Malas compañías
Orlinski vuelve a tropezar con el grupo polaco 'Il giardino d'amore'
Peralada estrena edición de Pascua con el contratenor Jakub Josef Orlinski
Peralada
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Iniciar sesiónHace un par de años, saliendo aún de la pandemia, el contratenor polaco Jakub Josef Orlinski se presentó en el Palau de la Música Catalana con un grupo de amigos suyos, la orquesta llamada 'Il giardino d'amore', creada y dirigida por el violinista ... Stefan Plewniak. El resultado fue decepcionante. Un poco más tarde, se comentó que a causa de las dificultades de viajar por aquel entonces había sido imposible que se llevaran a cabo los mínimos ensayos imprescindibles. Sonaba a excusa, pero como en pandemia todo valía, nos lo quisimos creer.
Música antigua
Orlinksi, con Händel y Vivaldi
- Música: Vivaldi y Händel.
- Intérpretes: J.J. Orlinski, contratenor. Il giardino d'amore. S. Plewniak, director.
- Fecha: 6 de abril.
- Lugar: Iglesia del Carmen, Peralada
Precisamente por eso, porque los críticos en el fondo de los fondos debemos de ser buenas personas, nos alegró saber que Orlinski iba a repertir repertorio y acompañantes tan solo dos años después para inaugurar la primera edición de Pascua del Festival de Peralada. Podríamos haber pensado que era echarle bastante jeta esto de repetirse con tan poca diferencia. Pero no, preferimos verlo como una manera de resarcirse. Que ahora ya se puede ensayar y viajar con razonable soltura; que esta vez sí, quedaríamos epatados por el contratenor más mediático del mundo entero. ¿Quién es el desalmado que podría negarle una segunda oportunidad?
En la rueda de prensa del día anterior al concierto, Orlinski y Plewniak hicieron gala de sus sonrisas, de un cierto aire de genio bohemio en el caso del violinista, y se mostraron exultantes de poder celebrar su amistad en los magníficos parajes de Peralada. «Nos conocemos hace muchísimo tiempo, y hemos compartido muchas experiencias juntos, cenas después de los conciertos e incluso días de playa», contó el cantante, entusiasmado. Tras un poco de postureo en redes sociales, se plantaron en la Iglesia del Carmen dispuestos a defender el trilladísimo repertorio de arias de Händel y Vivaldi mejor que en 2021.
Y sí, lo hicieron algo mejor. Esta vez no desafinaron tanto, eso hay que admitirlo. Pero tardar dos años en aprender a afinar unos violines es un poco excesivo, seamos honestos, por muy barrocos que sean los violines en cuestión. Ahora bien, esta vez la acústica de la iglesia nos permitió fijarnos mucho mejor en las artes del grupo y su director. Habría mucho que comentar, pero yendo al grano podemos resumir constatando que en todo momento estuvieron tapando la voz del supuesto protagonista, el contratenor. No es solo que tocaran en general demasiado fuerte porque apenas había gradación en las dinámicas, es que además tocaban en un perpetuo 'legato' que solamente abandonaban para tocar algún pasaje 'staccato', sin respetar las respiraciones ni la articulación tan necesarias a la hora de acompañar voces.
A ello, hay que añadir que el carisma de su director se basa en tocar fuerte y rápido, y poca cosa más. Escasos matices, nada de colores, nada de articulación, nada de retórica… Virtuosismo vacuo. Las comparaciones son odiosísimas, pero era difícil no estar todo el rato pensando con enorme añoranza en las maravillosas versiones de las mismas obras, como el concierto para violín RV208, 'Il grosso Mogul' que grabó no hace tanto la ibicenca Lina Tur. Eso sí, Plewniak incluyó en el concierto algunos de los fragmentos más lucidos del repertorio de Vivaldi para violín solista. En concreto, seis. Tantos como arias cantó Orlinski.
El tema de arrebatarle el protagonismo lo dejamos para que se lo hablen entre ellos, pero lo de cobrar entradas con el contratenor como reclamo para en realidad ofrecer medio concierto de Orlinski y medio de Plewniak es algo más preocupante: el público paga por un buen concierto, y no para darle ocasión de ir de cena y la playa a un grupo de amigos. Por lo que respecta a la actuación del divo, basta subrayar que para cantar algunas arias que ya han abordado hasta la náusea sus más grandes predecesores, habría que estar en disposición de aportar algo más que una cara bonita. Bastante más, de hecho. Si no, siempre quedará el rescate de autores desconocidos, que es a lo que se dedicó Orlinski al principio, con excelentes resultados. Por otra parte, resultó preocupante su emisión, con evidente exceso de aire, que podría deberse al cansancio de la gira, o bien a algún problema en la técnica que debería resolver cuanto antes. Eso sí, el público (su público), encantado.
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