Críticas de discos de la semana: Rauw Alejandro, Benjamin Clementine, PJ Harvey y Depresión Sonora
Nuestros especialistas musicales hacen un repaso de las novedades discográficas más interesantes de las últimas semanas
Por Jesús Lillo
Rauw Alejandro - 'Saturno'
Por alusiones, Rauw Alejandro debe de ser aquel que según Rosalía tenía «un diamante en la punta», metáfora en la que la dureza y la resistencia del material prima sobre el tamaño de la pieza. Hablamos del miembro viril del cantante portorriqueño, que también ... por alusiones se baja la cremallera para darle un homenaje público -un 'ole mis cojones' en toda regla- en su nuevo disco, 'Saturno', quizá titulado así en homenaje a las saturnales romanas, «orgías desenfrenadas» en la tercera acepción que recoge el DRAE.
Música urbana
Rauw Alejandro - 'Saturno'
- Discográfica Sony Music Latin
'Saturno' no pasa de ser la autobiografía de un rabo que canta. El lector sabrá perdonar el lenguaje utilizado en la glosa de un trabajo cuyo contenido explícito no puede, ni debe, abordarse con remilgos, por el riesgo de desnaturalizarlo. Si el medio es el mensaje, la canción es el masaje. Los críticos norteamericanos, que de un tiempo a esta parte no dejan de descubrir los valores artísticos y los hallazgos experimentales que encierra un subgénero musical concebido exclusivamente para el ocio y el gozo, sabrán abordar como merece este 'Saturno' y ponerlo en perspectiva. Aquí nos vamos a limitar a ponerlo mirando a Cuenca.
En 2006, el sello Harmless, subsidiario de Demon, lanzó una breve colección de antologías, 'Gold Digging', de vocación didáctica, dedicada a la exploración y el muestreo de los 'samples' utilizados en la obra de los maestros del 'hip-hop', como Jay-Z, Kanye West o 2Pac. Aquellos álbumes no solo compilaban las versiones originales e íntegras de las canciones de las que salieron aquellos 'samples', sino que de manera académica y concisa redescubrían a las nuevas generaciones de oyentes los grupos y artistas que, décadas atrás, las grabaron. Es aquí, en el tema del sampleo, la documentación histórica y la búsqueda de formas semiolvidadas del pasado, donde hay que reconocer el valor de 'Saturno'.
A Rauw Alejandro, quizá por influencia de Rosalía, experta en piedras preciosas y gemas subterráneas, le ha dado por meter -valga la redundancia- en una de las canciones de este disco el estribillo de una de las piezas capitales del repertorio vocal de Susana Estrada, agitadora multidisciplinar de las vísperas de la Movida, nada menos que el 'fóllame ya, fóllame ya' que aparecía camuflado en los compases finales de '¡Gózame ya!', indiscutida clave de bóveda de 'Amor y libertad', álbum lanzado en 1981 por la artista asturiana y reeditado hace ahora tres años. Sirva tan selecto ejercicio de memoria para situar este 'Saturno' en el sistema solar que le corresponde, y a Rauw Alejandro como digno heredero de Manuel Alejandro. «Luke -o Rauw-, soy tu padre», se escuchó en una galaxia muy lejana, más allá de los anillos de Saturno.
Por Israel Viana
Benjamin Clementine - 'And I Have Been'
«Nada es imposible», advertía Benjamin Clementine al final de una entrevista con ABC, en 2018, antes de su actuación en el Festival de Jazz de Cartagena. El espigado y elegante pianista londinense de origen guineano sabía de lo que hablaba, pues desde el inicio de su carrera en 2013 arrastra el peso de su leyenda, cuando pasó en solo unos meses de dormir en las calles de París y tocar descalzo en el metro versiones de Bob Dylan, Edith Piaf, Jacques Brel o Sam Cooke, con el objetivo de sacarse unas perras para pagarse un albergue, a actuar en el programa de Jools Holland en la BBC, fichar por Virgin, grabar su primer epé ('Cornerstone') y comenzar a llenar las salas más prestigiosas del mundo.
Pop
Benjamin Clementine - 'And I Have Been'
- Discográfica Preserve Artists
«Tú también lo sabes, ¿verdad? Que nada es imposible», insistía, como si quisiera convencer al que suscribe esta crítica. En 2014, Clementine hechizó a una buena legión de seguidores por todo el planeta con su aclamado y original debut, 'At Least For Now', cuya hipnótica voz nos recordaba a la de la mismísima Nina Simone en 'Sinnerman' o 'Plain Gold Ring'. Con aquel disco, el pianista creó un universo propio con el que podría haberse acercado, aunque sea de lejos, a la repercusión de estrellas como Lana del Rey o Adele, pero decidió no exprimir el limón al completo y rodearse de misterio.
Desde entonces, solo ha publicado dos discos más. Dos álbumes en ocho años, más un primer sencillo como The Clementines ('Calm Down'), un dúo formado junto a su pareja, Flo Morrissey, en los que nuestro protagonista incide en la misma idea: una voz genuinamente singular y profunda, unos pianos oscuros que acentúan esa soledad que lleva por bandera, arreglos de cuerda y brochazos de electrónica. Eso es lo que nos encontramos de nuevo en 'And I Have Been', 12 canciones en 36 minutos, a medio camino entre el pop y la música clásica, que ya no nos apabullan de la misma manera, pero siguen siendo bonitas.
Se trata de la primera parte de una ambiciosa trilogía que comienza con las juguetonas 'Residue' y 'Difference', para alcanzar sus cotas más emocionantes en 'Delighted', 'Gypsy, BC', Auxiliary', 'Lovelustreman' y, sobre todo, 'Atonement', con esos coros finales que nos llevan en volandas. En este tercer trabajo de Clementine escuchamos la misma tristeza gustosa y (casi) la misma belleza que en Antony and the Johnsons… Y eso es mucho decir. Sin embargo, no esperes a estas alturas que te sorprenda. El londinense es lo que es, está cómodo con ello y sigue combinando bien los elementos orquestales y electrónicos. Lástima que a veces se pierda en desarrollos experimentales e instrumentales en los que juega a ser Schubert, como en 'Last Movement Of Hope', con mucha menos suerte.
Veremos si en el futuro el mito acaba comiéndose al artista, aunque no parece que eso a él le importe mucho. «He comprendido que nací solo y moriré solo», aseguraba en esa misma entrevista.
Por David Morán
PJ Harvey - 'B-Sides, Demos & Rarities'
A la espera de que llegue la continuación de 'The Hope Six Demolition Project', álbum que empieza a perderse en el lejano horizonte de 2016, PJ Harvey ha aprovechado los últimos meses para hacer limpieza, poner orden en sus archivos y revisar buena parte de su discografía con jugosas reediciones. Una operación rescate que arrancó en julio de 2000 con la recuperación de 'Dry' (1992) y que culmina ahora con este 'B-Sides, Demos & Rarities', prueba más o menos definitiva de que con artistas como Harvey, inquieto y deslumbrante verso libre del rock inglés, se aprovechan hasta las sobras.
Rock
PJ Harvey - 'B-Sides, Demos & Rarities'
- Discográfica Island-Universal
De la cruda y seca maqueta de 'Dry', eco lejano de aquella Polly Jean volcánica que debutó haciéndole un puente a 'Horses' y 'Broken English', a la fantasmal 'Red Right Hand', relectura de Nick Cave para la banda sonora de 'Peaky Blinders', esta colección de rarezas y borradores recorre casi tres décadas de carrera por riguroso orden de grabación. Una generosa panorámica de 59 canciones que orilla el discurso oficial y el terreno ya pisoteado para desenterrar primeras versiones crudas y ardientes ('Man-Size', 'Missed', 'Somebody's Down, Somebody's Name'), escalofríos cortesía de la PJ más espectral ('Daddy', 'Lying In The Sun») y versiones milagrosas como esa 'Highway 61 Revisited' que martilleó con saña antes de darla por acabada.
Retrato de una artista en obras y en llamas, 'B-Sides, Demos & Rarities' es el rastro de migajas que Polly Jean fue dejando alrededor de discos como 'Rid On Me', 'To Bring You My Love', 'Uh Huh Her'; material sobrante que en otras manos daría para sabrosos menús completos (más de uno y una mataría por algo parecido a 'Why D'Ya Go To Cleveland') y que la de Dorset emplea para rellenar huecos y conectar sus grabaciones oficiales de estudio con aventuras extracurriculares para el cine, la televisión y el teatro. De ahí surgen, por ejemplo, el sarpullido eléctrico de 'The Crowded Cell', sintonía de la retorcida 'The Virtues'; y las sobrecogedoras 'The Sandman' y 'The Mot' que compuso para el montaje de 'All About Eve' que dirigió Ivo Van Hove en el Noël Coward Theatre de Londres.
No ha acabado entrando, se supone que por cuestión de tiempo, su espléndida versión de 'Who By Fire' de Leonard Cohen para la serie 'Bad Sisters', pero el retrato final es tan completo y suculento que pocas pegas se pueden poner. La única, ya que estamos, que cada nuevo lanzamiento, ya sea este colosal 'B-Sides, Demos & Rarities' o ese poema narrativo en dialecto de Dorset que publicó bajo el título de 'Orlam, parece retrasar un poco más su regreso al estudio y a los escenarios.
Por Fernando Pérez
Depresión Sonora - 'El arte de morir muy despacio'
Las generaciones se pierden de forma periódica, es una evidencia empírica, pero ninguna lo había hecho hasta ahora exiliada en cuartos cerrados y aprisionada entre dos crisis. Con 'Ya no hay verano', una canción pandémica que unía a The Drums con Décima Víctima, el vallecano Marcos Crespo se convertía en el cronista del desencanto ‘centennial’ por una fiesta que ya se había terminado cuando apenas acababa de comenzar. No hablamos de un himno potencial: el tema acumula ya más de 19 millones de escucha en Spotify.
Post-punk
Depresión Sonora - 'El arte de morir muy despacio'
- Discográfica Sonido Muchacho
Su álbum de debut ahonda en las raíces ochenteras que definían sus dos EP previos y en esa capacidad para encontrar cierto consuelo resignado, e incluso algo parecido a la serenidad, en el ejercicio a conciencia de la autoflagelación. Desde su mismo título, «El arte de morir muy despacio» parece concebido como un disco conceptual sobre el abrupto paso (en falso) a la edad adulta, ese tiempo convulso («voy a explotar como un volcán») en el que aprendemos a mentirnos a la cara.
Bajo la mirada (con presbicia) de cualquier adulto con todas las hipotecas a cuestas, tanta invocación nihilista al caos puede observarse con desdén o simple condescendencia. Allá cada cual con las trampas a su propia memoria, pero es un desperdicio enterrar bajo la losa de los prejuicios unas estupendas canciones que exploran, con sinceridad y momentos de insospechada ironía, en los oscuros recovecos del descubrimiento invocando finalmente a la catarsis.
En el universo ‘markusiano’ siguen muy presentes The Cure y la inmensa sombra oscilante de Ian Curtis (no es que lo disimule, en directo incluso se marca una versión de ‘Disorder’), pero su post-punk de dormitorio cada vez tiene las ventanas más abiertas. Marty Willson-Piper, por ejemplo, parece compartir espacio con un Robert Smith disfrazado de Jacques Brel en la dramática «Parte II: La abrazo con fuerza», mientras el espíritu de Golpes Bajos se apodera por completo de «Te mientes a ti mismo». Siguen muy presentes las texturas y ambientes lofi house y cabe incluso un angustioso spoken word, pero el desembarco de teclados synthpop da una nueva luz a temas como la melancólica y preciosa «Dos adolescentes y un amor». Un aliento pop que también se aprecia en melodías tan redondas como las de «Fumando en mi funeral» y «Dónde están mis amigos» y en la certera bala rítmica de «Como todo el mundo».
Sin rastro de amateurismo (el disco suena imponente de cabo a rabo), este es el aviso definitivo de que nos encontramos ante un talento singular (al final sí va a ser especial), inquieto y en plena expansión. Que se hace mayor, vaya, aunque a veces (casi siempre) duela.
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