Rembrandt y Degas, cara a cara
El Rijksmuseum de Ámsterdam confronta en una exposición sus autorretratos de juventud
NATIVIDAD PULIDO
Uno nació en Leiden (Países Bajos) en 1606. El otro, en París más de dos siglos después, en 1834. Aparentemente, en muy poco, por no decir en nada, se semejan las biografías y las obras de ambos artistas. Hablamos de Rembrandt y Degas. Del primero ... sabemos que es uno de los genios de la luz en la pintura, que es uno de los mejores grabadores de la Historia del Arte... Conocemos su afición a autorretratarse, que su musa era su esposa, Saskia; que fue un ávido coleccionista y acabó arruinado... El segundo, cuyo verdadero nombre es Hilaire-Germain-Edgar de Gas, era hijo de un banquero de origen italiano, heredó de él innumerables deudas y tuvo que vender la casa familiar y la colección de arte de su padre. Es conocido popularmente como el «pintor de las bailarinas y los jinetes».
Una pequeña pero exquisita exposición, que se inaugura mañana en Ámsterdam y permanecerá abierta hasta el 23 de octubre —después viajará al Clark Art Institute de Williamstown y al Metropolitan neoyorquino—, enfrenta sus autorretratos de juventud. La cita es en el Rijksmuseum. Como el museo continúa cerrado por unas interminables obras de reforma y ampliación, que llevan a cabo los españoles Cruz & Ortiz, la muestra se celebra en el ala Philips, que acoge temporalmente las obras maestras del museo.
Un «reto» sorprendente
Hace unos años, también en Ámsterdam, pero en el Museo Van Gogh, tuvimos la oportunidad de ver frente a frente las obras de Rembrandt y Caravaggio. Fue un duelo de altura, de maravillosos claroscuros, de pintura hecha carne. Sorprende mucho más este nuevo «reto» al que se enfrenta ahora Rembrandt. ¿Dónde buscar semejanzas, parecidos, herencias entre el holandés y el francés? Por vez primera se rastrea la huella de Rembrandt en Degas, mucho más importante de lo que en un principio podría parecer. Queda plasmada en una veintena de autorretratos de juventud de ambos artistas. Los de Rembrandt son celebérrimos. Los de Degas apenas se conocen.
Degas viaja a Italia en julio de 1856. Se quedará tres años. Allí comienza a hacer autorretratos inspirados en los del joven Rembrandt. Se cree que tan sorprendente interés —este artista no se hallaba en el canon académico de la época— pudo haber sido provocado por Gustave Moreau y Joseph Gabriel Tourny. Lo cierto es que siempre le fascinó y ya en cuadernos de sus años italianos, Degas hace dibujos siguiendo obras de Rembrandt, como «La muerte de la Virgen» o «Joven con gorro de terciopelo». También se inspirará en «La ronda de noche» para una composición de un retrato de grupo.
Y en sus autorretratos, Degas repite de manera casi idéntica la postura, la expresión y los efectos de la luz en su rostro con los que Rembrandt se retrató. En una carta que Degas envía a Moreau en 1858, cita a Rembrant entre maestros como Van Dyck, Giorgione, Botticelli, Mantegna y Carpaccio. Tras su regreso de Italia, los antiguos maestros se convierten en el leitmotiv de la obra de Degas. Creían los expecialistas que la fascinación de Degas por Rembrandt nació como un acto de rebeldía y la búsqueda de su madurez como artista. Pero fue mucho más que un mero entusiasmo juvenil. Duró toda su vida. Fue un referente en su carrera: «Si Rembrandt hubiera conocido la litografía, Dios sabe lo que habría hecho», escribió un incondicional Degas.
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