Todos los detalles de 'Los girasoles' de Van Gogh, las flores más famosas de la historia del arte

Van Gogh pintó sus girasoles entre 1888 y 1889, cuando vivía en Arlés, al sur de Francia, donde quería montar una residencia artística (la Casa Amarilla) en la que convivir y crear con Paul Gauguin. «Con la esperanza de llegar a vivir con Gauguin en nuestro estudio, quiero pintar una serie de cuadros. Nada más que grandes girasoles... Si llevo a cabo mi plan, pintaré una docena de cuadros. El conjunto es una sinfonía en azul y amarillo. Trabajo todos los días desde que sale el sol. Porque las flores se marchitan enseguida y hay que pintarlo todo de una vez», contó Van Gogh a su hermano Theo en una carta.

Al final pintó cinco grandes lienzos de girasoles en un jarrón, con tres tonos de amarillo «y nada más». De esta manera demostró que era posible expresar muchos matices a través de variantes del mismo color. «Ahora tenemos un calor magnífico e intenso y no corre nada de viento, es lo adecuado para mí. Un sol, una luz que, a falta de un calificativo mejor, sólo puedo definir con amarillo, un pálido amarillo azufre, un amarillo limón pálido. ¡Qué hermoso es el amarillo!», contó en otra de sus célebres cartas.

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Los dos primeros cuadros los colgó en la habitación de su amigo Paul Gauguin. Por lo que se sabe, Gauguin quedó impresionado por los girasoles, que dijo que eran muy propios de su amigo. Para Van Gogh, los girasoles eran una expresión de la gratitud.

«No se conoce otro artista que haya tenido un vínculo tan marcado con una especie de flor concreta. Las diferentes etapas del ciclo de vida del girasol siguen la tradición de las vanitas, que enfatizan la naturaleza transitoria de las acciones humanas», señala la ficha del cuadro de la National Gallery. «Los girasoles quizás también pretendían ser un símbolo de amistad y una celebración de la belleza y la vitalidad de la naturaleza», añaden.

En marzo de 1987, un magnate japonés, Yasuo Goto, compró una versión de 'Los girasoles' por 39,9 millones de dólares en una subasta en Christie's, una cifra récord, por aquel entonces. Además, hubo una gran polémica sobre si la obra era auténtica o no, algo que se resolvió en 2002 con un informe de del Museo Van Gogh de Ámsterdam y del Art Institute of Chicago que así lo acreditaba. Hoy, el cuadro puede verse en el Sompo Japan Museum of Art de Tokio.

Además del de Tokyo y el de Londres, se conocen otras tres versiones: una está en el Museo Van Gogh de Ámsterdam, otra en Múnich y otra en Filadelfia.