'Los guapos', de Esther García Llovet: frikis en la costa levantina

Podría decirse que en esta novela de García Llovet bajamos dos o tres escalones en la tribu urbana que se arremolina en torno a tal costa depauperada. Si Rafael Chirbes noveló la crónica de la ocupación de la costa mediterránea por un capitalismo depredador, García LLovet aplica la retina a sus resultados en el depauperado paisaje humano, lleno de tipos que se mueven en el límite de la indigencia, con poco que hacer, sobre todo prendidos a una filosofía del momento.

NOVELA

'Los guapos'

• Autora Esther García Llovet
• Editorial Anagrama
• Año 2024
• Páginas 124
• Precio 16,90 euros

Sucios, descuidados y guapos. En esta novela apenas pasa nada, pero todo cuanto ocurre en el tenue hilo argumental que la sostiene termina siendo un alarde de imaginación lingüística y una increíble capacidad para fijar los detalles de objetos, espacios y personajes extravagantes. Todo se mueve entre campings, y gasolineras, enrejadas piscinas a medio vaciar, bolsas de comida rápida, y unos personajes que ni tienen pasado, ni buscan futuro.

Por ahí andan, como si nada mereciese la pena que ocurriese. Tan solo un horrible gato denominado Ocho puebla el espacio animal. Hay zonas de linde con escombros, y situaciones de 'after hours'. Este existencialismo de fondo escéptico ejecuta una mirada narrativa que evita moralizar, incluso que sobrepasa todo dramatismo, para posarse más bien en un microcosmos de anécdotas sucesivas, ocurridas a unos tipos para los que el lenguaje ha acuñado el sustantivo friki, que es de esos sustantivos que definen en sí mismos una calificación adjetiva.

De hecho, hay un momento en que la narración se fija en los modelos de realidad televisivos de series americanas en los que se ha creado unos atuendos, tatuajes, formas de hablar, que encuentras a poco que te detengas algo en los aledaños de cualquier gasolinera de la costa levantina. Aunque lo fundamental sea el lenguaje y las caracterizaciones deformadas al límite de la caricatura, García Llovet conoce que toda novela precisa alguna forma de tensión. Aquí la proporciona la inquisitoria pesquisa de Adrián, un periodista, sobre los curiosos círculos aparecidos en los sembrados aledaños al camping, esos círculos denominados 'crop circles' sobre los que se han montado series televisivas de misterios alienígenas.

Adrián persigue tanto esa dimensión desconocida como ver si puede rentabilizarlo por la organización de algún multitudinario espectáculo musical. Entra Adrián en relación con Willy, personaje femenino al cuidado de la fosa séptica, y con Vicente, el dueño del camping. Hay otros medio-mafiosos como Broseta. No son importantes en realidad, pues lo que sostiene la novela es el estilo, un ejercicio de diálogos casi surrealistas nutridos de brillantes juegos de suposición y elipsis, con un cuidado especial de la frase lapidaria, cortante, que parece esculpida y resulta enormemente expresiva, a menudo en su perseguida irracionalidad.

Esta novela sería menos importante sin la peculiar orfebrería formal que nutre sus diálogos y descripciones, y también sin el atrevimiento de escenas de una imaginación que roza lo surrealista, como es la imagen final de la bola de agua sobre el mar. Precisamente esta realidad hipertrofiada alcanza dimensión esotérica y propone el hiperrealismo como forma expresiva por la cual el original estilo de García Llovet juega sus mejores bazas.