El hallazgo de un barco de hace 3.300 años en aguas profundas revela que en la Edad del Bronce navegaban por mar abierto

«Este es el primero y más antiguo descubierto hasta la fecha en las profundidades marinas del Mediterráneo oriental», asegura Jacob Sharvit, director de la Unidad de Arqueología Marina de la Autoridad de Antigüedades de Israel.

Hasta la fecha, en Oriente Medio se han hallado otros pecios de la Edad del Bronce, como el Uluburun, el Hisaronu o el Gelidonya, cerca de la costa de Turquía y que han podido ser excavados por yacer a profundidades accesibles para dispositivos de buceo. Eso llevó a suponer que la navegación a vela se realizaba de puerto a puerto, sin perder el contacto visual de la orilla. Sin embargo, Sharvit destaca que el naufragio ahora descubierto «cambia la forma de entender la navegación en el mundo antiguo» al ser el primero localizado a una distancia tan grande de la costa que desde el lugar del naufragio solo se ve la línea del horizonte.

A su juicio, muestra las «impresionantes capacidades de navegación de los antiguos», que les permitían cruzar el Mediterráneo, probablemente «usando los cuerpos celestes, calculando los ángulos del sol y las estrellas».

«Es definitivamente la evidencia de un viaje a través del mar con capacidades de navegación que aún no están muy claras, cómo y con qué medios», resume el arqueólogo a este periódico, convencido de que a medida que se amplíe la búsqueda e investigación, «se descubrirán más barcos» en aguas profundas que confirmarán que las capacidades de navegación del mundo antiguo eran superiores a lo que se ha creído hasta ahora «e indicarán las rutas de navegación».

Energean, una empresa de energía que exploraba el fondo marino en un estudio medioambiental rutinario en su búsqueda de gas natural, registró una anomalía con el sónar y tras enviar un robot sumergible para investigar la irregularidad, comprobó que en el sedimento se asomaban unas vasijas antiguas. La compañía envió unas fotografías a la Autoridad de Antigüedades israelí, que inspeccionó el lugar a bordo del 'Energy Star', el barco de la empresa equipado con los medios tecnológicos capaces de trabajar en aguas profundas.

En el lugar del naufragio, se cartografiaron todos los restos con una fotogrametría y se comprobó que la carga de cántaros se extendía en un área muy pequeña, de unos 14 metros de largo y unos 6 de ancho. «Están dispuestos en grupos como si permanecieran en la bodega del barco, divididos en secciones», describe Sharvit.

Esta disposición de las vasijas les lleva a pensar a los arqueólogos que el barco mercante naufragó rápidamente, tal vez en un golpe de mar durante una tempestad o por un encuentro con piratas, un fenómeno conocido de la Edad del Bronce. «Si el proceso de deposición de los restos hubiera sido largo, esperaríamos encontrar vasijas esparcidas en un área grande y no como las hallamos. Además -añade el director de la Unidad de Arqueología Marina de la IAA- no se encontraron cántaros dispersos a lo largo de la línea de navegación, más allá del centro del barco, que podrían indicar un vertido de la carga de una embarcación que ante una situación de peligro intentó reducir el peso arrojando parte del cargamento».

«Cuando se mira todo se puede entender que el barco aparentemente se hundió intacto, las partes que quedaron expuestas se desmoronaron y las partes que quedaron enterradas bajo la carga y el fango se conservaron», concluye. La profundidad a la que yace la embarcación ayudó a preservar sus restos como si el tiempo se hubiera congelado en el momento del desastre. «La carga no fue alterada por el contacto humano (buzos, pescadores, y más) o por la actividad de olas y corrientes, como ocurre en aguas poco profundas», explica el experto.

Prueba de ello es que en la operación se extrajeron dos tinajas cananeas completas de dos puntos diferentes del pecio. Estas vasijas comerciales, que datan de la Edad del Bronce, se usaban para transportar grandes cantidades de aceite, vino u otros productos agrícolas, como fruta.

Siguiendo las directrices de la Unesco de preservar el hallazgo in situ, los expertos israelíes se limitarán a realizar un seguimiento del sitio y a garantizar su preservación para futuras generaciones de investigadores. Aunque existen tecnologías que permiten llevar a cabo operaciones en los fondos marinos profundos, Sharvit explica que aún no se ha planteado una metodología ordenada para la excavación arqueológica en estas profundidades. «Quizás en un futuro cercano se formule un método de excavación y regresemos para continuar la investigación en el sitio», conjetura.

Las vasijas recuperadas se exhibirán este verano en un recorrido previo a la inauguración del Museo de Arqueología de Israel Jay y Jeanie Schottenstein. Según Eli Escusido, director de la Autoridad de Antigüedades, «será una oportunidad para echar un vistazo a una estructura única, a los mosaicos y a los laboratorios, incluso antes de la apertura oficial al público».