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ABC Cultural

La Fundación Joan Miró rastrea la importante influencia del artista en los Estados Unidos

Obras de Pollock, Calder, Bourgeois, Rothko o Kline demuestran como el artista catalán dejo una huella imborrable en la imaginación de sus contemporáneos estadounidenses y viceversa

La Fundación Miró celebra sus 50 años mirando a América y abriéndose a la ciudad

Tres visitantes frente a una de las obras de la Fundación Miró EFE

Carlos Sala

Barcelona

En 1926 la obra de Joan Miró aterrizaba por primera vez en Nueva York. Y lo hacía por la puerta grande, adquiridos por una colección pública comisariada por Ketherine S. Dreier. La respuesta entusiasta fue inmediata. «La pintura mironiana es un auténtico mensaje procedente ... de Marte», escribiría el crítico Henry McBride. Nacía así una historia de amor que pronto convirtió al genio catalán en uno de los artistas más influyentes en todo Estados Unidos. Tanto es así que, en 1941, el Museum of Modern Art (MoMA) le dedicaba una retrospectiva junto a otro genio catalán, Salvador Dalí. Ningún museo europeo se había atrevido a hacer algo así todavía. «Uno entraba a la pinacoteca y podía elegir ir a la izquierda y ver la obra de Miró o ir a la derecha y ver la de Dalí. Desde el principio, se quiso separar a Miró como otro surrealista más. Preferían verlo como el gran precursor de la nueva abstracción», comenta Marko Daniel, director de la Fundación Joan Miró.

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