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CRÍTICA DE ÓPERA

El victorioso rescate del Pirata

Sonya Yoncheva y Javier Camarena pusieron anoche en pie al Teatro Real en el estreno de «Il pirata», de Bellini

Sonya Yoncheva (Imogene) y Javier Camarena, en «Il Pirata» JAVIER DEL REAL

Alberto González Lapuente

Es razonable que «Il pirata» haya pasado muchos años en el desván. Necesita cantantes como Sonya Yoncheva y Javier Camarena que anoche pusieron en pie al Teatro Real tras una representación capaz de ensalzar las virtudes de una obra cuya dificultad la convierte en un objeto casi «imposible». Pero apenas habían pisado el escenario y ya estaba claro el destino de la representación. Camarena recibió los primeros aplausos asomándose a la escena «Nel furor delle tempeste», tras la que quedaron momentos formidables, a veces compartidos, como el dúo «Pietosa al padre! e meco» y, mejor aún «Vieni: cerchiam pe’ mari». Su escena final «Tu vedrai la sventurata» fue un punto álgido, lleno de encanto y capaz de explicar la ductilidad de un cantante de poderosa fuerza, abrumador agudo y muy sutil línea.

Yoncheva comenzó haciendo lo propio con «Lo sognai ferito, esangue». En su caso añadiendo un poso de realidad a la interpretación: la emisión franca, la voz consistente, todavía inmediata, certera. Poco a poco fue profundizando en un personaje particularmente complejo y que con ella actualiza referencias inexcusables. Montserrat Caballé acude de inmediato, pues hizo mucho por difundir el título y a ella se dedican las catorce representaciones que el Real ha programado. Y antes Maria Callas , restauradora de la obra en 1958, y punto de partida para la interpretación moderna de la protagonista. En algún texto comparó a Imogene con Norma y ante el aria «Col sorriso d’innocenza» habló del misterio, del llanto delirante, de la emoción flotando y de algo tan importante como la línea consistente donde nada deber ser arrastrado y todo ha de tener un principio y un final, producir la sensación de una larga e imposible respiración. Yoncheva remató ayer la obra haciendo de esta precursora escena de la locura una muy rotunda creación, capaz de situarla en la tradición de aquellas voces memorables.

Es curioso porque hace apenas un año que Yoncheva hizo su bautismo de fuego en la Scala milanesa, donde el joven Bellini estrenó la obra en 1827 y Callas vino a recuperarla. Su actuación recibió los elogios justos, tras un estreno en el que los «tifosi» se mostraron poco condescendientes con la puesta en escena de Emilio Sagi construida en coproducción con el Real. Es verdad que carece de sentido crítico ante el drama de Romani, que se niega a cualquier detalle de carácter realista. Pero la propuesta es la quintaesencia de un estilo, de una manera de hacer que busca la elegancia y cuya abstracta apariencia lleva a la evocación y, desde la perspectiva visual, alcanza momentos con categoría. A la cabeza queda la impactante escena de la locura en la que Imogene aparece al fondo del escenario arropada por una gigantesca gasa que cubrirá un escenario oscuro y fúnebre presidido por la tumba del duque. Pero hay otras muchas imágenes sugeridas por un techo móvil que desciende al fondo y cuya superficie de espejo, en continuidad con las paredes, refleja el escenario. L a escenografía de Daniel Bianco es inseparable de la iluminación de Albert Faura y el vestuario de Pepa Ojanguren que realza la dualidad entre lo blanco y lo negro, y presenta algunos trajes con personalidad.

Una escena de «Il Pirata» en el Teatro Real JAVIER DEL REAL

«Il pirata» se representa en el Real con tres repartos distintos . En el primero también tiene un papel destacado el barítono George Petean, de voz algo velada y competente. En todo los casos se cuenta con la dirección musical de Maurizio Benini . Ayer se mostró eficaz y muy leal a todo lo que sucedía en el escenario. Su propuesta aún admitiría un punto de riesgo aunque a su favor queda la capacidad para generar un colchón en el que las voces corren cómodamente y con facilidad. Fue especialmente sobresaliente la escena final , planteada con sonoridad muy cuidada y con un estupenda intervención del corno inglés, antes de que todo se rematará con brillantez. Actuó de manera muy conjuntada y con garra el coro titular ya desde la introducción «Ciel! Qual procella orribile». Un comienzo definitivo para una representación capaz de codearse con las mejores referencias de la moderna historia de «Il pirata».

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