Cosecha de corcheas
cuéntame un huerto (V)
El director de orquesta Pablo Heras-Casado y el violinista Adrián Linares comparten su amor por los cultivos
El Edén milenario

El huerto de un violinista tinerfeño establecido en Oleiros (La Coruña) y el de un director de orquesta en el Albaicín de Granada, con vistas a la Alhambra. Hablar «solamente» de vegetales con Pablo Heras-Casado y Adrián Linares es prácticamente un crimen, ... pero el resultado no defrauda. La conversación sorprende por la diversidad de referencias a diferentes disciplinas artísticas que ambos derraman a cada frase. La horticultura nos lleva a la música, por supuesto, pero también a la literatura, la pintura, la escultura y la arquitectura.
«Cada vez que voy a Madrid, visito la casa de Lope de Vega», cuenta el principal de los segundos violines de la Orquesta Sinfónica de Galicia. El Fénix cultivaba ahí un pequeño terreno que menciona en la dedicatoria de 'El verdadero amante' a su hijo: «Tengo, como sabéis, pobre casa, igual cama y mesa y un huertecillo cuyas flores me divierten cuidados y me dan conceptos». Conceptos dan sus huertos también a Linares y a Heras-Casado. El violinista lee libros y analiza las partituras en él, aunque sin tocar el violín, «que hay una humedad de caballo» y el instrumento sufriría; el director ha aprovechado un edificio exento enmedio de su carmen para ubicar su estudio. ¿Cuál será la planta que da tan buenas corcheas?
El músico granadino nos atiende desde Bayreuth, en Alemania, donde está dirigiendo -y digiriendo- las funciones de 'Parsifal'. Es el tercer español que actúa en un papel preeminente en el festival wagneriano por excelencia, después de Victoria de los Ángeles y Plácido Domingo, sin contar todos los que se han integrado en la orquesta.
Para describir su espacio, echa mano del urbanismo árabe y del Cantar de los Cantares: «Los cármenes están en barrios de calles estrechas, para que no entre demasiado sol ni sople demasiado viento, y el canon estético es el mismo que el de los palacios árabes, que por fuera no son nada ostentosos, pero todo está en el todo está dentro, es el concepto del paraíso cerrado». Al de Linares no se accede desde la calle, sino desde el interior de la vivienda. Del salón se va al vergel: «Como dice Lope, es breve, pero da mucho», es buena tierra.
Cuando se les pregunta por el origen de su interés por las hortalizas, ambos se remontan a sus mayores. El abuelo de Heras-Casado se llamaba Nicolás, y recuerda levantarse con él a las cinco de la mañana para ir a regar: «El olor de la tierra cuando arrancas del suelo cualquier vegetal, una patata, y el de la tierra húmeda, o cuando acaba de pasar el arado… Son cosas que tengo impresas en mi memoria y en mis sentidos».
Hoy acostumbra a sembrar con la ayuda de su madre, que es quien cuida el huerto mientras él va por los grandes escenarios del mundo dirigiendo sinfonías. Asegura que le encanta que sea así, porque las labores de la tierra «las he heredado de mi abuelo y de mi familia materna». Plantan en unos pequeños arriates, que riegan con el agua de una alberca que atraviesa el patio.
Por su parte, el violinista, creció viendo el huerto de su padre y colaborando en los trabajos de una finca de sus tíos. «Si miras un poco para atrás, todas las casas antiguamente tenían un huerto», pero ahora «nos hemos desligado un poco de los huertos, y me parece una pena». No es que añore aquella «sociedad muy pobre y humilde que vemos en los cuadros de Murillo», pero sí envidia que aquellas personas «estaban pegadas a la tierra», cosa que ahora no sucede tanto.
Hablando de Murillo, el violinista es también concertino de la Orquesta Barroca de Tenerife y director del grupo historicista El Afecto Ilustrado. El Barroco le fascina, y lo encuentra también en su espacio de cultivo: «Hay un movimiento continuo en las plantas, en las formas que adoptan al enredarse, en las maneras que tienen de crecer, en la manera que el sol aparece por las mañanas… Es todo como un teatro». Admite, eso sí, que otra persona podría encontrar en el huerto las características del Romanticismo sin problema alguno.
Sin ir más lejos, hay mucha botánica en el 'Parsifal' que dirige Heras-Casado en Bayreuth, ya que el romantiquísimo Wagner concedió un enorme simbolismo a las «muchachas-flor». Dentro de unos años, el granadino dirigirá la Tetralogía, 'El anillo del nibelungo', en la que la naturaleza, cultivos incluídos, tiene un papel más que notable.
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