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Nacho Carretero después de «Fariña»

Carretero plasma en «En el corredor de la muerte» el calvario judicial de Pablo Ibar, condenado a muerte durante 16 años

Nacho Carretero, autor de «En el corredor de la muerte» EFE
Jaime G. Mora

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A Pablo Ibar el reloj se le detuvo el 14 de julio de 1994, el último día que pisó la calle. Le quitaron la libertad de elegir: durante las dos décadas que lleva preso no le ha estado permitido decidir sobre si quería abrir ... una puerta o mover una silla. «Aquí dentro yo no elijo nada, no decido nada. Eso es la libertad. Y te das cuenta aquí dentro», le dice a Nacho Carretero (La Coruña, 1981) en « En el corredor de la muerte » (Espasa). «No soy libre ni en mis sueños». De esos veintitrés años, dieciséis los ha pasado condenado a muerte por un juzgado de Florida, señalado como responsable de un triple homicidio, e inmerso en un larguísimo proceso judicial en el que siempre se ha declarado inocente pese a las trampas de los investigadores del caso y la indefensión que sufrió por la mala praxis de su abogado. La historia de Ibar es, en definitiva, la de un joven de veintidós años que de un día para otro se vio atrapado en un laberinto kafkiano, donde cada recurso, cada nuevo paso, suponía dos o tres años más encerrado con ropa naranja en una celda minúscula donde se apiñaban una cama, un pequeño aseo y una mesa. En el corredor de la muerte el tiempo se detiene: «Mentalmente sigo siendo un chico de veintidós años, no un hombre de cuarenta, porque no he vivido».

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