Francia recuerda a dos de los mitos de su música, Edith Piaf y Jacques Brel
Se reedita en CD y DVD toda la obra grabada de Edith Piaf, incluidos sus conciertos internacionales. A su vez, Aznavour, le consagra un libro de referencia
Una fotografía de Edith Piaf en la exposición dedicada a la cantante en París. AFP
PARÍS. El cuadragésimo aniversario de la muerte de Édith Piaf (1915-1963) y el vigésimo quinto del fallecimiento de Jacques Brel (1929-1978) son celebrados como dos grandes acontecimientos. No en vano se trata de la voz femenina más legendaria del siglo XX y de ... una de las personalidades emblemáticas de la canción más universal en lengua francesa.
Edith Giovanna Gassion, Piaf en los escenarios, desde su primera juventud, nació en el parisino barrio de Belleville, hija de un artista de circo de origen italiano. Tuvo una infancia pobre, miserable, aunque triunfó muy pronto, antes de los veinte años, en un cabaret de los Campos Elíseos, el legendario Gerny´s desaparecido hace varias décadas. Quizá sólo Maurice Chevalier, que nació en el mismo barrio, pueda compartir con ella la condición de icono emblemático de una cierta canción francesa, popular, universal y muy enraizada en una cultura local ya desaparecida.
Con motivo del cuadragésimo aniversario de la muerte de Piaf, el día once, la alcaldía de París ha presentado una gran exposición conmemorativa, ofreciendo la imagen más popular de la cantante: la hija de un emigrante pobre, crecida en un barrio popular, educada en la calle, los circos y cabarets más modestos, gran señora de la canción francesa durante dos o tres décadas, intérprete sin par de monumentos indiscutidos de la imaginería popular.
Al mismo tiempo, se reedita en CD y DVD toda su obra grabada, incluidos sus conciertos internacionales. Charles Aznavour, el patriarca de la canción francesa de hoy, le consagra un libro de referencia. Las nuevas generaciones de músicos y cantantes le dedican homenajes de toda especie.
Coincidiendo casi día por día, el vigésimo quinto aniversario de la muerte de Jacques Brel, hoy, tiene otras características, pero su recuerdo está unido al de Piaf en el Panteón de la más alta música ligera de todos los tiempos. Brel nació en Schaerbeeck (Bélgica). Y las playas del Norte francés y el Canal de la Mancha ocupan un lugar privilegiado en su obra. Pero, finalmente, triunfó en París y su carrera corrió al pairo de la de otros grandes maestros de la canción francesa de su época (Charles Trenet, Brassens, Montand y Leo Ferré), a la que dieron unas cartas de nobleza inigualada desde entonces.
La gran novedad del aniversario del fallecimiento de Brel es la edición de un CD que incluye muchos inéditos, de un talento indudable, pero marcados por la polémica. En vida, Brel no deseó editar esas canciones y versiones, por razones puramente artísticas. Sus herederos y su casa discográfica han terminado disputándose para lanzar al mercado unas obras que quizá ofrezcan una nueva dimensión íntima de un cantante y hombre de escena excepcional.
Piaf tuvo una vida muy desdichada en amores. Pero inmortalizó varias de las canciones más legendarias de la lengua francesa del siglo XX. Brel fue un belga que triunfó en París, cantando, y soñó con una carrera escénica fuera de lo común, con una versión famosa del personaje de Don Quijote. Piaf reposa en el cementerio parisino del Père-Lachaise, no lejos de las tumbas de Marcel Proust y Moratín. Brel había decidido huir de Francia, de Europa, para esconderse y morir en una diminuta isla del Pacífico. Reposa en el modesto cementerio de Atuona, a unos metros de la tumba del pintor Paul Gauguin, que soñó con dar un nuevo rumbo espiritual a la pintura de su tiempo y murió hace exactamente cien años. Descansen en paz.
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