida, le damos un orden a nuestra escala de valores., y estoy convencida de que somos muchos los que lo hemos revisado durante el confinamiento. Hemos echado de menos a gente que queremos, a la que no has podido visitar ni abrazar. La pandemia nos ha hecho reflexionar sobre lo verdaderamente importante. Seguro que cuando pase el tiempo nos volveremos a meter en la misma rutina, pero el poso quedará ahí; estoy convencida de que nos tomaremos de manera diferente las cosas. Lo verdaderamente importante es la salud; es lo que nos permite vivir la vida como nos gusta. Eso lo hemos aprendido, y también a valorar a los mayores y todo lo que nos pueden enseñar por su experiencia y su sabiduría.
- Empezó a estudiar el personaje de Penélope antes del confinamiento. ¿La ve ahora de manera distinta?
-¡Completamente! Penélope ha llegado a nosotros como el mito de la sumisión y de la fidelidad. Pero Magüi ha hecho una revisión muy interesante. La historia de la «Odisea» y la guerra de Troya se ven siempre desde el lado de la batalla y la conquista. Pero cuando Ulises deja Ítaca atrás queda un reino que tiene que ser gobernado. Y falta de allí durante veinte años. En ese tiempo Penélope, de la que Homero dice que es una mujer muy inteligente que convencía, lo consigue en un mundo de hombres, en el que las mujeres no tienen voz ni voto. Y su manera de convencer es el engaño porque en ese momento no puede decir lo que piensa ni gobernar como hubiera hecho un hombre. Ha de inventarse una serie de artimañas para hacer lo que quería sin que pareciera que lo estaba haciendo. Ulises ha trascendido como un gran estratega en la batalla, pero yo creo que Penélope era una gran estratega en la vida.
- ¿Y qué le lleva a esperar a Ulises y a no perder la esperanza durante veinte años? ¿El amor?
-Se ha dicho siempre que sí, que el amor. Pero en la espera y en la resistencia Penélope se encuentra a sí misma, y al hacerlo consigue de algún modo sobrevivir; consigue alargar su situación por el amor a Ulises, sí, pero de amor no se vive, sobre todo cuando la persona que amas no está a tu lado. Lo consigue por la fortaleza que adquiere al conocerse a sí misma. Su inteligencia le lleva a vivir el día a día y a resistir; solo con el amor no se aguantan veinte años.
- El gran reto al montar un clásico es traerlo al siglo XXI, en este caso hacer de Penélope una mujer reconocible hoy en día. ¿Qué le hace contemporánea?
-Conseguir ser una mujer independiente en un mundo de hombres con mayúsculas. Con engaños, sí, pero independiente; no del modo en que lo entendemos ahora, porque la libertad y la independencia no era algo al alcance de las mujeres. Pero era una heroína por cómo vivió su situación en aquel momento.
- Han pasado muchos siglos, y la pelea por la igualdad entre hombres y mujeres se mantiene. ¿Queda mucho por recorrer todavía?
-Queda mucho, sí; nosotros vivimos en un país bastante avanzados en este terreno, pero hay muchos otros que no lo están. Y de pronto, además, surgen oleadas ideológicas que quieren volver atrás. No hay que bajar la guardia, queda mucho por andar... Pero creo que los hombres también tienen que hacer su revolución; se nos atribuye la sensibilidad, la capacidad de trabajar en equipo... Solamente si nuestro comportamiento es de igualdad sin tener que marcarla, alcanzaremos la verdadera igualdad. De todos modos, yo veo que hay cosas que mis hijas dan por hechas mientras que yo todavía, por la educación recibida, las tengo que pensar.
- Impresiona de todos modos que un texto escrito hace veintiocho siglos nos pueda seguir diciendo tanto.
-Magüi Mira siempre dice que estamos contando un «cuentito». Utiliza esta palabra, que a mí me encanta, porque es como decir que vamos a quitarle importancia para dársela: el «cuentito» es algo muy sencillo, para que todo el mundo lo entienda, pero según quién lo lea y el momento en que lo haga le da una u otra interpretación. Y ahí está la magia de los clásicos, su vigencia y su enjundia.
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